Stade de France, 17 de mayo de 2006. Fàbregas, que por entonces tenía 18 años, partía como titular en la final de Champions que enfrentaría a su Arsenal con suBarça. Enfrente, Rafa Márquez portaba su número, el 4. Un número con mística para el barcelonismo.

“El 4 es el dorsal símbolo del idioma blaugrana. El número especial que identifica al director de la orquesta. Es el dorsal de Milla, de Guardiola y de Xavi. De los que llevan la batuta y mecen la cuna. El del creador diferencial. Es un número que se ha mitificado tanto en el barcelonismo que ya ni siquiera importa el verdadero dorsal que luce el jugador a la espalda” El primer 4 – Martí Perarnau (Senda de Campeones)
Como entonces, el significado táctico del 4 en el actual Barça no se ajusta al significado específico que se ha ido definiendo como concepto en la Masía desde Cruyff. Porque Márquez no era un Milla, un Guardiola o un Xavi. Rafa Márquez era un central que contextualizaba el estilo Barça: inicio de jugada, conducción hasta línea media y dominio del pase largo. Cesc tampoco es Xavi, mas que muchos se empeñen en ver en el de Arenys de Mar al sustituto del pequeño cerebro de Tarrasa. Y quizá no vayan muy desencaminados, pero el error vendría en querer ver en Cesc a Xavi: organizador, pausador y dominador de contextos puntuales y generales del juego. Aunque si podemos avanzar la mirada y previsualizar un Cesc con el peso de Xavi. Pero a lo Cesc. 
 Un futbolista de formación británica, ocho años en el Arsenal (desde los 16), con tintes premierescos: llegador diferencial, aporte de competitividad regular y muy buen cabeceador. Quizá si no hubiese salido a Londres no tendríamos al futbolista de talla mundial (así le definió Wenger después de perderlo, previo pago de 35 millones de euros claro) que tenemos. Combina la filosofía Barça y la escuela británica personalizada en un equipo que mima la pelota de la manera más cercana al club blaugrana. Un futbolista con mucha movilidad, lo que le permite abarcar mucho espacio horizontal y vertical. Pep le definió brillantemente en su capacidad para intuir dónde están los espacios. En Londres veíamos un Fàbregas box to box, adquiriendo y dinamizando atrás y llegando con peso determinante adelante.
Si repasamos su primera temporada en el Camp Nou, podemos decir que hemos disfrutado de Cescky, del Francesc más británico, con una buena primera parte (10 goles en 16 jornadas), del falso 9 que le concedió ser uno de los mejores futbolistas de la Eurocopa de Naciones. Esa es la grandeza de Cesc, puede ser un número uno en pleno proceso de búsqueda de identidad. Pero hemos agotado el año esperando a Fàbregas. Poco dinámico cuando jugó en la base, sin peso posicional específico. Quizá abusó de transitar en ¾ y nunca, o casi nunca, buscó ser él mismo. Esta intuición de la que hablaba Pep y su capacidad para estirarse provoca que veamos a Fàbregas cayendo a ambos costados, sobre todo a la derecha, en un abanico de movimientos que siempre generan avance positivo: progresiones en conducción que provocan finalización o pase, dentro-fuera sin recepción con opción de llegada o lo mismo ofreciendo espacio interior. Nunca pudimos reconocer un rol claro y constante. Muchas veces esa era la intención, pero otras (demasiadas) le vimos buscándose. En síntesis, una temporada discreta para lo que se espera de uno de los, seguramente, 10 mejores centrocampistas del planeta.
foto: David Ramos (El País)

Esta temporada que nos viene, cargada de incertidumbre y llamada en agosto a desplegar dotes adivinatorias, debe ser la temporada para que Cesc se suelte. Seguramente su peso se defina más hacia el rol que mejor desempeñó el curso pasado, como falso 9. Veremos un aumento en sus idas y venidas, más decisión en el apoyo y menos acercamiento a la base. Es probable que Tito potencie su recorrido horizontal para ese apoyo y tengamos un Fàbregas cayendo hacia fuera regularmente. Esto no quita que le veamos muchas veces adquiriendo el mando en la creación, y además hacerlo brillante. Cesc ha de crecer, ha de dejar de vivir en esa ambigüedad de no ser tan bueno como parece o parecer peor de lo que es. El Barça es más y mejor con Fàbregas.

En Cesc se busca a Xavi, pero para ser justos se debe buscar a Cesc.