Un límite matemático es un valor al que progresivamente se acerca una sucesión o una función cualquiera. A medida que vamos calculando las siguientes magnitudes, observamos que finalmente la serie numérica tiende hacia un valor límite, un valor de convergencia final. Si analizamos la función FC Barcelona 16/17 y su evolución jornada a jornada, podemos arriesgarnos a calcular ese límite, hacia dónde tiende el equipo. En definitiva, lo que es, independientemente de resultados. Si bien la última actualización en el ya conocido 1-3-4-3 que muta en fase defensiva ha mejorado el juego grupal y el equilibrio, este Barça sigue dependiendo de las individualidades (de la MSN) para marcar diferencias. Nada nuevo bajo el sol diréis. Cierto, pero con una salvedad. Con Leo perenne en zona central y rivales cuyo objetivo es cerrar y sobrepoblar ese espacio, el desequilibrio queda en manos de los costados. Y para ello, la única variable propicia para desarrollar ese sistema con resultados óptimos es Neymar. Así que sin el brasileiro, el límite de este equipo tiende a poder tropezar contra cualquiera. Y con él en el terreno de juego, las opciones para sumar de 3 en 3 y superar eliminatorias aumentan ostensiblemente. Tiempo habrá para recalcular el valor de convergencia a finales de mayo.

Tras el desgaste físico, y sobre todo psicológico, del pasado miércoles, Lucho introducía varios cambios en su 11 inicial, si bien mantenía la línea de tres en fase ofensiva por delante de ter Stegen con Masche, Piqué y un Alba que había cuajado buenas actuaciones como central zurdo abierto. La bisagra esta vez volvía a ser Sergi Roberto, quien mezclaba funciones de interior en ataque y de lateral en defensa. Acompañando al de Reus, Busquets y André Gómes con Leo en la media punta. Arriba, Denis en derecha y Arda en izquierda cargados de resposabilidad dejando a Suárez como 9.

La primera intención de los de Lucho fue buscar la comodidad dentro del partido, establecer un ritmo de crucero que permitiera, sin necesidad de grandes esfuerzos, dominar el partido y, evidentemente, ganarlo. Académicamente, la primera parte culé fue buena. Un Barça anchísimo con Arda y Denis constantemente en la cal, asentándose en campo rival de manera sencilla y circulando el balón de costado a costado con cierta velocidad. Incluso los tímidos intentos de presión adelantada de los de Pepe Mel (técnico que ya generó problemas en el pasado con ese tipo de presión) se solventaban sin sobresaltos. El planteamiento defensivo del Depor se basó en negar la zona de central, la zona de Leo, y entregar las bandas a dos no especialistas. Algo muy parecido a lo que hizo Emery el pasado miércoles con la salvedad de que ayer Neymar no estaba en la convocatoria.

Como decíamos, el Barça dominaba e incluso recuperaba rápido arriba. Las contadas salidas del Depor transmitían cierto peligro pero llegar a pisar el área de MAtS parecía casi imposible. El mayor problema de los blaugranas, a pesar de ese dominio, era que se generaba poco, y que la activación de Leo era mínima. Mediante esa amplitud y circulación se lograban situaciones de ventaja (o igualdad, pero que con especialistas se podrían tornar en ventajas) en las bandas. Ni Denis por derecha, tímido y con tendencia más a la asociación que a la conducción, ni Arda por izquierda, pues era solo un punto de cambio de dirección del balón, fueron capaces de desestabilizar el orden defensivo gallego.

Esa incapacidad revertía directamente en el papel de Leo, totalmente fuera de zona, sin lugares donde recibir y generar. Además, asistimos a uno de los peores partidos de Messi en lo técnico en toda su etapa blaugrana. Fallón, con errores impropios y sin dulzura en sus acciones. Una contra bien dibujada por los locales obligó a Marc André a lucirse, enviando el balón a córner, tras el cual, un mal despeje forzado de Masche en el área chica y el error del propio MAtS al intentar atrapar el balón, permitió a Joselu perforar el marco blaugrana. Se llegaba al descanso por detrás en el marcador, una nueva prueba para el equipo.

