Messi, Das Wunder von Lissabon

A pocos instantes de finalizar el encuentro entre el Barcelona y el Nápoles recibí un whatsapp de un amigo que decía: “ver a este Barça es tirar 90 minutos de tu vida”. Por un lado, su mensaje me pareció acertado pese al buen resultado, lo cual habla de la pobreza futbolística del equipo culé. Sin embargo, me obligué a encontrar algún argumento de peso que revocara su juicio particular. No dudé demasiado. Mi respuesta fue: “no mientras esté Messi”.

No hubo réplica, tan solo el silencio de la verdad. La conversación murió ahí, igual que el Barça lo hace con Leo, alfa y omega de este conjunto que, a pesar de su calidad y experiencia, transmite desgana, debilidad y conformismo. Como era previsible, el argentino se postula como el único motivo de esperanza para encarar esta inédita edición de la Champions League, tapando, una vez más, tanto la distancia entre los jugadores y Setién como la descomposición del club a nivel institucional.

Mi amigo y yo no conversamos acerca del próximo rival, el potente y rejuvenecido Bayern de Múnich, pero estoy seguro de que ambos sentimos algo de pavor al ver el resumen de su partido contra el Chelsea. Asombra -y asusta- ver como no pasan los años para Lewandowski, flamante goleador del campeonato, escudado por un grupo de jóvenes jugadores -Gnabry, Goretzka, Süle, Tolisso, etc.- que corren, asisten, centran y disparan con una soltura y facilidad endiabladas.

“Pero el Barça tiene a Messi”. Es la frase de la semana. Jamás la figura de un solo futbolista había conseguido transportarnos a pensamientos más propios del patio del colegio. Todos contra uno. “Messi contra Europa”, titulaba ayer el diario Marca. Es entendible, incluso razonable, construir semejante quimera en base a Leo, pero cualquier mínimo conocedor del fútbol comprenderá que con un solo jugador no basta para ganar la Champions. El equipo debe, como mínimo, ser constante durante los 90 minutos y no fallar en ninguna de las posiciones del campo, precisamente algo que no ha conseguido en todo el curso.

Por extraño que suene, al Barça no le hace falta ningún milagro para pasar esta eliminatoria, pues ya lo tiene en casa: se llama Leo Messi. ¿O acaso no es un milagro lo que nos ofrece partido tras partido? ¿No es un milagro su mera existencia? Más que un hechizo, lo que necesita este equipo es puro trabajo colectivo al servicio del milagro hecho futbolista: ‘Das Wunder’. Sí, el Barça actual es una especie de anti-mito, pues tiene lo imposible, pero carece de lo corriente: orden y esfuerzo.

Lo que es incuestionable es que el ‘10’ es la esperanza, aquello que nunca se debe perder. Lisboa puede convertirse en el último escenario donde consumar el milagro de Messi. De producirse, yo lo titularía como “Das Wunder von Lissabon”. Después de Berna, Candeal y Cokeville, casi que daría para una película. ¿No creen?