Sin continuidad no hay futuro

Veíamos la alineación de Ronald Koeman antes del enfrentamiento ante el Levante y nos entraban todos los males porque repetía el once que perdió en el Carranza con el único cambio de Araujo por Mingueza. Una nula intervención, pensábamos, después no haber podido superar en ningún momento a un recién ascendido y además volver a jugar sin extremos, equipo partido y muchas piezas donde hicieron uno de sus peores partidos de la temporada. La meritocracia y la mano de Koeman era inexistentes.

Pero el fútbol siempre nos sorprende y Koeman modificó notablemente su sistema para enfrentar al Levante de Paco López. Colocó un 4-3-3 en ataque, con Coutinho-De Jong como interiores, Griezmann extremo derecho, Braithwaite por izquierda y Messi de falso nueve. El 10 del Barça partió de ahí pero no ocupó esa posición en ataque en ningún momento porque venía mucho a recibir y generar para juntarse a los interiores y poder asociarse. A partir de esos movimientos de Leo, Braithwaite conservaba más la posición en su banda y era Griezmann quien aparecía más por dentro. De hecho, Antoine tuvo las dos ocasiones más claras de la primera parte que fueron desbaratadas por Aitor, el portero del Levante.

El Barça sigue teniendo el mismo problema grave en ataque que evidenció ante el Cádiz. No tiene profundidad y mucho menos amplitud. Es imposible tenerla si juegas sin extremos y esa función será para los laterales. Pero ante el Levante hubo mucho más intercambio de posiciones y eso generó más ocasiones, tanto es así que fue injusto que el Barça no se fuera al descanso con una victoria momentánea.

El aspecto que sigue haciendo vulnerable al conjunto azulgrana es el defensivo. El Levante salía desde la defensa con una facilidad insultante. Coutinho y De Jong presionaban muy arriba, hasta la altura de los centrales mientras que Messi conservaba la posición y Busquets se quedaba como mediocentro posicional pero a mucha distancia entre líneas. La presión, como es normal, no era efectiva y el Levante se plantó en 2-3 ocasiones al área de Ter Stegen e incluso en una de ellas sacó una mano providencial para evitar el gol de De Frutos.

Y así llegamos al descanso con la esperanza de que estábamos viendo algo distinto y de que, con el paso de los minutos, caería el primer gol azulgrana. Pero Koeman, en una decisión desconcertante, volvió a situar su característico 4-2-3-1 al volver de vestuarios. En principio fue para ejecutar una presión arriba más efectiva y así fue porque el Levante ya solo salió con balones largos y comprometidos. El dominio o posesión fue mayor del Barça pero volvió a los mismos defectos en ataque que hace una semana. Equipo embotellado, nulo intercambio de posiciones y generación de ocasiones. Otro días más, una lectura nefasta de partido por parte del entrenador del Barça.

Koeman sigue pensando que cuantos más efectivos disponga en el ataque, más ocasiones va a generar. Un planteamiento que, constantemente, el fútbol le está mostrando que está equivocado. Hace al equipo más previsible, con menos capacidad de rotar el balón y, por supuesto, con menos capacidad de intercambio de posiciones porque hay más gente tanto de tu equipo como del rival.

Cuando peor se estaba poniendo el partido para los intereses del Barça porque los ataques eran inofensivos, una presión en campo del Levante por parte de Braithwaite permitía a De Jong recuperar el balón y servirlo para Messi dentro del área para, con un disparo cruzado y certero, superar a Aitor y poner el primer gol azulgrana.

Los 90 minutos ante el Levante evidenció el estado actual del conjunto de Ronald Koeman. Su equipo no tiene continuidad, tiene momentos o partidos sueltos donde hay rayos de esperanza con ciertos jugadores que deberían ser importantes y no lo consiguen ser porque no se afianzan como tales. Ante el Levante vimos a De Jong o Griezmann siendo de los mejores del partido pero ambos están siendo tremendamente discutidos durante esta temporada. En cuanto a sistema, la situación es la misma porque así como en la primera parte vimos un ataque mejor ordenado y generador pero un sistema defensivo más frágil, en la segunda fue todo lo contrario porque el Levante ya no pudo salir bien pero generamos un ataque muy pobre. Sería ideal si el Barça consiguiera tener partidos estables, con unión entre defensa y ataque pero ahora mismo viendo los cambios de sistema que lleva a cabo Koeman en los últimos partidos y que su lectura de los partidos es altamente mejorable, no podemos ser optimistas.