Ni en los mejores sueños el aficionado culé soñaba cerrar la pasada semana con una nueva victoria ante el eterno rival. A las bajas conocidas se sumó la de Claver y nada hacía presagiar no sólo el triunfo sino el extraordinario partido del equipo. Intensos en las dos canastas, descarados, agresivos, sin complejos y acertados bajo el mando del genial Rice en pista y de Bartzokas desde el banco, que dirigió con maestría los 40 minutos de partido culé. No siempre se va a estar tan acertado, pero tampoco siempre va a contar con tan poco el heleno. Este es el Barça al que Bartzokas quiere y puede aspirar. 

Han sido contadas las ocasiones en las que he podido escribir de manera optimista en esta sección desde que la estrenamos en Rondo Blaugrana, pero lo cierto es que apoyados en el “subidón” de esta gran semana hoy podemos dejar de lado las lesiones, las derrotas y los sinsabores de la historia reciente del club para hablar de las cosas positivas que nos ofrece el equipo llegados a este punto de la temporada, que son unas cuantas.

En primer lugar el balance victorias-derrotas en las dos competiciones (3-2 Euroliga y 5-1 ACB), una hazaña teniendo en cuenta los problemas que se ha encontrado Bartzokas desde que la temporada comenzara. Tres derrotas sin contar la Supercopa (Bilbao, Fenerbahce y Estrella Roja) de las cuales sólo la visita a Belgrado es ciertamente reprochable. Perder en casa ante Fenerbahce por regulero que esté el equipo de Obradovic es asumible, y caer en Miribilla un domingo tras jugar viernes en Kazan es del todo previsible, pero no hacerlo de la forma en que se hizo en Belgrado, una de esas pistas donde no se puede fallar en esta Euroliga si quieres estar arriba. Si a cualquier culé que llevara un par de meses out del basket le preguntas si firmaría estar en esta situación a estas alturas habiendo tenido lesionados a Koponen, Navarro, Ribas, Claver, Doellman y Lawal, teniendo que contar con hombres inexpertos como Peno, Vezenkov o Eriksson en la rotación, forzados a minutadas del Oleson versión 2016,  con Claver en proceso de adaptación y, en general, en el nacimiento de un nuevo proyecto con otro entrenador al frente, todos lo hubiéramos firmado, sin duda.

Individualmente además hay noticias destacables, algunas previsibles y otras no tanto, como Brad Oleson. El de Alaska era un jugador perdido para la causa del que sólo se esperaba que pasara lo más rápidamente posible el año de contrato que le resta. A sus 33 años se habían unido varias inoportunas lesiones que acabaron por minar su contribución al equipo de manera casi abrupta. Físicamente debilitado el ex de Baskonia bajó su nivel defensivo y empezó a encontrarse con problemas para encontrar y convertir esos tiros que él puede convertir. No sabemos si porque realmente es del agrado de Bartzokas o por pura necesidad, pero ahora la situación ha cambiado, probablemente no hasta el punto de ser el jugador que fue pero sí para ser al menos un jugador muy útil. Atrás parece volver por sus fueros y en ataque ha encontrado la confianza que perdió. Por lo pronto hay que empezar valorándole este comienzo de temporada, sobreponiéndose a una situación que parecía irreversible.

Ante Tomic está. Es muy posible que el croata no case con la idea de juego que desea implantar Bartzokas, pero individualmente está tan bien como en 2015. Pese a no tener un aliado (de momento) para explotar el pick and roll Tomic está encontrando situaciones de tiro y las está aprovechando con una muñeca más efectiva que la pasada temporada. El de Dubrovnik está más fino, y no se sabe si es Plan A o Plan B para Bartzokas, pero en este estado sigue siendo un plan demoledor si tiene el día, como se demostró el domingo. Y este año además tiene dos socios en la pintura, Victor Claver y este nuevo Vezenkov.

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Porque sí, en este punto de la temporada casi podemos hablar de un nuevo fichaje en la figura del búlgaro. Muchas veces cuando todo va mal y todo son problemas nacen oportunidades, y Aleksander Vezenkov está teniendo la suya y de momento la está aprovechando. La lesión de Doellman primero y ahora de Claver le han dado las llaves de la posición del «4» y su crecimiento es diario, fortaleciéndose cada vez más en aro propio y soltándose en el ajeno. Son unos pocos partidos pero Sasha empieza a dar la razón a los que pensaban que su crecimiento era una cuestión de confianza y minutos. Hasta hace unas semanas habíamos visto a un niño en un equipo de hombres, ahora ya vemos a un adulto con capacidad de sumar y enriquecer la rotación. Que lo que ha propiciado las ausencias de los arriba mencionados no se evapore con sus regresos.

Dos casos particulares son los de Stratos Perperoglou y Joey Dorsey. El griego ha tenido un comienzo de temporada irregular, pero en él existe la certeza de que en los grandes partidos no va a fallar. A poco que responda el equipo él va a acompañar. En el caso de Dorsey hablamos de una cuestión meramente física, es decir, si el cuerpo le responde el Barça tendrá una pieza extraordinaria en su rotación. Parece que su paso por Tel-Aviv ha resucitado al americano tras transmitir este inicio de temporada malísimas sensaciones físicas. Al 100% pocos hay como él en Europa, y así de paso De la Fuente se puede centrar en la búsqueda de una pieza mucho más específica para el juego interior.

Y Rice. ¿Qué decir de Tyrese Rice? Con el paso de las semanas se ha ido extendiendo esta comparación, pero yo al primero al que se lo leí fue a Juanjo Rosell (@4jjhr): el impacto de Rice en el Palau es lo más parecido al que tuvo Ronaldinho en 2003 en el Camp Nou. Ambos llegando en situaciones críticas, con plantillas limitadas y en un ambiente hostil fueron capaces de resucitar al club con enormes dosis de talento y personalidad. Sabíamos que el Barça fichaba un jugador diferencial en Europa, pero no era certeza que desde tan pronto liderara de la forma en que lo está haciendo este proyecto. No importa que tenga un mal día. Se sabe líder de un equipo en construcción que depende de él y eso le excita. Tutela a los jóvenes, asume la responsabilidad siempre y manda en el grupo. La sensación que transmite dentro y fuera de la pista es que quiere liderar algo grande, y esta implicación desde el primer día llama la atención. Esta percepción se ha amplificado por las bajas de los otros referentes exteriores, proyectando una imagen de Rice contra todos. Sus aptitudes puramente baloncestísticas son de sobra conocidas, pero más allá de sus canastas y tras casi dos meses de competición ya se puede afirmar sin ninguna duda que Tyrese Rice era el mejor fichaje posible para el club.

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En realidad esta victoria en el clásico a efectos clasificatorios importa poco, más bien son las sensaciones las que permiten ser optimistas ante el horizonte que hay delante. Ojalá a estas buenas noticias se vayan sumando más y cristalizando en lo colectivo hasta conseguir ser un equipo competitivo y reconocible. Esta es la exigencia. Ahora el guión dice que hay que seguir sobreviviendo y conforme se recuperen efectivos crecer y, entonces, en lugar de sobrevivir empezar a disfrutar, que ya toca.