El monstruo viene a verme

Este viernes el Barcelona Lassa afronta su segundo partido de esta nueva Euroliga tras la sufrida victoria en Kazan y la derrota en Bilbao, y lo hace ni más ni menos que ante el que es para mí el gran favorito al título, el Fenerbahce de Zeljko Obradovic.

El serbio comienza su cuarto año de proyecto en Estambul con el convencimiento de que a la tercera irá la vencida y que tras dos presencias consecutivas en la Final Four la ansiada Euroliga llegara. Ya la rozó la pasada edición y sólo la oportuna aparición de Khryapa evitó que los turcos se llevaran el título, así que invirtieron el verano en consolidar el bloque con la continuidad de Vesely, Udoh o Bogdanovic. Los títulos de Copa y Liga en su cada vez más competitivo torneo doméstico unidos a la fantástica Euroliga que realizaron fueron argumentos de peso para retener a los jugadores que podrían haber salido y así tratar de cerrar el círculo este año.

El proyecto Obradovic ha respondido perfectamente a las expectativas, siguiendo además una evolución clara que tocó la cima en la pasada eliminatoria de cuartos ante el Real Madrid, donde arrasaron al que era el vigente campeón exhibiendo una madurez que evidenciaba que ya estaban listos para el asalto final. Tras dos años de ensayo-error al tercero el eterno Zeljko dio con la tecla.

Su primer año en Estambul fue una primera toma de contacto para crear las bases del proyecto en torno a Bojan Bogdanovic, Nemanja Bjelica o Linas Kleiza, pero a pesar del título de Liga el fracaso del lituano, la tibieza de los hombres altos y la demostración de que McCalebb no era base para un equipo de Obradovic hizo que hubiera otra renovación, sobre todo tras la marcha a la NBA de Bogdanovic, la gran referencia del equipo.

Otro Bogdanovic llegó desde Partizan para hacer olvidar al croata junto a otros tres jugadores exteriores, el campeón con Maccabi Hickman, el experimentado Zisis a mitad de temporada y el que debía ser el referente mientras Bogdan Bogdanovic maduraba, Andrew Goudelock. Por dentro los turcos no repararon en gastos para fichar a Jan Vesely, siendo el primero de los retornados desde la NBA, una política que ha definido al club estos años. El objetivo era tan claramente la Euroliga que antes de ser vapuleado por el Real Madrid en la F4 dejó escapar la Copa ante Anadolu Efes y luego ni siquiera fue finalista en Liga tras ser sorprendido por Pinar Karsiyaka. Fue un final de temporada que dejó meridiano que Goudelock (también con problemas extradeportivos) no iba a ser el líder que esperaban, que Hickman y Zisis no daban el salto de calidad exterior que se requería, que Preldzic nunca sería lo que podría haber sido y que por dentro hacía falta cemento. Pero también hubo buenas noticias, como la evolución de Bogdanovic, la confirmación de Vesely y el fenomenal crecimiento de Bjelica, elegido MVP de la Euroliga pero que luego llegaría limitadísimo físicamente a la F4 de Madrid y finalmente haría las maletas destino Minnesota. Otra vez reconstruir.

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Esta vez lo hicieron planteando una rotación algo más corta pero de más calidad. Como por fuera el experimento no funcionó se fichó a su verdugo en la anterior Liga, Bobby Dixon, y a todo un campeón como Kostas Sloukas, jugador muy del agrado de Obradovic. Si Bjelica se iba a la NBA ellos traían tres de allí, Pero Antic, Ekpe Udoh y Luigi Datome. Con el italiano sumaban los puntos que habían perdido con la marcha del serbio y con los otros conseguían la dureza necesaria en la pintura. Y por si acaso se fichaba a Nikola Kalinic como pegamento entre el juego exterior e interior. Si a esto le sumabas un año más de adaptación de Jan Vesely y otro paso adelante de Bogdanovic tenías como resultado un equipazo, más que nunca a la medida de su entrenador. Et voilà, los resultados llegaron. Fenerbahce sólo perdió 6 partidos de 29 en Euroliga, así que ¿para qué tocar lo que funciona?, pensó Obradovic.

Sólo ha llegado James Nunnally como fichaje relevante para completar el juego exterior, apostando nuevamente por una rotación corta. Salarialmente concentra su poder económico en unos cuantos jugadores y luego completa su plantilla con 4 o 5 jugadores muy marginales, otro modelo distinto al que han seguido otros equipos TOP como Barcelona o Real Madrid, que generalmente han optado por más clase media dentro de plantillas más extensas. Los turcos apuestan por 4-5 jugadores muy buenos, otros tantos de clase media y cierran con cupos más residuales. La misión este año de Fenerbahce es dar un paso más. El proyecto ya está plenamente consolidado y van a tener un año más de química y experiencia para que no vuelva a pasar que se vayan 20 abajo al descanso de una final de Euroliga. La meta es trasladar la brillantez y madurez de que exhibieron durante meses la temporada pasada a tan solo un fin de semana y jugar dos partidos más completos que los que disputaron en Berlín. El nuevo sistema de competición es peligroso si tienen la mala suerte de tener problemas físicos porque tiene en plantilla un desequilibrio de calidad mayor que el de otros grandes equipos, pero el objetivo indiscutiblemente ha de ser meterse en Final Four y que Estambul casi haga el resto.

Hasta ahora se han disputado 15 Final Four de Euroliga, de las cuales en seis de ellas ha estado presente el anfitrión y en sólo dos no se ha impuesto. Únicamente  lograron la hombrada precisamente el Panathinaikos de Obradovic y Bodiroga en 2002 tras vencer en la final al vigente campeón Kinder de Bolonia y más tarde en Moscú 2005 Maccabi, aunque no fueron los hebreos los que echaron a CSKA sino Baskonia, que luego hincaría la rodilla ante Jasikevicius y cía. Pero Barcelona en 2003, Maccabi en 2004, Panathinaikos en 2007 y Real Madrid en 2015 se impusieron jugando en casa, y salvo en el caso de los griegos con bastante claridad. Los dos españoles aprovecharon la F4 de casa para, en el caso del Barcelona, ganar por primera vez el título y, en el caso madridista, poner fin a una sequía que empezaba en 1995, aún sin formato Euroliga y con Obradovic en el banco. Es decir, circunstancias parecidas a las de un Fenerbahce todavía virgen del máximo título continental. Por lo tanto sí, jugar en casa es un factor que se ha mostrado como enormemente decisivo, así que el objetivo de todos los rivales directos y, muy especialmente CSKA y Real Madrid, ha de ser echar a los turcos de las cuatro primeras plazas de liga regular y así complicar su presencia en la F4, empresa tremendamente complicada.

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Fenerbahce llega al Palau tras un inicio irregular. Ganó la President’s Cup a Anadolu Efes, perdió en el debut liguero, ganó con gran sufrimiento a Brose Baskets y el lunes logró su primer triunfo doméstico en casa ante Istambul BB, así que si no fuera porque el Barcelona no ofrece garantía ninguna se podría decir que no es mal momento para recibir a Fenerbahce. No obstante apetece el reto de ver al equipo ante un examen de extrema dificultad, comprobar si los de Bartzokas son capaces de sobreponerse a las bajas y competir de tú a tú contra uno de los colosos de la competición. Que la derrota en Bilbao no deprima al equipo ni al Palau porque dado el inicio de los vizcaínos, el bochornoso día de descanso entre partido y partido y las bajas hacen de este tropiezo algo asumible. Es más preocupante el partido de Kazan que el de Bilbao, me atrevería a decir.