Piqué en el equipo de Busquets

@Joanbarriach Sabido es que Gerard Piqué es de los jugadores con un arranque de temporada más lento que de la mayoría de sus compañeros. Por su complexión física se podría decir que es una especie de motor diésel, que tarda en arrancar, pero cuando lo hace resiste bien la cantidad de partidos a jugar durante una temporada.

En octubre, con el curso ya en marcha, la situación de Gerard ha sido conflictiva a nivel deportivo. Con sólo ocho jornadas disputadas Piqué ya ha recibido cinco amarillas y va a estar el preceptivo partido fuera de combate por este motivo. Que un central, un defensa más fino que burdo a la hora de ejercer su profesión, haya llegado tan pronto a este tipo de sanciones demuestran por un lado que su rendimiento ha sido conflictivo (la necesidad de hacer uso de acciones contundentes) y que el equipo no ha respondido como sería exigible en un tercer año de proyecto (las situaciones en las que los defensores se ven expuestos y vendidos en desventaja ante sus rivales).

Conociendo y reconociendo que Piqué tarda en arrancar y que, si se siguen las normas de las pasadas temporadas, Gerard va a mejorar sus prestaciones a lo largo de los partidos, cierto es que hay otro punto que puede generar un conflicto de estilos dentro del equipo y del proyecto. Gerard Piqué es un central que vive y brilla sobre todo en la defensa de su área. En esa zona podríamos decir que es élite, de lo mejor del mundo; pero el proyecto con De Jong, Arthur y Busquets necesita de un colectivo agresivo en campo contrario para poder llevar a cabo una presión eficaz y eficiente.

Esta situación genera un desequilibrio evidente en su propia esencia. Un central excelente que brilla en defensa propia y con problemas si debe cubrir una excesiva cantidad de terreno a campo abierto junto a un mediocentro excelso en presión a campo contrario (con lo que supone desguarnecer zonas atrasadas en busca de mantener el balón y el rival encerrado en su área) es, intrínsicamente, un caso en el que Valverde va a tener que intervenir. Por ahora la elección de Ernesto está siendo sentar más de lo esperado a Busquets, pero parece evidente que queda aún demasiado trabajo y su tarea será conseguir que todos los perfiles, por inconexos que puedan parecer hoy, resulten en un equipo equilibrado, eficaz y agradable.