Hace tiempo, cuando yo aún jugaba a la consola, más concretamente a la Play 2, tenía una pequeña manía que era no jugar con trucos. Sin embargo, había juegos donde estos eran algo habitual. Te lo logras pasar, pero claro, está la sensación rara de saber que hubiera sido sin ellos.

El Juvenil A, hacía tiempo que le gustaba coquetear con trucos, bastante de hecho. Sin embargo, el juego seguía, la historia gustaba y todos nos divertíamos, pero claro, la “trampilla” estaba ahí, era cuestión de tiempo, podían dejar de funcionar…

La lucha en el túnel

El Juvenil A estaba a las puertas de su segunda Youth League, de su segunda final consecutiva, de poder salir a la arena a batirse en duelo. Pero para ello, debía derrotar a su adversario de túnel, el Chelsea, del que fue verdugo el año pasado. El Juvenil se presentaría así:

A priori, un once muy coherente, plagado de “estrellas” del B, de ganadores en estas batallas. Sin embargo, un cambio que empezó a decantar aún más la tendencia del Juvenil A, la elección del pivote, que no es cualquier cosa.

Los trucos

Como ya comenté por aquí, un fuerte del equipo culé, más bien, el mayor de ellos, era su juego de bandas, el desequilibrio y virulencia de sus extremos y laterales. Pero el “olvido”, o mejor dicho, la bajada de prestaciones en la sala de máquinas probablemente les costarían a corto plazo.

Aunque la calidad en los costados, sobretodo en izquierda, es muy potente, las individualidades, la potenciación de algo no tan global, en estas categorías pueden ser susceptibles de ser asaltadas por jugadores más hechos físicas y/o mentalmentes.

Denis juntó a Ansu con Miranda y a Konrad con Guillem Jaime. Ambos laterales jugadores del filial, ambos asiduos a Segunda B y ganadores de la anterior competición. Además de los laterales, Denis tenía otros dos trucos bajo la manga, Monchu en el centro del campo y Mingueza en una mermada defensa.

Pese a todo esto, el Juvenil A en ningún momento pudo imponer ni su ritmo ni sus condiciones al partido. Todos los ataques eran demasiado rápidos, demasiado precipitados. Un Konrad iluminado fue el foco que quizás nunca debió encenderse. El extremo derecho generó una especie de veneno dulce que terminó por contagiar a propios, ya que desde su regate se pudieron minimizar muchas rutas de llegada, pero también crearon una falsa comodidad que terminaría cerrando la brecha.

Ansu y Miranda, a priori el dúo con potencial ganador, poco protagonismo tuvieron, y en parte por el magenetismo que Konrad generaba. Además, no se creó una pausa suficiente ni para las diagonales de Ansu o las subidas de Miranda. Marqués en ningún momento pudo disfrutar de la miel del andaluz. El Chelsea volcó sus esfuerzos en las bandas, amén de que ahí residía casi el todo del rival, dejando ligeramente descubierto el centro, pero… el interior no llegó a pesar

Lo de dentro es algo que se podía esperar, a medias. Aunque el equipo de Denis no venía siendo el paradigma del juego interior, un centro formado por Orellana y Monchu, tiene la suficiente autonomía para generar juego aunque se carezcan de rutas y pautas predefinidas. Sin embago, se toparon con un compañero de baile que poco les ayudó.

En el anterior partido, la tripleta formada por Monchu-Orellana-Collado era un truco difícil de mantener, y es por eso, que cualquiera que fuera su compañero sería bajar el nivel. Pero claro, una cosa es bajar el nivel, otra cambiar la tipología del pivote. Sin Álvaro Sanz u Orellana/Monchu en esa zona, dicha posición se quedó carente tanto de creatividad como de movilidad que pudiera generar línea de pase no solo ante las presiones rivales, sino para asentar posesiones en campo rival.

Con un jugador al que es fácil presionar, todo se volvió más rudimentario en la salida de balón, todo pasó a la confianza por los trucos. Aunque Tenas intentara dinamitar las presiones, ejercer de francotirador, no dispuso de la precisión que se requería, aunque esta quizás fuese demasiado alta para el contexto. El portero culé fue quien más creyó en algo que no estaba existiendo, y eso es digno de elogio, pese a su fallo.

Game over

Aunque el Juvenil A se pusiera por delante dos veces y la primera mitad no fuera demasiado buena, ésta ya hacía presagiar el inicio del fin. En la segunda mitad, la presión de los ingleses y su juego tanto interior como exterior, acabó dominando completamente al conjunto blaugrana.

Con un plan de juego que nunca se llegó a encontrar, los “trucos” empezaron a dejar de funcionar, las individualidades en bandas llegaban demasiado lejos y demasiado erráticas. Los cambios tampoco solucionaron nada, más bien lo contrario.

La entrada de Peque, la salida de Monchu, el mantenimiento del pivote, detalles que acabaron de hundir a un Juvenil A que llegó al final del partido, sin una sola poción. El fallo de Miranda en la tanda de panaltis, no fue sino la consagración de algo que se veía venir, los trucos en los juegos cuando dejan de funcionar te llevan en la mayoría de casos al final del juego. Pantalla negra, game over