Catorce partidos oficiales han servido al barcelonismo para ilusionarse, decepcionarse y finalmente asumir una realidad que difícilmente vaya a cambiar a lo largo de la temporada. Porque el Barça puede y debe mejorar, pero tiene tantas certezas como dudas, algo incompatible con la posibilidad de competir por los títulos. Para acercarse a la tan anhelada competitividad Sito Alonso parece haber empezado a tomar atajos después de la dolorosa derrota ante Efes, empezando por la victoria en el clásico.

A veces el camino más breve hasta la construcción de un equipo pasa por empezar a hacer cosas más simples, entre ellas utilizar una rotación más corta. Sito Alonso ha intentado convencer al barcelonismo, al propio jugador y quizá a sí mismo de que Phil Pressey era base para el Barça, pero no. Ante el Real Madrid sólo participó unos segundos y Pau Ribas ejerció de segundo base. Como la posición de escolta no está mejor que la de “1” esta solución no tiene posibilidades de ser permanente, pero quizá sí tenga recorrido en Euroliga.

A falta de talento, más defensa

Adam Hanga dijo que no defendían “una mierda” y no le faltaba razón. El trabajo en la canasta propia es una conjunción de actitud, aptitudes y mucho trabajo, pero salvo lo primero el resto destaca por su ausencia. El Barça defiende mal muchas veces por exceso de revoluciones, por querer abarcar demasiado y llegar a demasiados sitios, descoordinados y finalmente vendidos a poco que el rival esté acertado.

Así que ya que el backcourt culé va muy justo de creatividad salvo los ratos de inspiración de Heurtel Sito Alonso parece optar por jugarse todo a la defensa, utilizando en el mismo quinteto a Sanders y Hanga. Menos fluidez y amenaza en el tiro, pero más defensa, con la posibilidad de emparejarse con los exteriores del rival. Es la asunción de que otra vez el Barça está muy por detrás de los rivales directos en la generación de juego, en las posiciones donde se domina el baloncesto. Sito ha de ser consciente a estas alturas que es inasumible jugar al intercambio de golpes defendiendo tan mal y por mucho que la intención sea la de jugar a pocos segundos, pues requiere de un acierto y talento que el Barça no tiene.

El equipo defensivamente tiene dos agujeros, en el “1” y en el “5”. Los dos bases son superados en cada partido por sus homónimos. Heurtel en ataque es irregular y atrás un desastre. Pressey adelante limita muchísimo a un equipo ya de por sí corto de talento exterior y en defensa no le basta con encimar y utilizar mucho las manos. En el puesto de center también problemas porque Tomic no tiene aptitudes defensivas, a Oriola le falta físico para defender a según qué rivales y Seraphin está fuera de los sistemas defensivos, por lo que por mucho que sume en ataque atrás es una rémora. El francés quizá interiorice los mecanismos con el tiempo, pero mientras tanto Sito Alonso busca fórmulas para reducir la sangría defensiva.

Los jóvenes son y serán las primeras víctimas de este irregular arranque. Marc García y Kurucs ni están ni se les espera, mientras que Vezenkov lleva el mismo camino. En cuanto Claver ha estado disponible el búlgaro ha salido del equipo, y no se puede decir que sin motivo. Tenía el comienzo de temporada para ganarse el puesto y estuvo francamente mal. Mucho tendrán que cambiar las cosas para que vuelva a jugar de manera continuada en el Barça, pues con la vuelta de Claver, el buen rendimiento de Moerman y la utilización de Oriola como “4” el acomodo lógico de Sasha será la grada, posiblemente como paso anterior a una salida, y más con el fichaje de Roland Smits.

¿Y Koponen?

No le pasará lo mismo a Petteri Koponen, pero no porque no lo merezca sino porque no hay nada mejor. La temporada pasada se libró de más culpas porque Rice acabó llevándose todas, pero este año si cabe es mucho más decepcionante. Aparentemente de físico se encuentra bien, pero su contribución al juego es nula, y no es un problema menor. Si se concediera un deseo por arte de magia para activar a un jugador ese sería el finés, pues el jugador que conocimos antes de llegar al Barça era ideal para la actual situación. Pero no está. Y no está ni de “3” ni de “2” ni de “1”. Está fuera del equipo. No es una cuestión de acierto sino de participación, pues ni tira ni tiene los tiros. Tampoco sus compañeros le buscan ni parece haber jugadas diseñadas para él, cosa que con Bartzokas al menos sí había. Lo peor es que parece que el barcelonismo se ha acostumbrado a está situación y poco o nada se espera de él. Brad Oleson salió porque su etapa indiscutiblemente había acabado, pero aun con todo su papel del año pasado supera al del ex de Khimki en el presente, y no pocos lo cambiarían en este momento.

Capítulo aparte merece Sito Alonso, que tras el revés ante Efes ha empezado a meter el bisturí y quizá abandonar su idea primigenia de gran reparto de minutos con el fin de estabilizar al equipo. Diagnosticó bien al llegar, pero está por ver si tiene la cura, tanto mentalmente como en el plano puramente deportivo. Pese a los muchos cambios todavía se percibe la fragilidad mental del equipo, al que o le empiezan a salir las cosas pronto o le cuesta seguir compitiendo.

Es evidente que el Barça tiene algunos defectos que van a lastrar todo el año, pero el reconocimiento de los mismos es perfectamente compatible con ser un equipo competitivo y más reconocible. Sito Alonso tiene mucho mejor equipo que Bartzokas y hay que exigirle mucho más. Él mismo sabrá que es el que más se juega, y tras una estancia en Baskonia donde dejó frío a casi todos otro paso en falso en un gran proyecto quizá le cerraría las puertas de la élite para siempre. Esa sensación que ronda a los equipos del madrileño de quedarse un poco a medias en todo ha empezado pronto a sobrevolar en el Palau, y este año sí hay plantilla para en medio de la temporada poder cambiar el rumbo. Sito Alonso se la juega.