11 centrocampistas, el final del camino?

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Está siendo gradual, casi sigiloso. Tan sutil, que si no te paras a analizarlo se te podría pasar por alto lo más importante: que es una ruta ya trazada en la mente de Pep. Una senda de pasos dados en los momentos justos, con la paciencia que requiere avanzar sólo cuando estás seguro que los imprescindibles te seguirán, que no te dejarás a ninguno por el camino.
Ojo. Como siempre dice él mismo, el cuaderno de bitácora original ya existía. Esto no le quita mérito, pero sin duda hace posible el paso ligero que vemos hoy. Nada se entendería sin ése largo y bendito recorrido que nos dejó el Cruyffismo, término que no sé muy bien cómo definir pero que lo uso aquí (seguramente mal) en lo que yo entiendo su concepción más amplia: la que implica a todos los que han influenciado, entendido y profundizado en ésa idea, desde Laureano Ruiz hasta Pep Guardiola, pasando por Charly Reixach, Louis Van Gaal (si, si) o Frank Rijkaard. Hurgar en ése pasado es como abrir el Arca perdida de Indiana Jones (me pongo de pie): no puedo ni imaginarme cuantas y variadas maravillas habrá ahí dentro. Al menos, algunas sí las conocemos y mayormente las reconozco en el juego del Barça de los últimos 20 años: a saber, la fijación por la posesión del balón, la importancia del juego posicional y el convencimiento que éste es un juego que se trata de pasarse el balón unos a otros lo más rápido posible.
Otros tramos del camino reciente seguro que los recorría Pep en su cabeza desde que era jugador, como eso de que los jugadores pueden y deben influir en el ritmo del partido, y eso de que el balón se puede administrar; que se puede guardar cuando hace falta que no te lo quiten, y se puede propulsar cuando hace falta que no te lo vean. Como también se hizo camino, seguro, en los campos de tierra de tercera división, donde muchas batallas se ganan no sólo por el conmovedor talento de un Messi sinó por el conmovedor esfuerzo de 11 Pedros.
Vamos, que Pep empezó a andar pero no empezó la andadura. Digamos que le pasaron el testigo, y digamos de paso que está dando un relevo antológico, porque ha recorrido más distancia que nadie en menos tiempo que nadie. El que dijo que la felicidad está en el camino, en este caso lo clavó: a partir de un equipo en el que todo giraba alrededor del trato al balón y el juego de posición, derechos ya adquiridos, Pep ha conseguido inculcar a sus jugadores la importancia de la solidaridad entre los miembros del equipo. Todos defienden y todos atacan. Hay 11 defensas y 11 atacantes. 

¿Especialistas? Si eso supone que tú corres y yo descanso para poder hacer mi especialidad, entonces no, gracias. ¿Sistemas? Bueno, si, muchas y variadas combinaciones de unos, doses y sobretodo treses y cuatros separados por guiones, analizables de mil formas en estático, pero que pierden sentido cuando el balón empieza a rodar, porque al final todo se reduce a que cada jugador debe ocupar en el campo la posición que más le convenga al equipo en cada momento. Se mueve el balón y en función de eso se mueven los jugadores. Dibujos tácticos, muchos, objetivos, uno por encima de todos, obsesivo: tener el balón y no perderlo. Sólo así se puede entender que un equipo que presenta un once sin centrales y con sólo un defensa nato, pueda arrasar a su rival.
Y seguimos avanzando? Pues si. Porque cuando ya tenía claro que el portero la toca genial con los pies y que los centrales deben batir líneas raseando, me dí cuenta que ya no jugábamos con delantero centro sinó que el nueve era más centrocampista que ariete. Y me dí cuenta que muchas veces el once también era un centrocampista. Y este año me parece ver que al lado de éste nueve que no es nueve, hay otro nueve que tampoco es nueve, y además me parece intuir que este nuevo nueve que no es nueve a veces juega de cuatro, se seis, de ocho y de diez. Y a cuatro años vista, todo ha sido gradual, casi sigiloso, pero demasiado bien trazado como para creer que son casualidades del camino.
Yo no sé lo que habrá al final del trayecto, tampoco quiero saberlo, porque eso implica pensar en el inexorable final. Pero llegados hasta aquí, y en el estado de excitación que llevo encima, intuyo una evolución que me pone, y mucho: cada vez veo más centrocampistas juntos en el once. Digo centrocampistas y en realidad quiero decir todocampistas… o quizás son… Pepcampistas, claro!. Si, vale, se me va la pinza, pero dejadme que se me vaya del todo: llegará un día en que Pep bajará al vestuario, dirá los once que juegan y no perderá el tiempo explicando a nadie dónde tienen que jugar. Todos sabrán lo importante que es abrir el campo, cuando hay que ocupar el espacio, la diferencia entre estar y aparecer, o cómo generar superioridades, pero en ése vestuario ya nadie se acordará de lo que es un lateral, un extremo, un central o un mediocentro.