Lobezno: el mejor en lo que hace

El regreso de Álex Abrines tras su aventura en la NBA despertó temor e ilusión a partes iguales. Por un lado volvía un jugador talentoso y querido que había tenido un comportamiento ejemplar en sus años en el club y que había dejado muchas cosas pendientes, pero también estaba de vuelta ese jugador todavía por hacer y con una gran inactividad fruto de esos problemas que le hicieron aparcar su deporte durante un tiempo.

Cuando firmó además lo hizo con muchas menor garantías que cuando hizo las maletas dejando a Bartzokas a cuadros, pues venía a completar un juego exterior de mucho nivel, con una rotación bastante cerrada y con Cory Higgins como fichaje estelar. Venía a ponerse a trabajar con un entrenador de ideas fijas como Pesic, que tenía muy claro a quién y qué quería, por lo que su adaptación al equipo ya se sabría que sería progresiva y lenta. Por una parte eso le restaría minutos y retrasaría su puesta a punto, pero por el lado bueno le permitiría crecer sin presión en un equipo con evidentes urgencias por ganar.

Lo cierto es que la temporada respondió a las expectativas. Le costó arrancar y adaptarse a la competitividad que ACB y Euroliga exigen, sumando minutos de poco calado casi siempre y cuando se los ganó sin tener ninguna continuidad. Poco a poco fue entonándose, mejorando individualmente e incrementando sus porcentajes, pero pesando muy poco en los planteamientos de Pesic. Esperaba en una esquina y si le llegaban balones quizá los aprovechaba, pero siempre con un rol muy pasivo. Conforme el paso de la competición pareció contar con algo más de confianza del preparador balcánico, presente incluso en minutos finales de partidos importantes, pero siempre como un actor muy de reparto.

Seguramente fuera una temporada dura para Abrines, que sin embargo nuevamente mostró una actitud intachable dentro y fuera de pista. Su impacto en la canasta contraria está claro que no fue la deseada, pero en la propia la suma de su experiencia NBA y la exigencia de Pesic sí pareció dar resultados más rápidamente. Un Álex más preparado físicamente para aguantar los contactos, mejorando su lectura y posicionamiento y también la lucha por el rebote. El año a las órdenes de Pesic a buen seguro que no será recordado como el mejor de su carrera, pero igual era ineludible escalar ese puerto para llegar donde está ahora.

Y ahora está casi al máximo de su potencial. Hace mucho tiempo que se asumió que Abrines no sería un generador sino un ejecutor. Las dudas que pudo haber al comienzo de su carrera sobre si era escolta o alero ya no existen, siendo claramente un «3». Eso no significaba que no pudiera ser un jugador mucho más propositivo que con Pesic, mucho más aislado que con Jasikevicius. La coralidad que propone el preparador lituano y su apuesta por una circulación mucho más fluida exige de todos sus miembros mayor participación, con roles perfectamente asignados y con jugadas marcadas para ellos.

Abrines es quien está disfrutando más de estos primeros compases de temporada. Muchas opciones de pizarra dibujadas para él en las que siempre suele llegar en situaciones ventajosas. El equipo le está encontrando, él está con una enorme confianza y esto se traduce en que está siendo el mejor culé durante estas primeras semanas. Se ha ganado el puesto de alero titular (aunque no salga en el quinteto), está participando en finales de partidos apretados y asumiendo tiros importantes.

Es verdad que Higgins todavía no está al 100%, Kuric acaba de reaparecer, Hanga está jugando otra vez mucho de base y es de esperar que Claver empiece a encontrar su sitio en esta nueva propuesta, pero este comienzo de temporada de Abrines es tremendamente prometedor. Tendrá que trasladarlo a canchas complicadas y rendir a este nivel con regularidad, pero da gusto ver a Álex Abrines jugando así a baloncesto. Fiable desde el perímetro, duro y concentrado atrás, ayudando en el rebote y siempre tomando buenas decisiones para él y para el equipo.

Lobezno se ha regenerado de sus heridas, el Adamantium cada vez parece más impenetrable, sus sentidos están despiertos a más no poder y sus garras afiladas como nunca. Y ahora, como le pasó a Logan, ha encontrado a su Profesor.