La última Supercopa de España que disputaron Atlético de Madrid y Fútbol Club Barcelona es para recordarla. Como en las series chungas, aunque haya series que se supone que son buenas pero si hacen eso es que son chungas, aquí habría que empezar con un “en anteriores episodios…”. Aquella vez los rojiblancos eran vigentes campeones de Liga y Copa (chungo) y el Barça acudía como subcampeón de Copa.

En aquel anterior episodio la ida se jugó en Montjuïc. La vuelta en La Peineta. Esto ya es bastante chungo. El Barça fue el último Barça de las transiciones puras y el juego vertical. No había muchos rondos blaugranas. Muy chungo también. O más sorprendente. Jugaban Guardiola y Guillermo Amor, pero también De la Peña y un par de brasileños que vienen luego. En el Atlético era titular Diego Pablo Simeone, con el 14 a la espalda y Bandai delante. En la portería culé, Julen Lopetegui alternaba con Vitor Baía y de centrales Laurent Blanc y Gheorghes Popescu. Y todos con botas negras. Es decir, todo ha cambiado demasiado.

Aquella Supercopa, en su partido de ida, significó el debut de Ronaldo Nazario, un marciano venido de Eindhoven que aniquiló al sistema defensivo de Antic y firmó un elástico autógrafo sobre la cadera de Geli; una declaración de intenciones única en la historia de nuestra Liga. Era otra velocidad; quizás no de este sistema solar. Con un crepuscular Stoichkov, su compatriota Giovanni y un Luis Figo pletórico aquello abrió la boca de muchos. En las gradas no mucha gente presenció aquel 5-2. En la vuelta un 3-1 insuficiente dio el título al Barça.

Las Supercopas modernas ya no significan el debut oficial de la competición. Incluso hay una semana de por medio entre la ida y la vuelta donde antes había tres días. Así que no será el debut de Neymar Jr. con la camiseta del Barça, pues ya ha habido jornada de Liga antes de la ida, pero por ello recuerdo aquel agosto del 96. Antic tiraba el fuera de juego y Simeone juega con el bloque junto y súper medido, pero Juanfran se parece demasiado a Geli. Será el gran primer test de un futbolista majestuoso y vibrante.

También el primer gran envite del Barça de Martino y del Tata como jefe de filas. De comprobar la solidez del sistema defensivo barcelonista, del hambre de Villa, de testar las alternativas que manejará el mister rosarino para su mediocampo, de observar el momento de Xavi contra jugadores educados en el robo. Simeone no regalará ni un segundo de parón. Busca la victoria y llegar vivo al Camp Nou, pero Leo Messi tiene la cara de agrado y las piernas sueltas. Puede ser suficiente.