Por @PapitoOscar

Temporada 2011-2012. Visito Barcelona y un amigo me invita a ver el clásico de Segunda División; un Barça-Madrid en el Mini Estadi. Todos quieren que me fije en un chaval rubio con mucha clase que juega en banda, Deulofeu, pero hay un jugador que llama poderosamente la atención por su visión de juego, su calidad en el toque y su habilidad para el desborde. Pero sobre todo por su capacidad para leer lo que demandaba el partido en cada momento.

Comenzaba en posiciones adelantadas, para ir retrasando la misma, siempre en el carril central y acabar jugando de mediocentro. Cada movimiento que hacía, cada decisión que tomaba sobre el césped era acertada. Sus giros cuando tocaba, sus entregas al primer toque apoyando desde el centro del campo, hasta su remate era letal. Finalmente ese partido cayó del lado azulgrana, pero eso no era lo más relevante para mí, lo más importante es que había descubierto un jugador que debería acabar siendo útil al primer equipo.

Este detalle, este partido de hace ya siete años para mí simboliza muy a las claras lo que ha sido, lo que es y lo que puede llegar a ser Rafinha para este Barça. Quizá sin tanto relumbrón como su hermano mayor, que siempre entró mejor por el ojo, pero con una calidad y sobre todo un conocimiento del juego que, lesiones a parte, le pueden hacer perfectamente ser el jugador número doce o trece de esta plantilla.

Su polivalencia, de la que ya hacía gala en los juveniles, donde su destreza cara al gol, le hacía jugar de delantero centro, nos dice que puede valer tanto para suplir a Leo, como ya hizo en varios de los partidos que este se perdió, como jugar más retrasado en medio campo como un interior más. Y la explicación es clara; técnica más que suficiente, más comprensión del juego específico del Barça. Muy pocos interpretan el fútbol que demanda el Camp Nou como Rafinha.

Las lesiones, sobre todo de rodilla, no le han respetado los últimos años y eso ha implicado que a veces se dude de si tiene hueco en la plantilla. Aquella lesión contra el Inter hace unos años le hizo mucho daño en su carrera. Todos sabemos que dicha articulación, cara sobre todo al giro, gesto técnico elemental para el futbolista, son fundamentales para el jugador. Y las del canterano parecen especialmente frágiles tras estos percances que venimos hablando. ¿Le da su físico para ser ese jugador en plantilla necesario para que, al sustituir a cualquiera de sus compañeros, el fútbol del equipo no chirríe? Esa es la gran pregunta. Si la respuesta es sí, el club debería apostar por el brasileño. Pero si hay la más mínima duda, quizá lo mejor sea dejar volar al dorsal doce del equipo, para que pueda demostrar su categoría y enseñe su sonrisa con otros colores que no sean los azulgrana…