Valdés murió antes de romper

@ivanofde

 

Hace algún tiempo, escribí mi primer artículo sobre el Juvenil A y lo que estaba suponiendo la llegada del mítico ex portero y ex entrenador del equipo anteriormente citado. Víctor llegó en verano cargado de energía e ilusión, pero parece que todo tiene un final, en este caso, antes de lo esperado.

 

Un último repaso

 

Los anteriores partidos del Juvenil A fueron una puesta en escena llena de matices, cambios y diferentes esquemas a los que salcarle muchísimo jugo. Desde un rombo que tan buena pinta tenía en pretemporada, a una especie de 3-3-1-3 que mutó en una fatídica segunda parte vs BVB a un muy vertical 4-2-3-1.

Y dejando a un lado esto, llega el punto de inflexión, donde rompió la ola donde no debía. Si el Inter de Conte nos dejó contra las cuerdas en más de una ocasión, lo del Inter en Youth League fue el KO fulminante, ese puñetazo al mentón en el round 12.

Ese partido tendría la siguiente carta de presentación en forma de alineación. Una alineación que a priori sería una (Imagen 1), pero luego mutaría en la siguiente (Imagen 2):

Imagen 1

 

Imagen 2

 

Victor Valdés apostaba por un 4-3-3 que en el partido anterior de liga ya le había funcionado, pero claro, esto es la Youth League, y delante se encontró un Inter muy bien trabajado que fue netamente superior. Pero vayamos al partido.

Al inicio del encuentro, el Juvenil encontró una fluidez entre sus hombres de arriba bastante bonita, bastante líquida, pero una movilidad e intercambio de posiciones que no duraría demasiado. Como venía arrastrando como déficit, la falta de pausa les haría perder balones sin una buena colocación en el campo, cosa que originó algún que otro contragolpe.

VV reacción ante una pérdida de posesión de balón con un rombo, Nico a la MP, Jaume Jardí y Peque de delanteros y Nils al interior diestro. Con esto posiblemente se buscaba hacer un 3vs3 en salida de balón, pero los carrileros tan anchos, terminaban de masacrar una presión no del todo organizada. Los interiores no llegaban o no estaban, y los laterales esperaban atrás por la increíble movilidad de los dos puntas interistas.

Con el tanto del rival, el equipo culé tuvo mayor cuota de balón y empezó a mover bien la bola, con un Nils Mortimer que fue la estrella del partido. Sin embargo, la figura del malagueño requería de ajustes que su entrenador no supo darle. En su rol de falso 9, Peque estaba y no llegaba, su movilidad se redujo muchísimo, y Nils por perfil, atacaba esa zona centro-izquierda, donde Jaume estaba demasiado anclado como extremo y Oriol no ejercía de llegador, sino de sostén, creándose un efecto gravitarorio para esa zona.

Aunque este efecto descargaba otras zonas del campo, ni Alex Rico ni Álvaro Sánz le dieron al equipo ese juego entre líneas o movilidad sin balón contra la defensa que el partido requería. Todo demasiado estático que forzaba a los culé a muchos destellos de calidad difíciles.

En el descanso, Oriol y Nico fuera, Rosanas e Ilaix dentro. A mi parecer, la salida de Nico fue un error, porque se volvió a incidir en un factor que el Inter no estaba sabiendo resolver, el juego entre líneas y las llegadas de segunda línea. Aunque Ilaix mejoró el ataque, la salida de Nico restó pausa y un escalón con el que combinar Nils. Los goles llegaron cuando mejor juego estaba ofreciendo los culés, y la batalla acabó, Victor Valdés acabaría en la lona, como más tarde se supo.

 

La ola que nunca llegó a la orilla

 

Como en su etapa como jugador, la salida de Victor Valdés ha estado cargada de trifulcas y polémica. Humilde servidor no tiene ni idea de lo acontecido del túnel de vestuario hacia dentro, pero si tengo un sentimiento por todo lo ocurrido.

En su momento, me dejó muy mal sabor de boca la salida de VV y como se produjo, su lesión me partió el alma. No entendía porque nuestro mejor portero hasta la fecha, quería irse. Tras ese acontecimiento, la ilusión volvió cuando se intuía su retorno a la masía, un lugar donde pese al carácter fuerte y raruno de Víctor, les enseñaría muchísimas cosas que el mismo había vivido y mamado. Pues bien, de nuevo, otra marcha muy agria.

Víctor vino como una ola que quizás fue demasiado fuerte, como esa ola alta que se alza  y que cuando chico (y no tan chico) cogías dentro del mar para que te llevase a la orilla, con la tremenda decepción que te dejaba solo a 3 metros de donde estabas. “Ha roto antes de la cuenta” exclamabas ante tus colegas que te miraban como si tuvieses pringado en la frente.

Como en la vida, todo está lleno de olas, y quien sabe, si la de Valdés volverá a levantarse en un futuro. Lo que si sabemos, es que la ilusión y disfrute de ambas olas, es algo que siempre te llevarás, pese a no llegar a la orilla.