En tu casa o en la mía?

El equipo de Guardiola siempre juega a lo mismo. Matices y variantes, la tira, pero siempre pretende abusar de la posesión del balón, establecerse con él en terreno rival y eternizar el asedio a base de recuperaciones rápidas tras pérdida, negando al rival toda posibilidad de llevar la iniciativa. Lo hace porque puede, porque tiene a los mejores para hacerlo, porque es lo mejor que puede ofrecer.

Así pues, el rival tiene que decidir como afrontar este discurso reiterativo. A grandes rasgos puede hacerlo de dos formas: puede asumir el dominio azulgrana, atrincherárse atrás e intentar castigar los grandes espacios que el Barça deja a su espalda. O bien puede ir a buscarlo arriba para entorpecer su posesión y así evitar que su escenario de partido favorito llegue a establecerse.

La primera opción es la más usual, quizá porque protegerse es la reacción más natural ante un rival que por lo general se considera superior. Lo otro es más raro de ver, parece más arriesgado y complicado.
Mourinho, como se ha visto hoy, opta por lo segundo. Porque eso al Barça le genera mayores dificultades. Porque por incómodo que logre resultar un equipo encerrado atrás, el Barça es un especialista mayúsculo en el asalto de estos búnkeres. Porque aunque conceptualmente da mucho miedo dejar tantos espacios tras la propia espalda, el Barça minimiza y defiende mucho mejor ése riesgo que cualquiera que proceda de una situación defensiva más atrasada. Porque desde su portero a su delantero más adelantado, todos sus jugadores defienden mejor con el equipo arriba que con el equipo abajo. Pardójicamente, llevar el Barça a tu terreno consiste en ir a buscarle al suyo. Si lo haces bien, el Barça sufre mucho, se vuelve vulnerable, porque no está preparado para ello, porque odia esas situaciones.
Sin embargo la receta no es definitiva ni sencilla. Robarle el balón al Barça es muy complicado porque es el mejor equipo del mundo moviéndolo y conservándolo, así que se requieren muchas virtudes individuales y colectivas, mentales, físicas, técnicas y tácticas, para intentarlo de forma razonable, algo que no está al alcance de todos. Y también hay que cubrirse la espalda de la mejor forma posible, porque aunque a veces no lo recordemos el Barça es muy bueno contraatacando y su pegada es tremenda, así que si logra filtrar un balón puede ser el definitivo.
Eso es lo que ha pasado hoy. El Madrid presionó muy bien arriba, y generó muchos problemas al Barça, que sufrió lo indecible en varios pasajes del partido. Pero no llegó a derrumbarse, y metió balones muy peligrosos tras la línea de presión rival, un espacio que en esta ocasión el Madrid defendió muy mal. Los contragolpes locales acabaron inclinando el partido en favor del Barça, pero en medio de todo esto vimos a un Madrid que logró imponer de nuevo su presión imperfecta en la segunda mitad, subiéndose de nuevo al carro del triunfo, y también a un Barça que fue incapaz de consolidar su ventaja desde la posesión, apelando finalmente a la épica.
En definitiva, hoy hemos visto un partido de pretemporada y no se admiten conclusiones grandilocuentes. Ni los jugadores ni los equipos están en forma, y eso lo condiciona todo, dando lugar a planteamientos incompletos, imprecisiones y errores por parte de ambos bandos que no deberían darse dentro de unos meses, cuando los dos colosos vuelvan a enfrentarse y la pregunta se repita: ¿en tu casa o en la mía?