“Pongas a quien pongas, quitando a Rakitic siempre perderás algo”.





Esto me comentaba un amigo que corto de entendimiento sobre fútbol y, en especial, sobre el Barça, no se queda. Dándole vueltas a la máxima que me acababa de exponer, caí en la cuenta de que, efectivamente, el Rakitic que este Barça ha sido capaz de sacar a relucir cada semana es, hasta cierto punto, insustituible. Es difícil pensar a día de hoy en un futbolista que fuera capaz de abarcar tanto como el croata y mejorarle en algo. De hecho, solo uno, también es rubio, pero juega en Manchester. El resto serían capaces de girarse con el balón, darle más calidad a la circulación o barrer más de lo que lo hace él, pero solo le mejoraría en algo, pues el resto se lo llevaría Ivan. A día de hoy, en el Barça que ha construido Valverde y que servirá, mínimo, para lo que resta de campaña, Ivan Rakitic es intocable.

Cuando uno piensa en qué podrá aportar Arthur el día que aterrice en el Camp Nou, si finalmente lo hace, se da cuenta de que, al menos de entrada, lo que seguro que no hará es partirla. El brasileño, como tantos otros antes que él, precisa de un tiempo de adaptación que, de llegar en enero, podría alargarse hasta la temporada 2019/2020, es decir, año y medio vista hasta poder considerarlo, hasta cierto nivel, una certeza. Sin embargo, un Arthur adaptado y, dentro de sus intervalos de actuación, mejorado, se antoja como una suerte de sustituto evolucionado de Rakitic, aunque siempre aplicando la máxima de mi amigo: siempre perderás algo. Pero, esta vez, si el recorrido del brasileño sigue un curso acompañado de buena suerte, puede que compense.

Si bien es capaz de actuar como pivote en solitario, las mejores cualidades de Arthur parecen florecer cuando hay otra pieza sujetándole la espalda. Partiendo desde el interior o participando en una suerte de doble pivote en el que él es la pieza más “descolgada”, el brasileño tiene una serie de pasos a seguir con el objetivo de acabar colocando el esférico en las inmediaciones del área rival. Una vez recuperado el balón, él mismo, con su capacidad de recuperación y correcto posicionamiento en campo propio, o mediante un compañero, la primera premisa que parece imponerse es la de aguantar el balón hasta encontrar una salida, ya sea en forma de falta del rival (protege muy bien con el cuerpo), con un pase más horizontal que vertical (oxigenar al principio para acelerar después) o con una de sus mejores cualidades, la conducción. Y es que Arthur es capaz de conducir el balón el tiempo necesario para dar sentido a la acción posterior. No conduce por conducir y ver hasta dónde llegar, conduce para soltarla en el momento en el que la circulación pueda ganar más en pos de desbaratar la defensa rival. No siendo capaz, quizá, de dar pases mágicos o imposibles, el brasileño se facilita esa tarea posicionándose con el giro, la pausa y la conducción. En clave blaugrana, las condiciones de Arthur parecen enfocadas a la organización y a la sujeción del balón que, estando Iniesta en el borde de su final de carrera, el Barça lo necesita como agua en el desierto.

A día de hoy, muy de pie debería aterrizar Arthur en Barcelona para ni siquiera oler la sombra de un Rakitic que se agiganta a cada actuación que ofrece. Sin embargo, el futuro optimista del brasileño nos hace pensar que, cuando esté preparado, y a pesar de que jamás mejorará en todo a Ivan, tarde o temprano pueda ser una pieza que tanto entrenador como aficionado agradezcan.