Un amigo dijo una vez que el Real Madrid y el Barça no sienten alegría cuando ganan la Liga, sino que experimentan una sensación de alivio.

No puedo hablar como madridista, porque no lo soy, pese a tener en mi entorno cercano a muchos de ellos; como muchos ya sabéis he nacido y vivo en Madrid. Una rara avis que gusta del sabor azulgrana, pese a estar a seiscientos kilómetros del Camp Nou, y sí puedo hablar de la experiencia de un culé.

La culerada solo está “contenta” cuando cae el triplete. Ahí sí hemos demostrado a los de casa que somos los mejores, no solo en puntos, sino que jugamos mejor que nadie, pero qué además la diosa fortuna nos ha querido mostrar al mundo que, además de ser los que más bonito jugamos, ese juego se puede traducir en ser laureados con la ansiada orejona.

Somos así, no nos basta con que nos vean los mejores, sino que nosotros también tenemos que creérnoslo.

Ambos temas van asociados a nuestra cultura futbolística. Y, como siempre decimos, no es por placer para los sentidos, que también, sino porque esta forma de jugar es la que se suele traducir, al menos en nuestro caso, en triunfos.

Durante los últimos años ha existido una división interna en el aficionado, y cuando hablo de interna, no solo hablo de dentro de la propia afición, sino dentro del propio ser del culé común; algunos piensan que ya no se juega según el “modelo”, que nos estamos alejando del mismo para equivocar nuestra identidad y convertirnos en un equipo común. Cuando menos discutible, pero las “viudas de Pep” así lo atestiguan y de vez en cuando extrapolan ciertos aspectos del equipo que dirija en ese momento el de Sampedor, para intentar explicarnos cuan alejados estamos de nuestra raíces… bueno, al final todo mensaje es manipulable y este no lo es menos.

Pero dejando cuestiones filosóficas a un lado y ciñéndonos a los datos que todos conocemos, esta es la era Messi, no la era Pep, ni la de Rijkard, ni la de Lucho, ni siquiera la de Valverde. Y en la era Messi hay varios hechos incontestables; ese diez de quince en el ratio de Ligas ganadas y participadas del Argentino, además de los ocho conseguidas de los últimos once campeonatos locales en juego, llaman la atención. Más lo hacen el saber que salvo alguna excepción puntual, siempre que no se ha vencido, hemos competido el título hasta el último partido. Incontestable característica de los últimos quince años de este equipo: competitividad. En contra de la opinión popular, quizá no nos defina el fútbol de posición, ni el toque, ni el amor por el balón, nos define que siempre podemos contar con este equipo para cualquier meta, siempre lo lucharemos hasta el último minuto. Y cuanto antes entendamos que la madera de la que está hecha este equipo de Leo es no rendirse nunca, antes conseguiremos identificarnos y, porque no decirlo, disfrutar de este equipo, que tantas alegrías nos ha dado y tanto nos queda por disfrutar.

El verano Leo dijo que querían la orejona, que él quería la orejona, yo no menospreciaría nunca los deseos del mejor jugador de la Historia. Si Leo quiere algo, de algo podemos estar seguros; somos tan favoritos como el que más para conseguirlo…