Visitar el Nuevo San Mamés es un ritual que se repite cada año en el que sabes lo que te vas a encontrar. Un ambiente duro, un rival hipermotivado, un presión alta asfixiante, juego al límite y errores individuales de ambos equipos que definirán el partido. Y ante este escenario, lo lógico es prepararte para la batalla, sabiendo que lo que ocurrirá sobre el césped no se alejará del guión previo ni un centímetro. Ocurre lo mismo con la Cabalgata de Reyes y el hecho de conseguir el máximo de caramelos para los más pequeños de la familia -o para uno mismo-. Conoces de antemano que habrá un gentío, hordas de niños lanzándose sobre el asfalto, padres manejando los pies para bloquear las golosinas, abuelos soltando el codo que son ases en el cuerpo a cuerpo, gritos, lloros… Nada te viene de sorpresa, y si quieres peces, sabes que te has de mojar, que has de llevar el paraguas y ponerlo del revés, que hay una zona del recorrido con menos gente, que si vas en grupo hay que dividirse para abarcar más terreno. Y ayer el Barça, ni se miró el recorrido ni sacó de la chistera instrumento alguno para hacerse con su parte de los dulces ni colectivamente tuvo soluciones, al menos hasta la segunda parte.

Lucho apostó por su once con la entrada de Umtiti en el lugar de Mascherano. Importancia máxima en la ida de la eliminatoria, sin experimento alguno aunque sí con matices tácticos. El Barça atacaba y defendía en 1-4-4-2, algo ya habitual esta temporada. Ofensivamente de manera nada homogénea, con Leo instalado en la MP, Ney de extremo y banda derecha libre -vamos, lo normal-. En fase defensiva con esas dos líneas de 4 y Suárez y Leo en zona cental liberados. La inclusión de Ney en el medio campo llevaba a Iniesta a la vera de Busi. Por su parte, Valverde esta vez no acompañó a Aduriz con Raúl García -juego aéreo- sino con Williams, ubicando al navarro en el costado derecho, dejando claras sus intenciones de querer velocidad para el acompañante de Aritz, tanto en ataque como en la presión en campo rival.

Y de esa manera arrancó el partido. Una presión alta local asfixiante, una presión al hombre, asumiendo riesgos porque cuando presionas así a jugadores de tanta calidad te expones a que el talento individual rompa tu apuesta. Pero lo que ocurría es que el Barça, con algunas dudas, conseguía romper el entramado vasco por errores de lectura de Iturraspe y San José en la segunda línea. Los culés no estaban cómodos del todo pero sí iban ganando confianza al ser capaces de llegar, sin demasiados riesgos, a campo rival. Y ahí aparecía Neymar, con espacios y un solo rival que le concedía el metro necesario para arrancar. Fueron más de 20 minutos donde, sin grandes alardes, el Barça mandaba el mensaje de superioridad.

El Txingurri se dio cuenta, el plan no dañaba lo suficiente, y mandó retrasar 10 metros su estructura. Esta decisión fue interpretada por el Barça como algo definitivo, al menos durante el primer tiempo, una acción para evitar un desgaste físico improductivo por parte del Athletic cuando en realidad -a toro pasado es fácil hablar- fue un reset local, un volver a comenzar desde cero el plan inicial.

Y fue con un error de Iniesta en esa zona central tras recuperación cuando el Athletic volvió a sus inicios de partido. Conducción de Andrés con el equipo desplegándose y el rival recuperando su zona. Ante 3 rivales busca un pase vertical hacia Leo, que le dejaría en un 3 para 4 a 40 metros del área de Iraizoz, con Busquets de extremo derecho -sí, de extremo derecho-. Riesgo asumido en zona y situación peligrosa pero que podría reportar peligro de gol que yo no puedo reprochar a Andrés. A este tipo de jugadores se les pide eso, ser diferenciales, y para serlo deben tomar decisiones. Tras la recuperación bilbaína con los azulgranas mal parados balón a Raúl García que la pone al segundo palo para que remate Aduriz. Con los centrales descolocados y ter vendido, no hubo ayuda desde el costado contrario. Ni Sergi Roberto ni Rako llegaron a esa zona.

