Once tiros totales, seis entre los tres palos, necesitó el Leganés para hacer gol en el Camp Nou. La primera media hora ante el Celta, el Sporting remató 12 veces sin acierto, finalizó el partido con 20 disparos y empate a un gol, que nunca pareció suficiente desde que entrase el genio de Moaña faltando media hora para el final. No sería justo calibrar el partido del FC Barcelona ante el Leganés sin hablar de una carga mental negativa tras salir prácticamente eliminados de la Champions en París. Por eso, quizá no sea vara de medir que el Leganés estuviese a punto de dinamitar la zona baja puntuando en el Camp Nou y engrandeciendo el punto con el 4-0 posterior al Deportivo en Butarque. Pero ya vimos ante el Atlético, una semana antes, que la efectividad no parece que vaya a ser una herramienta de ayuda para sacar los partidos.

En Barcelona, seguramente el rango de oportunidades descenderá notablemente. Lo que convierte la visita, sumado a que se produce en una semana de tres partidos, y que el del domingo ante el Deportivo en El Molinón marcará el destino de los de Rubi, en una situación incómoda y difícil de gestionar. Veremos muchas rotaciones, quizá también variaciones puntuales en la evolución del esquema que el catalán ha venido esculpiendo desde que llegó. Sus tres primeros partidos, Betis y Athletic Club fuera de casa, y Alavés en El Molinón, no dejaron entrever demasiado lo que sería después el planteamiento final. Se creció en cuanto a hacer más compacto el equipo, aunque solo proporcionaba esta sensación durante periodos de pocos minutos. En Leganés, quizá por la importancia del partido, fue donde vimos por primera vez visos del equipo de Rubi. Aumentó el paso de la pelota por el centro del campo, vimos jugadas de cuatro o cinco pases en transición central y enseñó el camino de las bandas, con la primera gran actuación de Burgui con el catalán en el banquillo. Luego vinieron los mejores 45 minutos de la temporada, ante el subcampeón de Europa, con este encerrado en su primer tercio de campo como si defendiese a la MSN y no a Burgui, Douglas y Traoré. Rubi ha encontrado la fórmula, el balón, transiciones equilibradas, sin demasiada horizontalidad y pausa, pero partiendo de un sentido colectivo muy reconocible que finaliza con los dos costados como referencia de ataque. El domingo ante el Celta, el Sporting tuvo el 63% de la posesión y siempre con el área rival en la cabeza. No será la tónica habitual, probablemente, pero ya sabemos dónde está la capacidad principal de este nuevo Sporting.

Hace unos años, todos sabríamos con qué nos encontraríamos en la visita al Camp Nou, ahora es un poco imprevisible, menos de lo que nos quieren vender, pero más que cuando sabías que el ritmo sería un infierno de pases y triángulos con 8 super estrellas con el campamento instalado al borde de tu área. El espacio ha adquirido protagonismo desde que Luis Enrique llegó al Barça y supo leer lo que mejor le venía a su tripleta delantera. Ha perdido vistosidad, ha reducido su lujoso juego, ha cedido minutos de balón y ha aceptado muchas más veces una batalla de jugadas a un lado y a otro. En todos los escenarios, el Sporting tiene casi todas las de perder. “Primero ganar el partido, segundo empatarlo, si no se puede, salir reforzados”. El mensaje parece claro, mucho que ganar, poco que perder. Debería el Sporting fortalecer su personalidad sin importarle si se da el hecho de perder o irse goleado. Desarrollar un plan de acción y evaluar al final, sin mirar el marcador, qué grado de acierto ha habido en el desarrollo del partido. Quien sabe si el dicho de “vamos tener una”, nos da una alegría de mita de semana.