Decepción, delirio y autodestrucción

No fue el fin de semana que esperábamos. No es el texto que me hubiera gustado escribir. No es consuelo que al menos el Real Madrid no se la llevara. Tampoco que el jugador líder de este proyecto hiciera una actuación monstruosa como la que se le pedía. Cuando caes en una F4 la decepción es enorme, pero de ahí a entrar en una deriva de autodestrucción hay un delirio importante.

Primero porque el rival que había enfrente no era el Madrid de Imbroda (en paz descanse). Era el mayor presupuesto de Europa y una plantilla infinita. Con sus problemas en el puesto de base, pero llegando en un momento de forma espectacular. Ya en la final de Copa estuvieron cerquísima de ganar, en el Palau en ACB y la serie de 1/4 ante Maccabi ya confirmó que llegaban en el momento óptimo a Belgrado. Reforzados en su idea como equipo, con la plantilla enchufada y en un estado de confianza sensacional.

Y el Barça no. Hay cosas que llevaban un tiempo torciéndose, asuntos que no parecen solucionarse nunca y la serie ante Bayern ya fue una señal como para preocuparse. Muchas dudas en torno a algunos jugadores, problemas en el apartado físico y nuevamente solo 2-3 jugadores siendo realmente fiables, como venía siendo costumbre ya. Y esto en una competición de momentos, de estados de ánimo y de experiencia no perdona.

La F4 es un formato impredecible. El más emocionante pero no el más justo. El Barça ha sido el mejor equipo de Europa hasta el jueves y sale de la capital serbia como el más tocado de los cuatro que se presentaron allí. El gran derrotado. No es necesario recordar que grandes proyectos se convirtieron en proyectos campeones tras grandes derrotas. El CSKA de Itoudis, el Madrid de Laso o el Fenerbahce de Obradovic. Ganar una Euroliga es complicadísimo.

A partir de ahora Jasikevicius tiene un reto mayúsculo por delante, el de recuperar mentalmente a un equipo que tenía entre ceja y ceja ganar la Euroliga. Cómo activar al equipo para volver a repetir en ACB y conseguir un nuevo doblete será su tarea estos días. Y lo hace con la dificultad añadida de que él mismo sale tocado de la cita de este fin de semana. Se le cuestiona su rotación, sus modales con los jugadores e incluso su propuesta baloncestística.

Nada podría hacer peor el Barça que cuestionar a su entrenador. Todo debería ser susceptible de cambio excepto Saras. Tiempo habrá para encontrar las claves de la derrota ante el Real Madrid, de las dos malas series de estos dos años en cuartos de Euroliga, de las lagunas del equipo y de los cambios que habría que acometer para impulsar el proyecto, pero teniendo claro que la figura del entrenador es intocable.

Y bien haría el Club y sus aficionados en valorar la importancia de revalidar la ACB. Los culés «han comido mierda» demasiado tiempo como para no valorar la ilusión que debe hacer seguir dominando en España. Que el disgusto de la F4 no haga olvidar que este proyecto y estos jugadores no han ganado tanto como para caer en el desánimo. Y quien no se ilusione con este reto es con el que no se puede contar ni ahora ni en el futuro. El Barça necesita apetito. El luto se acaba el viernes a las 20:59, cuando hay que empezar el camino a por la 2ª ACB consecutiva.