CUANDO LA PRIORIDAD NO ES COMPETIR

Por Marc Hernández, Fdeprimera:


Eusebio siempre mostró su preocupación por competir. Como es lógico, cualquier entrenador quiere tener a toda la plantilla a su disposición, porque le permitirá jugar sus cartas y se mostrará más cómodo a la hora de gestionar sus recursos. No obstante, un filial funciona diferente. Su finalidad- o al menos, su objetivo principal- no es competir ni ganar, aunque suene contraproducente. El mayor triunfo de la cantera no son los títulos que se puedan obtener, ni las victorias que pueda conseguir, ni los puntos que pueda ganar. El mayor triunfo, como bien dijo Guardiola en su día, es el momento en que un jugador pasa a formar parte del primer equipo.

No disponer de la totalidad de tu plantilla, por lo tanto, forma parte del día a día de un colectivo que su principal función se basa en nutrir de jugadores al primer equipo. Tener clara la idiosincrasia de un segundo equipo es fundamental para poder entrenarlo. Para ello, hay toda una serie de dinámicas que funcionan de manera diferente que en el primer equipo. Por ejemplo, un jugador que sube a entrenar durante la semana debe ser considerado como algo muy productivo y totalmente beneficioso para el futbolista en cuestión, dónde aprovechará la oportunidad para entrenar con los mejores jugadores del planeta; ¿qué mejor entrenamiento para la formación del chico que subir a jugar con los mayores?
Priorizar la competición a la formación es, por lo tanto, traicionar el espíritu del filial. No hay que olvidar, eso sí, que competir forma  parte del mismo proceso formativo del jugador; se le debe enseñar y el futbolista debe ser reactivo y aprender: su éxito dependerá, en gran medida, de su capacidad para adaptarse a la competición. El año pasado, a diferencia del anterior, prácticamente ningún futbolista presentó algún signo de evolución positiva, salvo alguna que otra excepción. A nivel de resultados, sin embargo, el equipo rindió: quedó octavo y pese a un inicio dubitativo, nunca pasó por grandes apuros. El juego del equipo, por su parte, fue un desastre. 
Es cierto que se producen algunas contradicciones pero esta dinámica no puede más que adaptarse a la competición. No poder disponer de tus mejores jugadores merman al equipo a la hora de competir, por lo tanto, el objetivo no es otro que no bajar para hacer el salto desde la menor distancia posible. Comprender eso y todo lo que deriva de ello marcará, por momentos, el devenir de la segunda temporada con Eusebio al mando.