Nélson Semedo ha protagonizado varias de las últimas portadas de los periódicos deportivos catalanes, por una razón muy particular: el FC Barcelona tiene la necesidad imperiosa de cuadrar cuentas el próximo 30 de junio y necesita vender a algunos de sus jugadores para conseguirlo.

Al lateral portugués se le ha vinculado con varios de los clubes más potentes de Europa, y lo cierto es que desde el club tienen que tomar una decisión respecto al portugués: tras tres temporadas, o lo renuevan o lo venden al mejor postor.

A Semedo se le fichó en aquel verano de 2017 procedente del Benfica, por la no despreciable cifra de 35 millones de euros más variables. El portugués era una apuesta de la secretaría técnica, entonces liderada por Robert Fernández, y venía para competirle la titularidad a Sergi Roberto.

A pesar del hype alrededor de su figura, me parece un hecho indiscutible que Semedo no se ha consolidado como titular y su rendimiento ha sido bastante irregular. Su problema principal, sin embargo, ha sido de adecuación al modelo de juego.

Y es que sus deficiencias técnicas, tanto en el control del balón como en el pase, como de lectura lastran en buena parte su aportación ofensiva: apenas gana línea de fondo y su capacidad asociativa es del todo insuficiente.

A Semedo únicamente se le recuerdan buenas actuaciones entrando en la segunda mitad de varios encuentros destacables de la temporada 18/19: los dos partidos frente al Madrid en LaLiga (5-1 y 0-1), la vuelta de cuartos de Copa contra el Sevilla (6-1) o las vueltas de las eliminatorias de Champions frente al Lyon (5-1) y el United (3-0).

Valverde solía dar entrada a el portugués junto a Arturo Vidal y Ousmane Dembélé, todos bajo un rol muy enfocado a cerrar partidos desde la defensa posicional y buscar la transición rápida tras recuperación.

El hecho de que rindiese en este tipo de escenarios demuestra que tiene personalidad y nivel, pero en un equipo que se adapte mejor a sus características. Su rendimiento irregular y sus deficiencias técnicas y de lectura a la larga han acabado lastrando el potencial del equipo y toda vez es muy probable que lo mejor para todas las partes, ante la dicotomía entre renovarlo y venderlo, es que el lateral acabe marchándose este verano.