Marc André Ter Stegen es, hoy, el mejor portero del mundo, o al menos entra de pleno derecho en la discusión sobre el mismo sin que nadie se escandalice por ello. El guardameta alemán llegó a Barcelona en verano de 2014 procedente del Borussia Mönchengladbach como un prometedor cancerbero que venía a suplir a un mito como Victor Valdés junto al chileno Claudio Bravo. Tras dos temporadas siendo el titular en las copas y suplente de Claudio en LaLiga se erigió ya como titular indiscutible, lugar en el que se ha asentado y ha alcanzado probablemente su cénit profesional.

En mayo del 2017 firmó su renovación Ter Stegen con el Barcelona hasta junio de 2022. Hoy, Marc André se encuentra en una relativa cómoda situación. Si decidiese no renovar ofertas lucrativas e interesantes no le van a faltar. Tanto en la Premier League, como el Bayern o la Juventus, por ejemplo, podrían ofrecerle un salario a la altura de su status, la titularidad en sus respectivas porterías y, también vayamos a reconocerlo, un proyecto deportivo como mínimo tan o más ilusionante que el ofrecido hoy por el Fútbol Club Barcelona de Josep Maria Bartomeu.

¿Por qué no debería renovar Ter Stegen?

Siendo un personaje que se ha integrado perfectamente en la cultura y la sociedad barcelonesa y catalana como pocos extranjeros han hecho Marc debe plantearse su futuro profesional. Y hoy, si su decisión se basara únicamente en este parámetro, la mayoría de ofertas que le pudieran llegar de fuera le podrían ofrecer un mejor futuro. Equipos mejores, proyectos deportivos ambiciosos con vistas a ganar a corto y largo plazo, mantenimiento de un status ya consolidado como mejor portero del mundo hoy frente a un Barcelona que no se ha cansado de hacer el ridículo por los campos de Europa con la presencia cada partido de los mismos futbolistas que en su día fueron los mejores en sus respectivas posiciones y ahora son unas meras fotocopias descoloridas y decadentes de lo que en su día fueron. Si además de esto, que no es poco, añadimos que Bartomeu, en una decisión tan ambiciosa, como fue ofrecer el cargo de entrenador a técnicos con muy poco bagaje en la élite europea ni tampoco ningún tipo de carisma o liderazgo culé como fue Ernesto Valverde o ahora Quique Setién, tenemos el resto.

Además, en una dinámica como la actual, en el que ni la directiva ni el cuerpo técnico están a la altura, Ter Stegen tiene que ver como todas y cada una de las potentes inversiones que efectuó el club para intentar relanzar el proyecto a lo mínimo exigible a la entidad azulgrana, han sido o están siendo un fracaso absoluto. Jugadores fuera de posición, rendimientos mediocres, nulo liderazgo y tutela ante el futuro de la entidad y la descapitalización de la Masia en beneficio de fichajes mediocres culminan en el que es hoy un Barça fallido que necesita como el comer su renovación para no perder aún más prestigio y potencial deportivo. Pero seamos honestos, si termina renovando no es por cuestiones deportivas, será por económicas o sentimentales. Y esto es un auténtico fracaso para el Barcelona. Uno más.