Reconstrucción o demolición

Nuevamente el Barcelona ha emprendido una reconstrucción de su roster tras la enésima decepción de la sección, incapaz de adaptarse a la enorme exigencia del formato Euroliga, esa que te exige funcionar desde el minuto 0. En este sentido, la continuidad de Pesic, toda vez que Saras no acepta el cargo, es la mejor noticia. Un año de continuidad para un técnico sobradamente preparado, con autoridad, credibilidad y que ha caído de pie en el vestuario. Si no era Saras, que es la personificación de todo lo que necesita el club (no sólo el equipo), un poco de normalidad y coherencia no vendrá mal.

Hay que suponer que Pesic ha estado al tanto de todas las gestiones de la plantilla, probablemente lo más tranquilizador dentro de una planificación en algunos puntos desconcertantes. Porque sí parece evidente que la plantilla es superior a la del año pasado, pero lejos de ser redonda. Efectivamente Pangos y Singleton mejoran por mucho a Pressey y Moerman. Kuric y Smits por Koponen y Vezenkov podría ser una X. Pustovyi como complemento adicional al “5” y queda por ver ese “2-3” que tiene que llegar en lugar de Rakim Sanders. Muchas dudas.

El hecho de que Heurtel y Pangos sean de una vocación netamente ofensiva, Ribas un jugador con tendencia a lesionarse y Kuric casi un especialista invita a pensar que por ahí falta algo. Al menos de partida con Font no se va a contar y Navarro debería contar casi lo mismo retirándose o no, por lo que a la espera de ver el nombre de ese “2-3” despoblar el backcourt no parece buena idea, especialmente cuando Hanga empezará la temporada lesionado. Bien un escolta autosuficiente, un combo o un base con virtudes defensivas son figuras que se echan en falta en la plantilla. Obviamente no se pueden cubrir todos los perfiles, pero a la espera del Nunnally de turno se pierde un hombre por fuera y se gana por dentro, aunque ahí entra el papel que juegue Claver como alero. Si todo va bien, con buenos rendimientos y sin lesiones, podría funcionar, pero uno imagina el escenario que se quedaría con una ausencia prolongada de Pau Ribas, por ejemplo, y es para deprimirse.

Se le ha mencionado de soslayo, pero es complejo el papel que parece se le reserva a Víctor Claver. Él era un “3”, sí, pero hace muchos años que su juego es mucho más de “4”. Es maravilloso imaginar al valenciano posteando a pares inferiores físicamente, creando ventajas constantes y sacando tiros fáciles o faltas, pero es eso, imaginar. Y es que hace tiempo que lo fácil para Claver no lo es. Por problemas físicos, pocos minutos o falta de confianza, pero ya no es lo que apuntaba ni por nivel ni por juego. ¿Se puede poner a postear? Tiene físico, pero no temple ni sensibilidad para anotar ahí. ¿Puede jugar de cara al aro como un “3”? Le falta manejo, serenidad y talento. El mejor Claver lo vimos en Krasnodar, jugando a veces de “3” y a veces de “4” en un equipo complejo que explotaba las virtudes del valenciano sin balón. Seguramente esa sea la idea de Pesic para explotarle, pero en un equipo donde ha de complementarse con Hanga como idea de partida suena raro. Es más, a pesar del planteamiento inicial lo normal es que Claver acabe jugando más minutos de “4” que de “3”, pues será más ala-pívot que Oriola y menos alero que el exterior que está por llegar.

Al final es evidente que ese “2-3” marcará el nivel de la plantilla. Ha de ser un jugador capaz de generar y con puntos en las manos. Quizá ese jugador tenga nombre y apellido (James Nunnally), y si no sale adelante se cambiaría el planteamiento, pues no es un perfil fácil de encontrar. El problema de que no exista una figura así de nivel es que para contrarrestarlo quizá se necesiten dos figuras y no una, un alero con buena mano y un escolta autosuficiente.

Se ha hablado mucho de Malcolm Delaney como ese combo desequilibrante que podría añorar el Barça, aunque su encaje con los bases era cuando menos dudosa. Si la dirección deportiva hubiera sospechado que Delaney pudiera estar tan a tiro, ¿habría movido ficha tan rápido por Pangos? Porque Heurtel-Pangos-Delaney a nivel de talento sonaba insuperable, pero en equilibrio no. ¿Un Heurtel-Micic/Jovic-Delaney sonaría mejor? Mejor si cabe un Pangos-Micic/Jovic-Delaney, pero este es un problema en cualquier club europeo, que no sabes qué te vas a poder encontrar en el mercado, siendo muy difícil planificar. De lo contrario el Barça ya estaría pensando en hacerle sitio a Satoransky. El fichaje de Delaney hubiera estado más que justificado por una cuestión de nivel, pero asumiendo un desequilibrio evidente. La decisión de no apostar por él (sin entrar en términos económicos) esta por ver cómo sale, y aunque es razonable suena a una de esas de las que luego el Barça se arrepiente.