Nada más arrancar el segundo acto parecía que las cosas se reconducían. Un centro de Denis buscando la llegada de André Gómes acabó en los pies de Luis Suárez, que de primeras igualó en encuentro. El teórico cambio de panorama a favor de los culés no fue tal. El partido se rompió por completo, apareciendo los espacios para ambos. Era el momento del golpe por golpe, un contexto en que este Barça se suele mover bien. ¿Y por qué este cambio tan radical? Pues en buena parte fue debido a la aceleración ofensiva de los blaugranas. Si durante el primer tiempo hubo paciencia y ataques largos que permitían juntar líneas y estar preparados colectivamente tras pérdida, la urgencia ofensiva en llegar y generar abrió las puertas a los de Mel para dañar la zaga culé.

La entrada de Rakitic e Iniesta por Arda y André obligó a reestructurar el equipo. Denis pasó al extremo izquierdo y Sergi Roberto al derecho, manteniendo su obligación defensiva de lateral. Ni Iniesta ni Rako fueron capaces de parar el ida y vuelta, de retomar el control y la calma. La moneda que tantas veces había sido cara fue esta vez cruz. De nuevo en un saque de esquina el Depor se adelantaba mediante Bergantiños, que ganó en el segundo palo el salto a un Alba que, en estas lides, siempre será inferior a cualquier rival.

Los últimos 20 minutos blaugranas fueron muy deficientes, una suma entre desgaste, incomodidad y errores técnicos individuales impropios. Ni balones laterales, ni centros, cada intento era una recuperación local que cabalgaba en ventaja numérica hacia los dominios de un Marc André que fue capaz de mantener a los de Lucho a un gol del empate.

Derrota que ya no permite depender de uno mismo en cuanto al título liguero, y que vuelve a dejar a los azulgranas a expensas de un nuevo error del Real Madrid para, asaltando el Bernabéu, retomar el liderato. Estas ya no son ligas de 100 puntos, ahora los grandes tropiezan y no suman siempre de 3 en 3, y ese debe de ser el argumentario culé para las jornadas que restan. Y por último, las Ligas no se tiran, si acaso las gana el contrario. Porque creo que nadie en su sano juicio creo que piense que un profesional decida no querer ganar un título.

LAS NOTAS

MAtS (8): A pesar de su error en el primer gol gallego, el mejor del equipo con diferencia.

MASCHE (5): Expuesto en los minutos finales.

PIQUÉ (5): Poquita participación tanto ofensiva como defensiva. Sus minutos finales de 9 tampoco aportaron nada.

ALBA (5): Que Alba cierre el segundo palo en los córners no tiene mucho sentido. Y no es culpa suya.

BUSQUETS (5): El termómetro culé. Primera parte buena, muy arriba, robando, haciendo lo que sabe. Segunda totalmente superado, un mero espectador.

SERGI ROBERTO (5): Ni tuvo peso como interior ni de extremo supo aprovechar la banda.

ANDRÉ GÓMES (4): Poco suma el portugués en el equipo. Y si ha de mezclar con Arda, menos todavía.

LEO (4): Creo que es el primer suspenso que le damos en Rondo. Un partido impropio de él. La aguja en el pajar que pensábamos no encontrar nunca.

DENIS (6): En banda derecha muy tímido. Su cuarto de hora en la izquierda, con espacios, fue de lo mejorcito del equipo. El único capaz de ser incisivo aunque sin recompensa final.

SUÁREZ (6): Tuvo sus tres remates claros. Uno dentro y dos muy cercanos. Una isla en zona central.

ARDA (5): Totalmente intranscendente. En su función de hombre de banda no esperemos desequilibrio, sino rupturas y llegadas desde banda contraria. Y eso tampoco se dio ayer.

RAKITIC (5): Ninguna influencia su entrada al terreno de juego

INIESTA (5): El único que puede ordenar no ejerció.

ALCACER (5): Minutos finales partiendo desde banda izquierda. Sin presencia.