Por @turuwilder.

No es El Sadar uno de esos campos que al visitarlo el Barça algo se le remueve al culé. Allí no se han perdido ni ganado Ligas. Tampoco se recuerdan exhibiciones memorables ni del equipo ni de ningún jugador especialmente. Para el aficionado blaugrana el feudo rojillo es ese estadio amable (nada que ver con la hostilidad hacia el Real Madrid) en el que Leo soltó un zurdazo inolvidable, antes Ronaldinho una volea tras sombrerito genial y antes de eso la vaselina de Romario tras magistral asistencia de Laudrup. Pero siempre es un campo duro porque tradicionalmente Osasuna plantea partidos incómodos a los grandes de la Liga. Por eso la capital navarra suele ser un buen termómetro para medir al Barça de cada temporada.

Sin duda los cuatro años de Pep Guardiola en el club azulgrana pueden servir de referencia para corroborar esta teoría. Los cuatro Barcelona que visitaron El Sadar entre 2008 y 2012 definían bastante bien lo que eran y serían esos equipos a final de la temporada. Vayamos repasando los partidos ligueros de esas cuatro campañas:

2008-2009 (2-3): El típico partido invernal en Pamplona, con niebla, frío y las cámaras del Plus como testigos de excepción de lo que era ese primer Barça de Pep. Emocionante, pasional e imperfecto. Un encuentro donde Osasuna remontó el gol inicial de Eto’o y luego el Barça hizo lo propio en uno de esos arreones tan característicos de esa temporada.

2009-2010 (1-1): Seguramente fue la temporada más espesa de esa etapa y Pamplona fue una demostración. Pese a tener ocasiones para ganar al Barça le costó atacar al equipo de Camacho, consiguió adelantarse con gol de Keita pero se dejó dos puntos en el 93’ con gol en propia meta de Piqué.

2010-2011 (0-3): El famoso partido de la huelga de los controladores aéreos. Llegaba el Barça a Pamplona con retraso pero subido en la ola de aquel mes de juego y resultados inolvidables. El 0-8 en Almería, el 5-0 al Real Madrid y tras Osasuna 5-0 a la Real Sociedad y el 1-5 en Cornellá. Enfrente tenía a un Osasuna cuesta abajo que acabaría echando a Camacho, pero ese Barça torturó a los navarros tanto como a cualquier rival de aquella temporada. Sin fisuras, sin errores y sin piedad. Una máquina perfecta.

2011-2012 (3-2): Se juntaron el buen Osasuna de Mendilibar y el Barça más vulnerable de la era Guardiola, que se dejó la Liga en varios desplazamientos, especialmente Getafe y este de Pamplona. Desde entonces encadenó 11 victorias seguidas para casi lograr la machada de remontar una Liga perdida, pero el Real Madrid sentenció en el Camp Nou.

Cuatro duelos que definieron esas cuatro temporadas y que seguramente sirvieron a Pep como ensayo de lo que vive actualmente en la Premier League. Un campo con gran presión atmosférica, un rival que apostaba por el juego directo, césped no siempre en buen estado y donde pasaban menos cosas de las que parecían por ese ambiente norteño, como podía ocurrir en San Mamés a mayor escala.

No fue Pep el único que sufrió al Sadar, pues los entrenadores que le precedieron pasaron por Pamplona y también definieron a sus equipos. El de Tito se impuso 1-2 como solía imponerse, concediendo mucho atrás pero con un martillo pilón arriba como Leo y con un conjunto que ganaba por costumbre pese a que las sensaciones no eran las mejores. Le pasó lo mismo al Barça del «Tata» Martino, que se presento en el entonces Reyno de Navarra con un partido tan triste como su temporada completa.

Y si retrocedemos hasta el momento en que Osasuna regresa a Primera en el año 2000 vemos cómo durante el Gasparato el Barça no gana una sola vez en Pamplona y rompe la racha Rijkaard, que se impone en sus dos primeras temporadas (1-2 y 0-1) y pierde en la del doblete de 2006, pero ante un Osasuna que acabó 4º aquel año. Los 0-0 de la 06-07 y 07-08 definieron después la depresión en la que cayó aquel equipo.

El sábado se va a encontrar a un recién ascendido con mucho por mejorar, pero no el de la 16-17 que casi llegó a diciembre descendido. Osasuna ha empezado bien y esta vez llega a 1ª con un proyecto serio y asentado que logró el ascenso de una manera lógica y no milagrosa como en 2016. Le falta a los de Arrasate desequilibrio por fuera, pero es un equipo vertical que ha encontrado en el Chimy Ávila el jugador que necesitaba en la doble punta que suele proponer el ex técnico del Numancia. Tiene muchas variantes en ataque porque además Jagoba Arrasate es un técnico muy intervencionista que ha hecho de Osasuna un equipo algo camaleónico, capaz de adaptarse a las diferentes circunstancias del partido y del marcador.

El Barça se reencontrará con tres canteranos en el equipo pamplonica. El guardameta Rubén Martínez ha olvidado su última y traumática etapa en 1ª con el Deportivo y, aprovechando la grave lesión de Sergio Herrera, se hizo con la titularidad desde la temporada pasada y ahí sigue a un muy buen nivel. Fran Mérida se ha encontrando con la irrupción del joven Moncayola y de momento no ha debutado este año en Liga. Podría tener la oportunidad si Arrasate propone esa especie de trivote por el que apostó en Leganés. Y arriba podría jugar Marc Cardona, en el que parece confiar el técnico bizkaino pero al que le está costando entrar. Por eso no sería de extrañar que ante un rival como el Barça Arrasate prescinda del catalán y acompañe al Chimy con un delantero rápido como Brandon o uno de más pausa y talento como Rubén García, ya recuperado. O quizá repita lo de Leganés y el argentino sea única referencia.

En cualquier caso le va a tocar sufrir al Barça en Pamplona, como casi siempre, pero este año más si cabe. Los de Valverde llegan con bajas y pese a la gran imagen ofrecida ante el Betis El Sadar será otra película. Osasuna siempre exige una buena versión para llevarse los tres puntos de su feudo y el Barça deberá demostrar de qué está hecho.