La derrota del miércoles ante el Leganés fue un golpe duro para Valverde. Engrandeció las dudas y puso de manifiesto el problema esencial del FC Barcelona en este inicio de temporada (más allá del rendimiento individual de los jugadores), tener una estructura competitiva con el nuevo esquema del técnico, el 4-3-3.

Durante el año pasado, motivado por la marcha de Neymar y la lesión de Dembélé, el Barça de Valverde encontró en el 4-4-2 la consistencia necesaria para competir. Ganó la Liga i la Copa siendo un conjunto bien estructurado, muy sólido y que concedía muy poco. Un equipo que, gustara más o menos, tenía el sello del técnico.

En este inicio de temporada, Valverde ha querido dar una vuelta de tuerca el equipo y ha tratado de dar cabida en el once a sus jugadores más determinantes, cambiando el esquema del 4-4-2 al 4-3-3. Las primeras sensaciones no son esperanzadoras, con un inicio que, a pesar de las victorias, muestra a un conjunto descompensado y frágil a nivel defensivo que genera dudas en la afición, en la opinión pública y en el propio Valverde.

¿Cuáles son esas dudas?

Rakitic-Busquets

La sociedad que crearon Rakitic y Busquets durante la pasada temporada fue uno de los retoques més destacados que hizo Valverde. Con su gran rendimiento, esa dupla se convirtió en una de las señas de identidad del conjunto dirigido por el Txingurri, condicionando incluso el dibujo, algo impensable en años anteriores. Busquets se vio mucho más cómodo y liberado en el 4-4-2, y Rakitic, con su incansable trabajo y con el futbol de cara, se convirtió en indispensable en el sistema culé. Los dos daban estructura y consistencia al equipo, algo que se hecha en falta en este inicio de temporada cuando Rakitic está en el interior en el 4-3-3 ya que él tiene que dejarle espacio en tres cuartos de campo a Messi alejándose de esa zona y eso le distancia del centro del campo culé. Busquets se ve muy solo y con mucho espacio que cubrir tanto si tiene que presionar como si tiene que retroceder. Un hecho que, si el equipo no ataca ordenado, incrementa la posibilidad de hacer daño del rival si roba en posiciones intermedias, como hemos podido ver en estos primeros partidos de temporada en los que cualquier equipo ha tenido muchas facilidades para hacer daño a este Barça.

La baja de Iniesta

Como era de esperar, la baja de Andrés Iniesta iba a notarse. En este inicio de liga, al Barça le ha costado circular, le ha costado ordenarse con el balón y, en definitiva, le ha costado asentar el centro del campo en los partidos. Coutinho no es Iniesta, no hay un centrocampista que de calma, atraiga y ordene el equipo como hacía el manchego solamente con estar en el campo. Y eso hace que el conjunto azulgrana pierda el control de los partidos.

Coutinho-Dembelé

Este año, Valverde ha mostrado empeño en que Dembélé diera un paso adelante y se convirtiera en un jugador determinante para el equipo. Sin embargo, para ello ha tenido que meter con calzador en el centro del campo al segundo jugador del equipo que más ofrece a nivel ofensivo, Phillipe Coutinho. La electricidad y la gran definición del brasileño le hacen letal en tres cuartos de campo y en el área. Sin embargo, más atrás, ralentiza en exceso la circulación y se ve muy alejado de su radio de acción, las posiciones interiores de la frontal del área. Un problema para Dembélé qué actúa en la misma posición que el brasileño. El francés, esta temporada, ha acallado su baja adaptación al ataque posicional del Barça con golazos que han valido puntos para los blaugrana.

Desconexiones defensivas

Uno de los problemas más destacados del conjunto azulgrana en este principio de liga son la cantidad de errores individuales que han protagonizado sus defensas, especialmente Piqué y Umtiti. Una pareja que, lejos de su nivel más destacado y, seguramente, sobrepasados por la estructura defensiva del equipo, han cometido errores que han costado puntos. Al Barça de Valverde le cuesta reafirmarse en situaciones adversas, como pasó en Roma y como hemos visto ante el Girona y el Leganés, especialmente. 

Encontrar a Messi

A pesar de todo lo comentado, la clave para que el FC Barcelona funcione sigue siendo la misma que en años anteriores, encontrar a Messi. Un problema que vimos en Roma y que hemos visto esta temporada cuando los equipos contrarios pueblan esas zonas intermedias en las que suele actuar el argentino. El conjunto culé mueve el balón lento, no hace movimientos de ruptura al espacio, no abre el campo, no tiene prácticamente desborde y, por lo tanto, no tiene amplitud, ni profundidad, y así es muy difícil generar situaciones en las que Messi pueda ser determinante. Aunque, a pesar de ello, en muchas ocasiones, lo sea.

Valverde tiene tiempo de sobra para disipar esas dudas y construir un equipo más fiable. Veremos si vuelve a la consistencia que le daba el 4-4-2 o trata de dar con la tecla del 4-3-3.