SITO, LA PACIENCIA NECESITA ARGUMENTOS

Hablar del Barcelona de Baloncesto de la temporada 2017-2018 en términos absolutos y definitivos sería extremadamente injusto con el entrenador, la secretaría técnica y la plantilla entera en su conjunto. En poco menos de dos meses de competición los datos no son halagüeños (un bagaje de 2-5 con un calendario asequible en Euroliga) pero tampoco pueden ser determinantes. Perder hoy no significa perder mañana ni dejar de construir un equipo competitivo y ganador de cara al futuro, pero la derrota no ayuda a la creación de una dinámica positiva y ascendente.

Con la llegada de Sito al mando del equipo la sección mandaba un mensaje de novedad y nuevas caras que el Palau demandaba como agua de mayo después de lo perpetrado la temporada pasada en un proyecto auto-destruido desalmadamente desde el -39 vs Real Madrid en Barcelona en una triste noche de noviembre de 2016. Y este mensaje necesitaba, imperiosamente, de paciencia. Tiempo para poder construir a largo plazo, para poder revitalizar a un equipo con encefalograma plano y con una imperiosa necesidad de victorias tras tres años sin optar a ningún título prestigioso.

Los equipos nuevos suelen tener comienzos irregulares y complicados. Sin apenas conocerse los jugadores (muchas caras nuevas en el roster planificado por Nacho Rodríguez) es normal que el bagaje de resultados no sea el que se quisiera en un Barça sólido y competitivo. Perder debe entrar dentro de la lógica y no puede derivar en precipitación. Sito merece tiempo.

A pesar de que el entrenador necesite tiempo y trabajo para poder desarrollar e implantar su idea de baloncesto cierto es que el Barcelona está entre la élite de la Euroliga, tanto a nivel histórico, social y deportivo. La entidad no se puede, tampoco, permitir el lujo de dar un margen temporal excesivo sin atender a los resultados. No ganar no ayuda ni debe ser costumbre tampoco.

Esta semana, eso sí, hubo un partido que puede marcar un antes y un después en el devenir de la temporada en la sección. Perder en Bamberg, en la presente EL con el calendario tan apretado como el que se ha configurado, podía entrar dentro de las cábalas (en realidad sería hasta lógico perder en cualquier pabellón de la presente Euroliga), y no merecería mayor reseña que la de cualquier otro partido de la fase regular como los disputados anteriormente, pero el cómo se perdió resulta alarmante.

Acabar el primer cuarto 12-38 favorable fuera de casa es destacable. Habla bien del potencial de la plantilla, muestra que pueden meter todos una decente cantidad de puntos como defender a un nivel interesante. Perder el encuentro 84-81 y desperdiciar toda la ventaja obtenida muestra, también, que ni el entrenador fue capaz en ningún momento de parar la sangría ni los jugadores tuvieron la personalidad, la madurez o la jerarquía para sobreponerse a las dinámicas negativas.

Los 30’ subsiguientes a los fabulosos diez minutos iniciales mostraron unas carencias alarmantes, algo que un entrenador de un Barcelona (no nos olvidemos, por plantilla debería estar entre los ocho mejores de la competición) no se puede permitir si quiere asentarse en la élite y comandar un proyecto ambicioso y ganador como el que se pretende construir desde la llegada de Nacho Rodríguez. Cierto es que es noviembre y esto no hizo más que empezar, pero Sito debe ayudar a los suyos, a la afición y a los responsables de la sección a creer en él y en el equipo. Y derrotas como las de Alemania van justamente en contra de esa idea. Y Sito no se lo puede ni debe permitir, no puede olvidarse que esto es el Barça y que la paciencia debe venir acompañada de argumentos. Sin evolución no debe haber paciencia, aunque sin paciencia difícilmente habrá crecimiento.