La verdad es que todos coincidimos en el punto de que fue un partido extraño. El parón de selecciones normalmente nos lleva a encuentros complicados, aburridos e incluso insulsos. Nada más lejos de la realidad– en Getafe se completó una muy buena actuación–, el Barça mostró su carta de presentación con sus mejores veinte minutos de la temporada. Lo que ocurrió luego, no se lo esperaba nadie.

Cesc se hizo amo y señor del encuentro nada más empezar, con ese pase al alcance de muy pocos que permitió conectar con Jordi Alba. Al primer minuto el Barça se ponía por delante en el marcador. Se avecinaba tormenta. Una conexión Iniesta-Messi dejó al argentino encarando a los centrales, que quedaron demasiado expuestos por los espacios que concedía en transición la inclusión de Valerón en el once inicial. El ‘10’ condujo, juntó y soltó. Tello, que domina poco pero bien, regateó en seco y definió. 0-2.
El tercero fue otra obra maestra. ¿El motivo? La conexión Messi-Cesc. El de Arenys fue el mejor del encuentro– con permiso del otro–. Partiendo desde la posición de interior diestro, pillaba la jugada de cara y se sentía muy cómodo. A Cesc le gusta tener una vista panorámica de lo que sucede del encuentro, porque abarca mucho terreno y el ‘4’ es movimiento, movimiento y movimiento. Avanzar su posición es sinónimo de encorsetarlo, aunque pueda hacerlo realmente bien. Ayer se sintió protagonista, mandó y pesó tanto por delante como por detrás del balón.

Cuando todo parecía hecho, un penalti cometido por Mascherano y un error de Valdés permitieron al Deportivo entrar de lleno en el partido. El Barça perdió todo rastro del control del que había hecho gala durante los primeros veinte minutos. Es ahí dónde a mi parecer debe emerger la figura de Iniesta, un tanto apagado en varias fases del encuentro. Sin el mejor Xavi, el manchego es el elegido sobre el cuál reposar equipo y balón, juntos y ordenados. Si Andrés no aparece, el Barça sufre, el partido se abre y da igual el resultado.
El gol de Messi, en otra conexión magnífica con Cesc, parecía cerrar de manera definitiva el partido, pero nada más empezar la segunda parte Pizzi metió el tercero y Mascherano, en otra actuación para olvidar, fue expulsado. El argentino ha perdido confianza en su juego y el colectivo se resiente por ello, ya que no aporta ningún deje de seguridad. Más allá de su deficiente lectura defensiva en partidos nivel élite, Mascherano es un muy buen recurso para este tipo de partidos, pero parece que su error en el Bernabéu le ha pesado en exceso. Las múltiples bajas en defensa obligan al argentino a recuperar su mejor versión.
Otro que merece especial mención es Valdés. Sin mencionar que perdió la estela diferencial por su juego de pies– prácticamente nunca juega en corto–, el portero ya hace muchos meses que no realiza la parada por partido a la que nos estaba acostumbrados, lo que permitía muchas veces al Barça dejar la portería a cero. Si bien parecen fallos de concentración, el equipo necesita del mejor Valdés para competir, más ahora con los problemas que está sufriendo el Barça en transición.
Con el partido roto y en inferioridad numérica, Tito se puso manos a la obra y, genial en la dirección de campo una vez más, tocó las teclas adecuadas y acabó influyendo de manera positiva en la victoria final del equipo. Ante la baja de Mascherano, sacó a Villa y Tello del campo, introdujo a Adriano y Pedro y pasó al 4-4-1. Además, en una decisión difícil pero no por ello menos acertada, cambió al mejor del partido– Cesc– a cambio de tener un mayor control de la posesión– Xavi– y agarrarse a Leo. Y así fue: en una jugada de las suyas, Messi demostró una vez más que su fútbol escapa de nuestra comprensión y, quién sabe, si de nuestra condición humana.
El gol de Jordi Alba en propia portería puso emoción en los minutos finales, pero el Barça pudo llevarse una victoria trabajada y que, a pesar de los errores individuales– y colectivos–, el equipo me deja cada vez más sensaciones positivas. El Barcelona alternó fases de dominio acaparador– de un nivel técnico muy superior– con otras tantas de descontrol absoluto. Tras dos partidos horribles– Spartak y Granada–, Benfica, Real Madrid y Deportivo significan una línea ascendente que ya nos han dejado los primeros veinte minutos de hoy. Más allá de los problemas a solventar, la mejoría es evidente.