A nadie escapa que cuando comienza una relación, más cuando pensamos que esa es la persona que definirá nuestra vida, realizamos actos de declaración de amor continuos, no ya cada día, sino casi diría que cada hora. Pensando que eso durará toda la vida y bueno, evidentemente no es así. Desaparecen los gestos de complicidad a cada minuto, las llamadas a horas intempestivas, los regalos continuados, los detalles diarios… todo se acaba espaciando más en el tiempo, quizá  porque es imposible mantener ese éxtasis continuo hasta para los mas locos corazones. Pero eso no significa que desaparezca de repente.

Antes de que Frenkie fuera a aterrizar en el Camp Nou, daba gusto ver volar a su Ajax. Y sí, era «su» porque él era el jugador contextual de ese equipo. El que marcaba el ritmo, el que definía cómo se debía jugar, pero sobre todo a qué. Sus conducciones, sus desplazamientos continuos de balón, en definitiva sus transiciones agitaban y activaban al resto de compañeros, condicionando todo el juego de un equipo que jugaba a varias velocidades, pero todas ellas altas, no había lugar para otros ritmos que no fueran con el corazón en la boca, muy en consonancia con estos tiempos que corren, tanto en el verde como en la vida.

Una vez que el fichaje del jugador holandés se consumaba, todos esperábamos que el fútbol azulgrana se tiñera de su personalidad. De, porque no decirlo, su optimismo en la dirección de campo. Algunos lo situaban en la base de la jugada, al lado de Busquets o mejor, si era posible, sustituyendo a este cuyo fútbol ya había quedado supuestamente «obsoleto». Otros indicaban que mejor ser ese interior con vuelo y con llegada al balcón del área rival. No cortando esa supuesta capacidad del veintiuno de no echar el ancla en ningún puerto, sino más bien al contrario, navegar a toda vela, impregnando de un ritmo frenético al equipo.

Al final ni una cosa ni otra, y su primer año en un club de frenopático fue decepcionante, buen síntoma de lo que representaba el equipo la temporada pasada. Pero una vez se decidió que esta estaría comandada por Ronald Koeman desde el banquillo, que había dirigido al mejor De Jong que nunca vimos, no ya con su amado Ajax, sino con una selección orange llamada a estar en el pódium de todas las competiciones de naciones los próximos años.

El comienzo de temporada ha sido dubitativo, no solo de Frenkie, sino del resto del equipo. Y las lesiones nos han obsequiado en ver a un muy buen De Jong en el centro de la zaga, permitiendo, en algunos de los mejores minutos de la temporada, tener un zaguero solvente en fase defensiva, y sumar un centrocampista más cuando el balón estaba en posesión. Pero ese era un recurso puntual, en seguida hemos visto que la idea es volver a trabajar sobre zagueros que juegan de central, como son Migueza y Araujo, tras las bajas por lesión, Piqué, o por omisión, Lenglet. Aunque solo sea porque en fase defensiva no son supuestamente una debilidad.

La primera parte del jueves ante la Real nos dejó ver la mejor versión del equipo, que parecía haber dimitido a comienzo de temporada. Y la vivimos porque el dinamismo, palabra clave en el diccionario de Frenkie, volvió a ser protagonista de un equipo cuyas principales piezas si son algo es que son móviles. Los Pedri, Griezmann, Dest, nuestro protagonista y el propio Leo, si algo tienen en común es su capacidad para ubicarse en distintas zonas del campo a lo largo del partido e incluso de una misma jugada. Otorgando al equipo de una capacidad de movimiento diferencial en el fútbol actual. Y ese y no otro debe ser su fuerte.

Que el rival reciba una presión alta para recuperar lo antes posible y cuando el balón obra en su poder, ejecutar unos movimientos que permitan ajustarse sobre el campo a la vez que se desubican los recursos rivales, provocando esa capacidad de que algo pase, casi casi en cada jugada, en cada momento, que ese éxtasis que lleva al caos rival perdure en el tiempo, como un enamoramiento continuo. Solo así el Barça volverá a ser un equipo competitivo y moderno.  Enganchado a este tipo de talento y a la espera de recuperar  dos piezas vitales como son Ansu y Gerard. Solo así continuará en el bucle y el éxtasis del buen comienzo de casi cualquier relación…