Dos son compañía, tres también

En contraposición de lo que versa la frase original, el filial blaugrana ayer nos quiso demostrar, que esta frase no siempre se cumple, y menos en el futbol. Pero claro, es algo que el Lleida, actual líder de la Segunda B, no sabía, y cuando lo supo, la unión de los 3, fueron multitud, pero para el equipo rival.

 

El aspirante

 

Toda competición que se precie, tiene su campeón y sus participantes, de entre los cuales, surgirán los principales aspirantes a que el campeón, no lo sea tanto. El título de aspirante, es lo que se ha ganado el filial blaugrana con el partido ante un gran equipo como el Lleida.

El filial blaugrana se presentaría en su propio estadio como el equipo bonito pero a veces poco consistente, el equipo plagado de juveniles que estaba llamado a ser protagonista en no mucho. Pues este equipo, se presenta ante un líder de la categoría con una personalidad y buen juego, propio de lo que es, aspirante a poder subir de categoría.

El once blaugrana, acostumbrado a retoques constantes, se presenta con un solo cambio respecto a la anterior victoria, Peña por Carevic:

 

Como se puede observar, hasta un total de 6 jugadores a pie cambiado. La condición de jugador a pie cambiado, es típica y constante en García Pimienta en sus interiores y extremos, pero la falta de Miranda y el nivel de Araujo, predispuso a que Guillem y Chumi, repitiesen en sus puestos.

Con la disposición antes comentada, saldría el filial a derrocar al líder, y la verdad, es que no le saldría nada mal. El filial planteó de manera más o menos constante un juego interior en pasos intermedios, que está dándole en los últimos partidos una brillantez y serenidad destacables. Esto también fue facilitado por una presión en bloque medio-bajo del Lleida, que no pudo tapar con claridad la circulación del equipo.

Cuando la pareja de centrales iniciaba la salida de balón, se encontraba una primera pareja (sus delanteros) que esperaban casi a la altura del medio campo. Esto posibilitaba que no solo Chumi o Araujo pudiesen conducir, si no que Oriol y los interiores pudieran perfilares y crear triángulos que atrajesen a sus marcas hacia posiciones más alejadas. Ejemplo de esto, son las continuas bajadas de Riqui hacia una zona lateral, “empujando” a sus compañeros Guillem y Ballou hacia zonas más adelantadas, posibilitando la generación de espacios en zona central, bastante bien ocupadas por un Oriol que cada vez va adquiriendo más peso en el juego “invisible” del equipo.

 

 

Un diestro para dos zurdos

 

La salida de balón del filial, a modo de red de seguridad, siempre fue hacia sus bandas, siendo muchas veces el origen y el final de la jugada. En partidos atrás, la figura compensadora de Oriol, así como la mentalidad del equipo, está virando el rumbo de salida.

Pese al peso exterior, este no está siendo el todo, si no la parte, y gran “culpa” de ello está siendo nuestro trío protagonista, Collado-Carles-Wagué, cada uno con un rol determinado y que fluctúan de manera armónica.

 

 

Collado está ejerciendo de Aleñà, baja a asociarse, se gira, busca a los alejados y atrae, atrae mucho, por dentro y por fuera. En salida de balón, Wagué sube al medio, y si Alex baja, recibe el balón y se asocia con Wagué o directamente conduce por dentro soltando a la zona Riqui. Una jugada que se está repitiendo, es la salida de balón por sector diestro, soltando Wagué, recibiendo Collado y ejerciendo éste de lanzador ante un Carles que se posición en zona de pico del área y el lateral derecho estirando por banda. Collado también está sabiendo detectar la zona de influencia de Riqui y Carles, no pisándose con ningunoy creando una armonía en el juego, que se está traduciendo en una mejor pérdida de balón.

 

 

El otro zurdo, es mi película de intriga favorita. Ya comentamos que su lesión era una soberana trastada. Tras su reaparición, el equipo fue recuperando automatismos que no puede permitirse perder. En salida de balón, se posiciona bien abierto, generando el estiramiento necesario, fluctuando por dentro cuándo y por donde la situación lo requiere.

Una vez Collado se posiciona de lanzador o Riqui ha vaciado la orilla derecha, el extremo migra hacia el balcón del área, proporcionando un punto de apoyo para la continuidad o aceleración. Dichas migraciones deben ser compensadas para que el equipo no adolezca de ser estrecho, máxime cuando su lateral zurdo es diestro, con todo lo que esto conlleva. Para ello surge nuestro facilitador, Moussa Wagué.

El lateral derecho quizás sea el “canterano” más maduro y hecho del equipo, y es normal, internacional con Senegal en el Mundial y jugador de primera división belga. Wagué no es simple poderío físico en el amplio sentido de la palabra (resistencia, velocidad y agil), sino que está dándole al filial un salto cualitativo con el que antes no contaba. Wagué permite una salida exterior de balón limpia, a la vez que está mostrando un timing muy correcto en ataque.

El lateral derecho está compensando ese sector, ejerciendo de hombre más abierto. Este hecho, no se traduce solo en centros al área, también en una sensibilidad pasadora que hace encontrar con “facilidad” a Carles y Collado. Es el compensador de los zurdos, la compañía del dúo.

 

Pese al gol, el triunfo

 

La segunda parte cambiaría en los primeros 15 minutos al rival. Presión altísima, creando la sensación de transformar ese 4-4-2 en 4-2-4. Como bien dicen, la mejor defensa es un buen ataque. El Lleida comenzó a cargar su juego ofensivo en esa parcela del campo, lo que haría que el trío del partido tuviera que ponerse el mono de trabajo y se hundieran. Por esta banda vino el gol visitante ante un jugadón Joan Oriol, en el que tanto Wagué como Oriol pecaron de juventud y no supieron cerrar la progresión del lateral zurdo. Tras esos 15 minutos, el filial se sacudiría dicho intenso inicio, y se volvería a hacer con el balón, aunque no con la misma tiranía del primer tiempo.

Sobre el minuto 75, Pimienta cambiaría a los extremos de banda y sacaría a un desacertado Ballou por un McGuane que está sabiendo moverse muy bien sin balón. Pese a que el cambio no sentaría demasiado bien al filial, Collado y Wagué se bastaron para seguir generando peligro, ayudados de un Riqui que danzaba por el ancho del terreno.

Para cerrar la gran actuación, un buen recorte de Moussa hacia dentro, una descarga de Collado hacia un Carles invisible, que tras un magnífico control orientado y una pizca de suerte en el rebote,el balón acabaría en el pecho de Collado donde fusilaría al portero rival. Victoria azulgrana, victoria de aspirante