Y con el gol apareció el baile del flan, las dudas y las malas decisiones. El Athletic volvía a apretar y los errores e imprecisiones blaugranas brotaban de una manera continuada. Un mal despeje de Alba permitió a los locales perforar de nuevo la portería azulgrana. Dos a cero y los leones claros dominadores en todas las fases del juego. En ese momento, con el Athletic montado en la ola, el Barça no tuvo respuesta -de nuevo-, ni individual ni colectiva.

La segunda parte nos mostraron dos soluciones simples pero que permitieron al Barça tanto encontrar vías de escape evitando el agobio de la presión como recuperar el balón en campo rival. Las decisiones con balón de ter Stegen fueron modificadas y optó por utilizar su capacidad de golpeo en el balón largo, tanto para Suárez volcándolo un poco al costado izquierdo como a la profundidad de Sergi Roberto en banda derecha. Ese juego directo, sin estar acompañado de un buen trabajo en segunda jugada, era un camino sin costes. Entre algunos controles y descargas del uruguayo y un par de peleas del de Reus, el Barça pisaba más campo rival que propio. A esto se unió una intención de presión culé en campo rival. Sin ser nada muy agresivo y obligando a los tres de arriba a gastar energías persiguiendo, si se conseguía dificultar la salida vasca y hacer aumentar el ratio de error de los locales.

El gol de Leo de falta directa metió la duda en el cuerpo bilbaíno. Prioridad conservar la ventaja e intentar aprovechar los espacios saliendo a la contra. El dominio pasó a ser culé, así como las llegadas y las ocasiones pero ayer, el acierto cara a puerta no fue el habitual, en especial el de Messi.

Dos expulsiones en el último cuarto de hora otorgaron a los de Lucho de una ventaja numérica que no se materializó en un gran volumen de opciones de gol. Con el Athletic encerrado en su área, el Barça trasladaba el balón de costado a costado, lentamente, esperando una ruptura en banda contraria. Y todos -así lo creo- pensamos en el Madrid, en cómo atacaría este contexto. Sí, a base de centros laterales, cargando el área y percutiendo en los rechaces en la frontal del área. Pero el Barça no maneja ese registro ni tiene hombres para hacerlo. No dispone de grandes centradores y menos de jugadores dominantes en el juego aéreo a excepción de Piqué. Que deberían haber acabado así, bombardeado el área de Iraizoz, pues sí, quizá sería lo natural, pero a mi no me desagrada que a pesar de las prisas, se mantuviera cierta calma, creyendo en aquello que mejor se sabe hacer, aunque se hiciera mal.

Un 2 a 1 no es mal resultado en la ida de una eliminatoria. Tras la primera parte nos dejaría conformes, tras la segunda con mal sabor de boca. Más allá de lo ocurrido, lo preocupante es lo lejos que queda -al menos a mi me lo parece- el crecimiento colectivo del equipo. Con estos jugadores siempre vamos a tener las opciones de ganar a cualquiera, siempre existirá esa acción que gane un partido, pero uno espera ese click grupal, ese cambio de tendencia, esa evolución que te lleva a pensar que, cuando se decida todo, este equipo estará preparado para pelear con cualquiera. Tiempo queda, pero cada vez menos.

LAS NOTAS

MAtS (5): Pasó totalmente desapercibido bajo palos. Sin opciones el los dos goles locales.

SERGI ROBERTO (5): Poca o nula influencia en el juego.

PIQUÉ (6): Aduriz es de los pocos delanteros que le incomodan en área propia.

UMTITI (6): No fue dominante ante sus pares pero tampoco sufrió en exceso.

ALBA (5): Poca presencia ofensiva hasta el asedio de los minutos finales.6)

BUSQUETS (5): Cada vez el rol del MC blaugrana se aleja más de lo que es Busi, y a la vez, Busquets también se va alejando de lo que era el propio Busi.

RAKITIC (5): Interior derecho del Barça, el triángulo de las Bermudas

INIESTA (6): Inconsistene e intermitente. Aun así, cuando aparece la mejoría es notable.

LEO (7): Partido liviano de Leo fallón de cara al gol.

SUÁREZ (6): Volvió a ser el de principio de temporada, fallón con balón.

NEYMAR (9): Enorme partido del brasileño a niveles de 2015. Fue todo el desequilibrio culé.

ANDRÉ GÓMES (5): Creo que no sabia qué hacer en los minutos finales con todo el equipo volcado. Aprendizaje.

PACO ALCÁCER (-): Quizá debió entrar cuando el Athletic se quedó con 10, unos minutos antes.