JORDI ALBA, EL LATERAL DE UN BARÇA SIN HACER

Jordi Alba llegó al Barcelona, procedente del Valencia, el verano del 2012. Fue entonces uno de los principales fichajes en el curso que empezaría el malogrado Tito Vilanova (DEP) y en el que el catalán empezó a consagrarse como un jugador muy importante gracias a su velocidad y la capacidad que tenía/tiene por cubrir toda la banda. Además de rápido es resistente.

No destacaba por sus virtudes técnicas ni por una especial capacidad competitiva en escenarios de gran presión, pero era demasiado bueno y tenía demasiadas virtudes que le hacían imprescindible para el Barcelona de Vilanova y sucedáneos entrenadores. Nadie, excepto en algún tramo de la última temporada de Luis Enrique, le discutió la titularidad ni su importancia.

Su evolución futbolística durante estos años, eso sí, ha sido casi exponencial. De ser una bala que sube la banda y es un peligro para el contrario por sus carreras ha mejorado en su capacidad técnica (apenas falla controles y pases) e incluso en la pausa a la hora de soltar el balón en carrera (saber decidir dónde, cómo y cuándo pasarla para dejar al compañero en ventaja). Su importancia dentro del colectivo ha aumentado a la vez que Messi ha ido necesitando de ruptura y desmarques para poder sacar a pasear su indomable zurda para el pase enroscado al lado contrario.

Sin Neymar, con un Luis Suárez en una versión reducida de sí mismo, el lateral se ha erigido en uno de los principales puntos de apoyo de Messi, y de Valverde, para dar al equipo una profundidad de la que adolece el colectivo de Valverde. Si Alba no se desmarca el Barça apenas sabe llegar a línea de fondo para generar peligro.

Con la presencia del brasileño Alba tenía menos margen para sorprender y aparecer en carrera por su lado y su importancia se basaba en doblar y subir la banda sólo cuando Ney se iba hacia dentro a hacer de las suyas y le dejaba el espacio para sus galopadas.

Otro escenario en el que el bueno de Jordi se ha mostrado imprescindible para sus entrenadores es en el defensivo. No destacó nunca por su sobriedad ni la calma competitiva pero sus piernas corregían y apagaban demasiados incendios como para no alinearle. Además, ha mejorado en la defensa 1vs1 ante los extremos contrarios, una de sus principales carencias en sus inicios.

Valverde, con trabajo por hacer

El Barcelona, hoy, tiene peor plantilla de la que llegó a atesorar Luis Enrique. Sus piezas clave han ido envejeciendo como personas que son, el talento de Neymar se fue y apenas llegaron piezas para dotar de frescura y alma a un colectivo falto de imaginación. Que su lateral izquierdo sea tan importante para el ataque, se llame como se llame ese lateral, no habla bien tampoco de la labor de Valverde a la hora de construir el equipo (ni tampoco de la secretaría técnica). Por un lado, muestra en el centro del campo y en los delanteros escasa capacidad para ser algo sólidos y fiables sin las ayudas de los defensas; y por el otro, deja en evidencia que hasta ahora Valverde ha preferido la falsa solidez (no encajar goles antes de ir a marcarlos no es un mensaje que el Barcelona pueda vender demasiado) ha abandonado la vertiente creativa y la zona en la que el equipo sea capaz de atacar, de generar peligro, sin el soporte continuo de un Alba insustituible.