El mes de enero llega a su fin con sensaciones atípicas en Can Barça. El club ha acudido al mercado de invierno como antaño; buscando parches que subsanaran carencias de la plantilla. Murillo y KPB ya forman parte de la familia blaugrana, al menos, hasta el final de campaña y Todibo lo hará después del verano.

Pero los de los recién llegados son, quizás, los nombres que menos han sonado en el entorno culé. Ambos llegaron por sorpresa, agazapados en una sopa de letras que la prensa nunca supo descifrar. David Luiz, Skrtel, Pepe, Stuani, Morata, Vela… por no hablar de los tulipanes.  Pero sin duda, De Jong aparte, el tema estrella entre el aficionado blaugrana ha sido el sustituto de Suárez. El perfil biológico del susodicho parece no ser un problema a la hora de llegar a un consenso, buscando un delantero joven, que asuma el rol de suplente del uruguayo hasta que este dé el paso a un lado. El futbolístico ya es otro tema, existiendo una dicotomía entre aquellos que piden un “Benzema” y los que anhelan un “Aubameyang”, aunque los nombres que salen a concurso pueden abarcar toda la paleta de colores: Maxi Gómez, Jovic, Wemer…

Lo llamativo de este casting, gustos individuales aparte, es lo poco que se está teniendo en cuenta al director de la película. Al fin y al cabo, estamos hablando de sustituir al mejor aliado (las estadísticas así lo demuestran) de la carrera de Leo Messi. La elección entonces, debe empezar por considerar cuáles serán los siguientes pasos del argentino.

Al contrario de la creencia -me atrevo a decir- generalizada de que el final del rosarino será en el centro del campo, Leo dará sus últimos momentos de júbilo cerca del área. Libre, enfocado al gol y rodeado de gente que entienda el espacio que genera su mera presencia y que sueñe con los mismos que Leo imagina. No en vano, comprender al 10 es el primer mandamiento para triunfar en la delantera del Camp Nou.

Por evolución física, trayectoria y comprensión del juego, el rol de 9 mentiroso es el que mejor se adecúa al caminar de nuestro genio. Debemos entonces plantearnos si estamos intentando resolver la ecuación adecuada, siendo vital rodear a la pulga de jugadores capaces de llevar el balón arriba sin necesidad de duplicarle esfuerzos, (Arthur, Aleñá, ¿De Jong?) y de jugadores exteriores capaces de interpretar el sistema y amenazar un espacio al que Leo, algún día, no llegará.

La figura del 9 pasa entonces a un segundo plano, necesitando, eso sí, un delantero de diferente tipología para determinados contextos, capaz de fijar centrales y devolver a Messi a la posición de mediapunta cuando el partido o el plan del rival así lo exija.

Enero llega a su fin, pero el mercado no descansa. Veremos si el Barça interpreta de la misma manera los últimos pasos del mejor jugador de su historia.