Phillippe Coutinho ha sido el fichaje más caro de la historia de la entidad (si no tenemos en cuenta todo lo que supuso realmente la incorporación de Neymar contando primas de fichaje, salario, extras y coste de traspaso más juicios) y en un año en el club azulgrana el brasileño ha demostrado ser un recurso de gran valor competitivo (dosis de gol interesante, golpeo de élite y cierta capacidad de desborde) y también una decepción de cara a ser parte esencial del discurso. Si no suma goles y asistencias su incidencia en el juego pasa a ser casi testimonial.

Hasta el punto en el que Valverde, después de las múltiples oportunidades de las que ha dispuesto tras las lesiones de Messi y Dembélé, ha decidido que el brasileño fuera suplente en la ida de los octavos de final de la Champions en Lyon. Para Valverde, en un día importante, era mejor salir con Ousmane fuera de posición, la versión reducida de Suárez y el aún “no recuperado” Leo Messi que jugar con el brasileño. Entró como recurso en la segunda parte.

El fútbol, y será el fútbol o lo que dicten en los despachos si la UEFA sigue despreciando este deporte, quién marcará cuál es el tope, el techo, del equipo de Valverde esta misma temporada. A priori, penalizar la cuota de gol gratuito del brasileño para jugar con Ousmane fuera de posición y las versiones actuales de Suárez y Messi no parece la mejor de las formas de cara a encarar el principal objetivo de la entidad. El potencial de Coutinho es demasiado importante como para ser suplente.

El técnico extremeño tomó decisiones valientes a lo largo de la temporada, decisiones que le legitimaron para renovar una temporada más con la entidad catalana y seguir como responsable técnico. Confiar a ciegas en Dembélé después de la durísima campaña contra el francés, la confianza en Arthur y Aleñá dándole minutos y partidos importantes o la entrada de la energía de Semedo en lugar de un desdibujado Sergi Roberto son muestras de un entrenador más valiente de lo que cabía esperar, pero puede ser insuficiente si no termina de acoplar el sistema a la presencia de Messi, Ousmane, el propio Cou y el delantero uruguayo. Será ahí donde Ernesto deberá valorar cómo sacar lo mejor de cada uno de ellos sin que el colectivo se resienta a nivel posicional ni defensivo.

A día de hoy lo visto es que Valverde no cree en Coutinho como discurso y su rol como recurso está por debajo del potencial mostrado por el brasileño a lo largo de su carrera pero será obligación de ambos el acercarse a ese potencial para convertir al Barça en un mejor aspirante a levantar la copa de las orejas grandes si los de siempre así lo permiten. Tiempo hay, pero ya es febrero y apenas queda margen de maniobra.