Valverde: el legado y una tramposa exigencia

Ayer hablábamos en esta insignificante página web sobre el futuro, el fútbol y el presente de Riqui Puig. Antes de ayer, la figura de futuro que ilusionaba o era foco de ilusión era Carles Aleñá, figura de un filial disfuncional que no pudo evitar el descenso a pesar del buen hacer del canterano.

Hoy, esta misma temporada, Messi, el nuevo capitán del equipo, ha dejado las cosas claras: El objetivo del grupo es conquistar la sexta en el Wanda Metropolitano. Las tres Copas de Europa del Madrid de Zidane han hecho mella, el grupo de cuartofinalistas se exige la Champions.

Entre medias, el entrenador, va a tener que lidiar con las exigencias marcadas por su propio vestuario, las del club y las realidades que va a disponer para encarar una temporada como la que ha recién empezado. Canteranos, futuro o Champions y exigirse el triplete.

La encrucijada es harto complicada, y el escenario es para Valverde directamente cruel y despiadado. Si por un lado su trabajo lo centra en dejar un legado a aprovechar para sus sucesores y el club en general (oportunidades para Riqui y Aleñá, dar importancia a Arthur en la temporada de su aterrizaje en Europa, dar un papel preponderante a Ousmane Dembélé, planificar seriamente una sucesión de Busquets y Piqué a medio plazo o dar un rol digno a Miranda frente a Alba, por ejemplo) correrá el riesgo severo de no poder acceder a los trofeos que se exige el vestuario y el club, lo que podría suponer, esto es el Barça, su conveniente despido.

Matizar ambas cuestiones será, entonces, un enorme reto. Por un lado, su obligación de ir a competir por todos los partidos y trofeos a los que aspira el Barcelona. Y a la vez, trabajar con una vista puesta en el filial, en sus jugadores más prometedores, pero con menos poso competitivo a corto plazo.

Se podría dar el caso en el que la temporada fuera, a nivel de resultados, un fracaso en base a los objetivos del club (como dijo Messi, la Champions y la obvia lucha por el doblete español) pero con una apuesta marcada por piezas como las comentadas en el cuarto párrafo de este artículo que demostraran merecer no sólo una oportunidad, sino un rol activo en el primer equipo de un Fútbol Club Barcelona.

Y con esto entra el dilema de la decisión que debería acometer la dirección deportiva de la entidad. Si los resultados no acompañan pero se atisba un futuro, una idea nueva, con nuevas caras con proyección a ser algo realmente importante en el fútbol mundial, ¿debería entonces el club renovar la confianza en Valverde o, en base a los resultados exigidos por la envergadura del club y su ambición, destituirle y volver a empezar? ¿Podríamos estar en un escenario de “legado” y “muerte”? Será complejo, mucho, pero…esto es el Fútbol Club Barcelona, nunca se dijo que fuera fácil.