Leo o la insoportable levedad del ser

Cuesta tanto trasladar a palabras lo que es un jugador que juega cada noche con nuestros sentidos y, por qué no decirlo, con nuestros sentimientos…Leo es complicado y fácil de definir a la vez; es el fútbol en sí, o al menos ese fútbol que aprendimos de pequeño y que nos hizo enamorarnos de este deporte. Es el manejo del balón como hacíamos en nuestros sueños, con la ventaja que es real. Los que hemos jugado a esto sabemos la dificultad que entraña el manejo espacio temporal de este deporte. Y Leo lo hace tan fácil…

Pongamos como ejemplo la jugada no por mil veces repetida de este fin de semana, más explicable para el sentido común;

La salida desde la esquina de su propia área de Leo rodeado de hasta cuatro rivales que, ilusos de ellos o más bien haciendo acopio de profesionalidad, pretendían robar el balón en una zona ventajosa para el ataque bético. Ni que decir tiene que el diez salió con el balón controlado, con no menos de tres cambios de dirección y un par de regates. El último de ellos con túnel incluido al rival, no por humillación, sino porque el argentino entiende que, cuando el contrario llega en carrera, es su mayor punto débil dado que le impide interceptar el balón, al jugador rival y ni siquiera seguir la jugada ante el estupor de la grada y su posterior admiración.

Cuando tus compañeros, tu público, pero sobre todo tus oponentes y hasta el a veces animadverso sin sentido público rival, reconocen tu obra de arte, es que algo excepcional está pasando. Ahora, dado que lo estamos viviendo, disfrutando, alguno que no ama este deporte hasta sufriendo, creo que no somos del todo conscientes de lo que estamos siendo testigos y, como las grandes obras de la humanidad, el tiempo nos dará la perspectiva suficiente para valorar la obra de arte que presenciamos en cada partido. Seremos abuelos muy pesados, idlo asumiendo…