DISEÑANDO CENTROCAMPISTAS

Los éxitos en estos últimos años, tanto a nivel individual como colectivo, de Xavi Hernández y de Andrés Iniesta han lanzado a las portadas de la prensa mundial a la Masia como centro de I+D+i en la generación, no espontánea, de los centrocampistas del fútbol del siglo XXI.

Con sus matices, se tiende a simplificar el análisis de ambos jugadores, situándolos en posiciones y funciones similares dentro del equipo, y han pasado a ser considerados los garantes del way to play del Barça actual y de la selección española . De aquí los medios extraen un “ADN blaugrana” que, al parecer, viene implantado de serie en todos los jugadores de medio campo criados en la cantera. Pero, ¿qué hay de cierto en ello?
Extrayendo a Cesc de la ecuación, ya que su formación no es 100% Masia, son cinco los elementos canteranos disponibles para Tito esta temporada para conformar el centro del campo blaugrana (Xavi, Iniesta, Busquets, Thiago y Jonathan Dos Santos). Convergen todos en el conocimiento del juego de posición, en el uno-dos toques, en una rápida circulación de balón, en la presión en campo contrario para la recuperación de la posesión, en que Messi es el eje sobre el que gira el equipo y en muchas cosas más, pero posiblemente lo más llamativo sean las grandes diferencias que hay entre todos ellos y lo que llega a condicionar el juego del equipo su inclusión o no en el once titular. Esa diferenciación otorga al entrenador de turno unos recursos enormes para encarar la temporada y plantear diferentes soluciones según sea el rival. La apuesta por la variedad y acumulación de recursos es clara y ha de ser la solución a los problemas que plantean los rivales, más que las variaciones puntuales del sistema de juego.
¿Y qué es lo que se está cocinando en la Masia?
Encarar la formación sobre una única idea de juego en todas las categorías inferiores simplifica la evolución de los jóvenes. Se asimilan, de una manera natural, conceptos, movimientos y funciones en el campo. El diseño por parte de la entidad de un proceso de aprendizaje para cada futbolista y los tiempos necesarios para ello allana el camino, y la participación en los entrenamientos del primer equipo junto a las convocatorias puntuales suponen exámenes continuos para evaluar el futuro. Pero poco a poco los jugadores de mayor proyección en la línea medular acaban siendo los considerados diferenciales, con un rol bien definido y que aportan cosas diferentes, siendo algo más que las copias de ciertos jugadores del primer equipo. Y es eso lo que continuará dotando a la primera plantilla de un abanico de posibilidades cada vez mayor y le evitará caer en el inmovilismo, la endogamia y la autocomplacencia.
Proyectos (o casi realidades) como Sergi Roberto, Rafa Alcántara, Javier Espinosa, Sergi Samper o David Babunski legitiman al club en la apuesta y garantizan de esta manera el futuro de la idea. El juego del primer equipo evolucionará de la mano de estos como ha ocurrido los últimos 20 años. Vendrán las comparaciones, evidentemente, pero serán las nuevas hornadas las que marquen el camino a seguir esta década y la siguiente.
Si por parte del club, por temas económicos, se dejó de hacer fotocopias en color, en la Masia se abandonó por completo la idea de copiar centrocampistas. ¿Se diseñan? Sí, todos pasan por el laboratorio, pero no se clonan. Cada uno tiene y tendrá su ADN, y que sea así por muchos años.