La constante evolución del Pep Team

Por Juanlu:

1. La idea

“Cada mañana en África, la gacela y el león comienzan a correr. Si la gacela no corre más rápida que el león, sabe que acabará siendo el festín de la manada. Si el león es más lento que la gacela, sabe que esa noche pasará hambre.”
Este ejemplo nos ilustra sobre la necesidad de competir y evolucionar día a día en cualquier aspecto de la vida, ya sea la jungla africana, el ámbito empresarial o el mundo del fútbol. En este post me gustaría reflexionar sobre como esta idea, esta necesidad de evolución continua, se ha reflejado en el juego del Barcelona desde que Pep Guardiola es entrenador del primer equipo.
Aunque el Barcelona haya mantenido una filosofía y unas líneas maestras similares durante este periodo, son las pequeñas (o grandes) modificaciones introducidas las que han permitido prolongar, durante este periodo, un ciclo ganador al que todavía no se le vislumbra final.
En este punto creo que resulta interesante plantearnos una pregunta: Lo que estamos viendo actualmente, ¿es el ideal de fútbol soñado por Guardiola cuando tomó el mando del equipo o el modelo ha evolucionado hacia un camino distinto al planeado? Repasando lo sucedido a lo largo de estos años, me inclino por lo segundo. Empecemos por el principio.
Verano de 2008. Una de las primeras decisiones que Guardiola tomó fue prescindir de Samuel Eto’o, lo que provocó que la Secretaría Técnica dedicara una buena parte del verano a la búsqueda de un nuevo delantero centro. Un rápido repaso a las hemerotecas nos permite ver un carrusel de nombres en el que destacaba uno en particular, Adebayor. Las pretensiones del Arsenal, unidas al hecho de que el camerunés permaneciese un año más en el equipo, hicieron que el fichaje del togolés nunca se realizase y Guardiola no pudiese implantar su idea original. Un equipo con un 9 alto y corpulento, capaz de jugar de espaldas y aguantar la pelota para la entrada desde las bandas y la segunda línea.
No hay que olvidar que este planteamiento era el paradigma del último gran Barça del Pep jugador: el Barcelona de Van Gaal. Un 9 como Kluivert, que representaba el ideal de delantero para Pep, era el encargado de abrir lineas para unas bandas ocupadas por Figo y Rivaldo y una segunda linea de 20 goles por año con Luis Enrique y Cocú.
Finalmente, la permanencia de Eto’o en el equipo hace que Guardiola se decante por un esquema en el que Henry y Messi abren el campo, Alves forma con Leo la mejor banda derecha del mundo y Samuel se mueve como pez en el agua, aprovechando espacios y recibiendo continuos regalos de Xavi e Iniesta. El camerunés no aporta el juego de espaldas ni la capacidad de combinación que Pep sueña por parte de su delantero, pero Eto’o lo compensa con una velocidad desbordante, una presión incansable sobre la defensa y una capacidad goleadora como pocos delanteros del mundo pueden ofrecer.
El Barcelona logra un triplete histórico, pero una sombra ronda la cabeza de Pep. La semifinal contra el Chelsea se resuelve con el “Iniestazo” después de que el equipo fuese incapaz de atacar el rocoso sistema defensivo del Chelsea durante el partido de vuelta. En momentos como esos, se echa de menos la figura de un “9” capaz de dar soluciones distintas y de superar sistemas cerrados como el planteado por los londinenses.
Esta circunstancia, unida a la conflictiva relación de Guardiola con Samuel Eto’o, provoca la salida del camerunés y la llegada de ese delantero dominante y técnico que aportará una nueva dimensión al equipo, Zlatan Ibrahimovic. Es el momento de poner en práctica el plan original de Guardiola. Sin embargo, las cosas no salen según lo esperado.
Tras un inicio de temporada espectacular del sueco, el equipo empieza a trabarse y los rivales convierten cada partido en un campo de minas difícil de superar, ni siquiera recurriendo a los centímetros de Zlatan.
El Barcelona ha perdido fluidez respecto al curso anterior, se echa en falta la punta de velocidad de Eto’o y la presión que se ejercía antaño sobre los rivales. Ibrahimovic no termina de acloparse a la dinámica del equipo y su difícil carácter, que le impide aceptar la jerarquía de Messi, tampoco contribuye a la buena marcha del conjunto.
Si a esto le unimos la racha de lesiones de Iniesta y el bajo nivel de Henry durante toda la temporada, amén de la brutal competencia con el Madrid de Pellegrini, se llega a una situación en la que el equipo necesita cambiar con urgencia.
En la segunda mitad del curso, Pep da un paso al frente y desempolva un recurso puntual del curso anterior (Bernabeu y Final de Champions en Roma)  que se convierte en norma: Messi abandona la banda y se adueña del carril central.
Primero desde la media punta con el sueco por delante. Una vez se comprueba que sigue produciéndose un embotellamiento, con Ibra ocupando el espacio al que Messi debía llegar, Pep da otra vuelta de tuerca. Ibrahimovic sale del equipo y Leo se hace con el puesto de “Nueve Mentiroso”, apoyado desde las bandas por Pedro y Bojan.
El aluvión de goles de Messi en el tramo final de la temporada 2009-10 hace que Pep deseche finalmente su idea inicial y, desde ese momento, el Barcelona soñado por Guardiola evoluciona hacia una nueva versión.

