La segunda cornada de Valverde

Una temporada casi impecable, campeón de Liga con suma autoridad, con el talento incorporado al equipo que ya arrasó la campaña anterior en España, otra vez finalista de la Copa rotando a la plantilla para llegar más frescos en mayo y por fin en semifinales de la Copa de Europa con un marcador casi definitivo contra el Liverpool. Excepto las lesiones de Ousmane Dembélé todo iba a pedir de boca para Ernesto Valverde. El equipo era sólido, llegaba bien y estaba a tres partidos del ansiado triplete. Este proyecto no ansiaba ganar la Champions, se exigía ganarlo todo. Pero no, el fútbol puso las cosas en su sitio y se acabó.

En Anfield Valverde recibió una segunda cornada que le deja muy tocado para seguir al frente del equipo la temporada que viene. Con contrato en vigor, recién renovado hace pocos meses por la directiva gracias al buen hacer a lo largo del año, sería una decisión traumática pero probable después de que el toro le embistiera otra vez. Con estas heridas habría que ser intrépido para seguir al frente un año más.

La realidad, más allá de las formas, muestra que el Barcelona perdió la eliminatoria por un gol de diferencia ante uno de los mejores equipos de Europa, y que en gran parte de la ronda estuvo con ventaja en la ronda. ¿Suficiente? Obviamente, no. Como bien reconoció Jurgen Klopp al finalizar el envite, “es fútbol”. Solo así se explican tres goles en situaciones no combinadas con errores impropios en defensa que cambiaron la suerte de lado.

“Fútbol”. Eso que juegan once contra once en el que deben darle con los pies a una pelotita para meterla dentro de la portería contraria. Y quién más veces lo consigue gana. El acto que define ese momento se llama “gol” y eso, al final, determina quien gana y quien pierde. Si ambos marcan los mismos tantos es un empate para cualquiera menos para la UEFA.

Tanto en la ida, 90’, como en la vuelta, ingleses y catalanes jugaron a un altísimo nivel. Vértigo, velocidad, llegadas en ambos lados y defensas sólidas. Messi y una acción determinante de Suárez daban ventaja a los azulgrana en la ida. La diferencia entre ambos equipos fue el acierto. El juego, a la par.

En Anfield el partido fue distinto. El gol cayó del lado local y el Barça no convertía las llegadas que tuvo ante Allison hasta que dos veces seguidas, en un plis plas, una eliminatoria controlada, se fue al traste. Una segunda cornada muy parecida a la de Roma pero también muy distinta. Sí estaba controlado el encuentro, sí se tuvieron ocasiones, Messi estaba mejor, la defensa era más sólida que antaño y la ambición y credibilidad más fuertes que nunca. ¿Por qué? Fútbol, sin más explicaciones. La metieron 4 veces y tú tres. Y cuando querías reaccionar ya te habían empatado. Sin tiempo. Puro fútbol en su máxima esencia.

Después de estos golpes el enfermo parece ya incapacitado para recuperarse y volver a coger el toro por los cuernos, pero si antes del desastre de Anfield mereció renovar (la directiva así lo hizo) y seguir a los mandos un año más sería incoherente castigarle ahora, aunque parezca ya imposible recuperar las fuerzas necesarias.

Al final se trata de que una decisión se madure y replantee en base a un rendimiento obtenido a lo largo de una campaña. Una temporada, aunque algunos mentecatos hagan ver que no para tapar sus miserias, dura 9 meses, e incluye partidos fuera de casa ante equipos de nivel medio que si no ganas luego puedes echar de menos en Liga. Y una Liga es una Liga, aunque no siempre el gol fue gol.