Consiguió el Barça una victoria balsámica en el Sánchez Pizjuán, necesitado de los tres puntos y, sobre todo, de recuperar las buenas sensaciones en el juego. Lo consiguió a medias, dado que la primera mitad confirmó la inercia de los anteriores encuentros, agravada por la presencia de hasta ¡siete! treintañeros en el once inicial. Valverde optó por el 1-4-3-3 de siempre, pero la mala actuación colectiva le empujó a introducir a Dembélé y a Sergi Roberto tras al descanso por unos inoperantes Vidal y Semedo.

Los cambios vinieron acompañados por un cambio de dibujo. El paso al 1-4-2-3-1 le sentó bien al Barça, que pasó de jugar por solo un costado a hacerlo por dos, circunstancia que le dio el control del partido prácticamente de forma inmediata: se instaló en campo contrario, atacó con mayor continuidad y, sobre todo, permitió a Messi vivir cerca de la frontal sin que se resintiera el balance defensivo colectivo.

El problema en la banda derecha

De sobras es conocido que Messi volvió a jugar en la banda derecha en la primera temporada con Luis Enrique, cuando se buscaba un encaje futbolístico a la figura de Luis Suárez, fichaje estrella de la 2014/15. El cambio de posición fue determinante para la consecución del triplete: cuanto más abierto jugó el rosarino aquel curso, mejor jugó el Barça.

La pérdida de un socio de la talla de Dani Alves tuvo consecuencias funestas para los intereses azulgranas. En la última temporada con Luis Enrique, Messi abandonaba con frecuencia el costado derecho, aposentándose en el carril central por detrás de Suárez o incluso visitando la banda izquierda para asociarse con Iniesta, Neymar y Jordi Alba.

Rakitić y Sergi Roberto, jugadores más relacionados con el espacio que con el balón, dejaron de activar ofensivamente al ‘10’ para compensar sus movimientos a nivel defensivo, sobre todo cuando el Barça no era efectivo en la presión arriba y tenía que replegar las líneas.

Con la llegada de Valverde y la marcha de Neymar, el Barça se instaló definitivamente en el 1-4-4-2, con Messi por detrás del punta. Mejoró el equipo en el balance defensivo, creció a nivel competitivo y le dio espacio al rosarino en la frontal, pero la no-adaptación de Dembélé y el declive de la figura de Iniesta mermaba el potencial ofensivo de los del ‘Txingurri’.

No hay rol ideal de Messi en el 1-4-3-3

Precisamente por esto, Valverde optó por regresar al 1-4-3-3 esta temporada, un dibujo más ortodoxo en lo posicional para recuperar cierta fluidez ofensiva. Messi volvió a la banda derecha con Sergi Roberto e Iván Rakitić, con todos los problemas que esto conlleva.

Tampoco ha mejorado la alineación en ocasiones de Nélson Semedo y Arturo Vidal como acompañantes de Messi en el costado derecho, dado que son jugadores más relacionados con el balance defensivo que el ofensivo.

Un problema de difícil solución

El 1-4-2-3-1 puede ser una solución a corto plazo a la espera de que regrese Arthur Melo. Con este dibujo, el Barça ocuparía de forma más racional los espacios y permitiría la alineación de los cuatro delanteros – Dembélé, Messi, Coutinho y Suárez – sin comprometer el balance defensivo.

A falta, sin embargo, de que Coutinho y Suárez recuperen un estado de forma competitivo, el Barça afronta una semana decisiva, con dos partidos en el Santiago Bernabéu que definirán el destino de la temporada en la Copa del Rey y, quién sabe, si también el de LaLiga.