Por dentro parece clara la idea de hacer un equipo rocoso, con muchos centímetros y que no permita concesiones al rival en forma de rebotes. Con Singleton como ala-pívot titular y contando con Oriola ahí desaparece ese tipo de “4” abierto puro que siempre ha estado presente en el club desde la abdicación de Lorbek, momento en el que esa figura parecía la prioridad, especialmente para potenciar a Tomic. Nachbar, Doellman, Vezenkov o Moerman pasaron sin demasiado éxito por el club y ahora la apuesta es otra. Porque Singleton puede hacer eso, pero va mucho más allá, aportando en otros apartados. En este sentido entra nuevamente Claver (muy inconsistente en el tiro) y también Smits, del que no se sabe qué esperar.

El fichaje de Pustovyi es lo más desconcertante. Un pívot muy alto, de pocos kilos, sin grandes recursos ofensivos ni gran defensa más allá de la altura. Tampoco es que con 26 años se espere una evolución grandiosa que justifique la inversión. A priori un perfil Tomic en bastante peor. Ojalá demuestre otra cosa, pero ya sea como refuerzo en la posición de “5” o porque no se fían de Seraphin, no parece el perfil más indicado. Y es que como centers el Barça cuenta con múltiples recursos. Tomic para generar y postear, Seraphin contundente y más rango de tiro, Oriola como opción agitadora y Singleton variante para sacar al defensor fuera y favorecer el small ball. A ojos de todos parece claro que de traer algo sería mejor el perfil que falta: el físico, ese jugador defensivamente poderoso, con juego por encima del aro y rebote. Ese perfil se firmó hace unos meses cuando cayó Seraphin con el fichaje de Reynolds. Pustovyi huele a cromo repetido, como Pleiss en 2014.

Una reflexión sobre la política de fichajes del club. Nunca ha sido la especialidad del Barça en su historia reciente la de salirse del mercado que normalmente ha controlado, es decir, jugadores de seguimiento cercano ACB y contrastados del continente, pero va siendo hora de hacer una mejor labor de scouting y arriesgar. Primero porque el mercado es cada vez más reducido por la masiva fuga de jugadores a USA, y segundo porque la competencia en Europa es mucho mayor, pues hay equipos con más posibilidades económicas que el Barça y que ofrecen además mejores condiciones fiscales. Hay que agudizar el ingenio, al menos en el caso de jugadores de rol para completar plantillas. No se exige ser Zalgiris o Baskonia, que viven en un permanente estado de renovación y donde controlar el mercado es una necesidad imperiosa para sobrevivir, pero el Barça tiene que empezar a pensar un poco como ellos.

Hay que acceder a los mejores jugadores, sí, pero rodearlos de clase media más barata. Tener controlado a Anthony Gill antes de que salte a Khimki, a Jeffery Taylor como complemento a los líderes o a Dunston antes de que sea inaccesible. Quizá la última apuesta en este sentido fuera DeShaun Thomas, que si bien no fue Pete Mickeal para un rol más reducido del que se le encomendó hubiera ido sobrado. El problema es que el Barça parece tener controlado una mínima parte del mercado, lo que unido a que no se apuesta por gente de la casa te obliga a sobrepagar permanentemente por casi todos los jugadores. El Barça siempre ha vivido de realidades, pero convendría mezclar con apuestas más arriesgadas, aunque eso parece incompatible con esta dirección deportiva, que es evidente que no controla el mercado como debería.

Como en el verano de 2016 y en el de 2017 el equipo parece mejorado respecto a la temporada anterior, pero nuevamente es un roster incompleto, consecuencia de tener que ir al mercado cada año a por 5-6 piezas, algo insostenible en términos deportivos y económicos. O funciona esta reconstrucción o el siguiente paso no puede ser otro que la demolición. Conviene no olvidar que esto es el Fútbol Club Barcelona, que la exigencia ha de ser la excelencia, no la mediocridad en la que vive instalada la sección desde hace años. Se acabaron las excusas. O se va para arriba o los que cada año llevan tomando malas decisiones tendrán que marcharse como en cualquier organización de primer orden donde uno hace mal su trabajo. Viene a la cabeza la frase de Samuel Beckett “No importa, inténtalo de nuevo, falla de nuevo, falla mejor”. Aquí no se mejora, al contrario, y en el Barça esto es inadmisible.