Una de las grandes mejoras de este Barça Lassa de Svetislav Pesic tiene que ver con la forma en que se dirige el equipo y el control que se tiene de él en la pista y desde el banquillo. El técnico serbio, incluso en las derrotas, transmite mucho más orden, recursos e ideas que el equipo destartalado en que Sito Alonso convirtió el plantillón que recibió el año anterior. Pero el equipo también transmite más control y organización gracias a la pareja de bases; Kevin Pangos y Thomas Heurtel.

El Barcelona llevaba varios años, desde la salida del añorado Satoransky y de Marcelinho Huertas, sin una pareja de bases con cara y ojos. El descalabro conjunto de Rice y Koponen en el equipo de Bartzokas, que acabó con la ayuda de los temporeros Renfroe y Munford, y, al año siguiente, la soledad de Heurtel ante la inoperancia de Pressey, Ribas y el finlandés, que sólo respondió como el tirador que es bajo el mando de Pesic, casi habían hecho olvidar a la parroquia barcelonista lo que es tener una pareja de directores de nivel.

Pangos y Heurtel son dos bases muy parecidos y a la vez muy distintos, ambos están cortados por el mismo patrón; son ágiles, rápidos, ofensivos, muy habilidosos, buenos tiradores y excelentes asistentes, de hecho fueron de los mejores pasadores de la fase regular de la última Euroliga, pero a la vez son muy distintos; el canadiense es un director que transmite orden y genera juego para todos, y es un base titular de manual; el francés es un verso mucho más libre, un talento maravilloso a veces demasiado descontrolado con un uno contra uno letal, manos imprevisibles y un excelente tiro en suspensión. Ambos se complementan y es difícil que ninguno de los dos funcione, aunque eso mismo sucedió ante el Fenerbahçe de Obradovic, y fue un elemento clave en la abultada derrota del equipo. Con todo, a Pangos le está costando redondear su adaptación al Barça y eso se ve en determinados momentos, especialmente cuando no todo le va de cara, aunque es de esperar que siga evolucionando en las próximas semanas y que el equipo despegue definitivamente.

El base canadiense no es el único de los nuevos que está sufriendo en su acople; el rendimiento Chris Singleton es una montaña rusa, su extrema irregularidad hasta el momento hace de él una moneda al aire, y es completamente impredecible saber qué cara tocará. El estadounidense es muy bueno, quizá extraordinario, pero es de esos jugadores con un deje de pasotismo que desquicia a los aficionados. Si está entonado es de lo mejor de Europa y, por recursos, casi imposible de parar, pero cuando no le entran, transmite una sensación de flema e indiferencia, arrastra los pies y parece que le pese todo, y le cuesta conectar con la grada por esa falta de garra. Tampoco Artem Pustovyi y Rolands Smits parecen del todo asentados; aparecen de forma muy puntual en los partidos y, aunque suelen poder contribuir, sorprende que no entren más en las rotaciones.

Los otros dos fichajes parecen haber asimilado sus roles de manera excelente; Kyle Kuric se divierte siendo la gran referencia exterior del equipo y una metralleta como hacía tiempo que no se veía en el Palau, y Jaka Blazic asume su rol de especialista defensivo saliendo desde el banco y eso le ha llevado a alternar excelentes partidos, en los que su energía y puntos fueron vitales, con encuentros en los que apenas ha aparecido.

El cierre del balonmano en 2018

El Barça de balonmano cerrará este fin de semana, con la disputa de la Copa ASOBAL en Lérida, su 2018. Bidasoa será el otro cabeza de serie del sorteo y los posibles rivales en semifinales serán Ademar o Granollers. Después de ese torneo, llegará el momento de la concentración de selecciones para preparar el Campeonato del Mundo de Alemania que se disputará del 10 al 27 de enero de 2019.