2. La evolución

Los delanteros centro clásicos ya no tienen sitio. El carril central será administrado por Messi, muy cerca de Xavi e Iniesta, y dejando sin referencia a los marcadores. Por las bandas, dos avispas para picar sin cesar, fijando, entrando y saliendo a los huecos que se generan en el área. La banda derecha pasa a ser el territorio de un Pedrito que se convierte en Don Pedro y para la banda izquierda, con Henry rumbo a la MLS, llega todo un Campeón del Mundo, David Villa.
Tras un par de meses de ajuste de piezas y puesta a tono tras el Mundial, el Barcelona 2010-11 de los meses de noviembre y diciembre regala los registros más bellos que se recuerdan en mucho tiempo, con una racha de partidos memorables que alcanza su cumbre en el 5-0 al Madrid de Mourinho y que permite batir el record de victorias consecutivas en liga, con un  total de 15.
En una segunda mitad de temporada, marcado por la final de Copa contra el Madrid y la semifinal de Champions, el equipo se alza con su tercera Liga consecutiva y escribe una nueva página de oro con el recital ante el Manchester que vale la cuarta Liga de Campeones.
La frase pronunciada por Ferguson tras el partido: “Nunca nos habían dado una paliza así” y la más reciente de Platini: “La final de Wembley es el mejor recuerdo de 2011” son el reconocimiento del mundo del fútbol a un equipo de leyenda y a un estilo inimitable.
Ante esa catarata de elogios y, con el zurrón lleno de títulos, cualquier mortal estaría tentado de sentarse y recrearse en su éxito. Pep no. Un día después de Wembley ya estaba pensando en una nueva evolución, en la siguiente vuelta de tuerca, en el llamado “Barca 4.0”
El Barça 4.0

A pesar de los éxitos logrados, la temporada 2010-11 no fue un camino de rosas. La derrota en la final de Copa y las dificultades encontradas en las semifinales de Champions, mostraron que el Madrid de Mourinho se estaba acercando al nivel del Pep Team. El recurso del llamado “Trivote” con Pepe como mediocentro y una presión constante en todo el campo, conseguía dificultar mucho la salida del balón y cortocircuitaba el juego del centro del campo. Con los delanteros desconectados del juego, Messi se convertía en el principal argumento ofensivo del equipo. A pesar de que la calidad del argentino permitió sobreponerse a las dificultades, en especial en la ida de la semifinal de Champions, Pep entendió que el equipo debía buscar nuevos recursos y soluciones para seguir haciendo historia.
De esta forma, durante el verano de 2011, se consumó el largamente deseado fichaje de Cesc y la llegada del genial chileno Alexis Sánchez, amén de la consolidación de Thiago Alcántara como miembro de la primera plantilla.
Cuando todo el mundo pensaba que Pep buscaba añadir competencia a la plantilla y un sustituto de Xavi, Guardiola recupera la defensa de 3 para incorporar un jugador más en el centro del campo y usar a Cesc como un “doble falso 9” indefendible junto a Messi.
En su primer ensayo ante el Villareal, el equipo apabulla y las ocasiones se producen sin cesar. El partido acaba 5-0 y la pregunta es si Pep se atrevería a seguir la apuesta ante rivales de más envergadura.
Las dudas surgen tras la visita a Mestalla en la que el Valencia crea muchos problemas a la zaga de 3, desbordando por ambas bandas con Mathieu y Jordi Alba como estiletes. Sin embargo, Pep no desiste en el intento y continúa insistiendo en varios partidos como local y, sobre todo, en el duelo ante el Milán en San Siro. Poco a poco, el equipo se va adaptando a los mecanismos de este sistema al tiempo que se empieza a exprimir uno de los grandes activos de la plantilla: Dani Alves.

 

El lateral brasileño permite con su polivalencia y despliegue físico cubrir toda la banda derecha, siendo lateral y extremo al mismo tiempo. Por otra parte, permite a Guardiola alternar los sistemas sobre la marcha y pasar de 3 a 4 defensas modificando tan solo la posición del brasileño.Esta permuta se puede ver en los partidos contra el Sevilla, Rayo Vallecano y, muy especialmente, contra el Real Madrid en el Bernabeu.
El partido del Bernabeu es el ejemplo perfecto de la evolución que ha vivido, no solo el equipo, sino el propio Pep desde su llegada al banquillo. La lectura del partido, la dirección sobre el campo y la permuta de jugadores y posiciones en función de las situaciones, superando en este aspecto a Jose Mourinho, corrobora el dominio que Guardiola ha adquirido del puesto y su capacidad para convertir su profundo entendimiento del juego en soluciones para el equipo en tiempo real.
Esta capacidad constrasta con el inmovilismo vivido en anteriores etapas (recordemos los últimos tiempos de Rijkaard) en las que el equipo se veía incapaz de modificar planteamientos y buscar alternativas en situaciones adversas. Por contra, Pep lleva cuatro años encontrando nuevas soluciones para las trampas que los rivales le van planteando (llámese Chelsea o “Trivote”).
La última muestra, la Final del Mundial de Clubes. Enfrente, el Santos de Neymar. Las palabras de Cesc dejaban ver por donde irían los tiros: “Si nosotros tenemos la pelota, no hay Neymar”. Condicionado por la lesión de Villa y el susto de Alexis en la semifinal, Pep saca un once en el que junta a Alves, Busquets, Xavi, Iniesta, Cesc, Thiago y Messi.
“Hoy el Barcelona ha inventando un nuevo sistema, el 3-7-0”. Estas palabras pronunciadas por Muricy Ramalho, entrenador del Santos, muestran otro planteamiento destrozado, tras 90 minutos persiguiendo sombras, y la admiración que el estilo Barça despierta entre sus rivales. No importa el número de delanteros, ni de centrocampistas. Todos atacan, todos defienden.
Este es el nuevo Barcelona de Guardiola, el Barça 4.0. La constante evolución.