El equipo azulgrana ve cómo se acerca el momento de prescindir de Pesic y de recurrir a, se espera, Sarunas Jasikevicius. El prestigioso técnico serbio es una leyenda del club y cuando se vaya merece un homenaje, y de los gordos, pero hay que pensar en un proyecto, y no se puede pensar a medio o a largo plazo con un entrenador de 70 años por muy bueno que sea. Y es que Pesic llegó como un parche, y como parche es un lujazo casi inmejorable. De hecho, si no fuera por su avanzada edad, cuesta pensar que un entrenador de su calibre aceptara entrar en cualquier club como un mero remedio temporal.

Pero ese remedio temporal se ha alargado. El Barça incorporó a Pesic justo hace dos años. El equipo era un desastre con Sito Alonso y estaba fuera de Euroliga mucho antes del final de la temporada regular. Pero llegó el serbio y en unos días ganó la Copa y cambió a un equipo que se convirtió en un ente mucho más competitivo de la noche a la mañana. Y el año pasado repitió Copa y situó al Barça entre el top 5 europeo de manera indiscutible. Pero este año el equipo, que está obteniendo buenos resultados en general, no acaba de ofrecer la fiabilidad y el nivel de juego esperado para el plantillón que se creó en verano. Y ello ha costado la Copa del Rey, con una decepcionante eliminación a las primeras de cambio. Aunque hay que decir las leisones en el puesto de base han supuesto un gran problema para el juego del equipo.

Pesic es un entrenador devoto del juego intenso y aguerrido. De defensar abrasivas y trabajadas, y quizá de ataques algo más simplificados. Esa filosofía defensiva permitió al Barça crecer estos dos años, pero por esa misma idea del juego, Pesic aprovecha en líneas generales mucho más y mejor a jugadores físicos, defensivos y duros que a jugadores de mayor talento. Aunque es cierto que el mejor Heurtel lo hemos visto con Pesic.

Jasikevicius, presumiblemente, dotaría al equipo de una nueva dimensión en ataque, un mayor ritmo, alegrío y mejores opciones para los tiradores. Esperamos que sin perder la ansiedad defensiva o, por lo menos, la capacidad de defender con mayor ansiedad, que este año se deja ver algo menos que el pasado y el anterior tras la llegada de Pesic.

Pesic también es un entrenador con recursos en el aspecto mental del juego, y eso lo nota el equipo, que se recupera de los palos y socavones rápidamente. La victoria en Atenas ante el Panathinaikos tras el chasco de la Copa y una primera parte de partido en el OAKA muy floja así lo demuestran. Esta semana, el equipo tiene una prueba de fuego en Rusia ante el CSKA, esperemos que con Heurtel. Y también deseo no haber gafado ese partido, como ya me ha pasado otras veces al escribir sobre baloncesto.