El luminoso del Iberostar Estadi señalaba un claro y contundente 0-3 al descanso. Xavi de magistral libre directo, Messi con la colaboración de Aouate y un acertado Tello con su clásica definición con el interior, no dejaban lugar a dudas. El Barça había realizado una primera parte sobria. Con suficiencia.
Tito Vilanova había decidido salir con el 1-4-2-2-2, dejando a algunos ilustres como Iniesta y Pedro en el banquillo. Piqué volvió a la titularidad en Liga para formar junto a Mascherano en la zaga y los laterales volvieron a ser exclusividad de Jordi Alba y Dani Alves. Busquets, Xavi, Cesc y Messi formaban el cuadrado que a veces se convertía en rombo con Busquets como ancla y Leo como vértice superior, alternando Cesc y Xavi de lado. Tello, gran novedad en el XI, se encargó de fijar la banda izquierda y Villa, que partía escorado en banda derecha, acabó realizando funciones de 9, tratando de maniobrar entre centrales para liberar más aún a Messi. Con esta disposición vimos un matiz respecto a partidos más recientes: Alves tenía todo el carril para él, llegando a tener un rol casi más de extremo que de lateral en la primera mitad; mientras que Jordi Alba, al tener una referencia como Tello por delante, estuvo ciertamente comedido en ataque, guardando la posición y ayudando en la recuperación de balón a Busquets, Piqué y Mascherano. 
Joaquín Caparrós salió dispuesto a repetir la hazaña del Celtic pero con una diferencia notable: cerrar las bandas. Tanto Pereira como Nsue en ambos lados ayudaban mucho a sus laterales y por dentro, el inconmensurable trabajo de Pina (ojo a este fubtolista), fue muy destacado. Hemed y Víctor Casadesús se repartían las posiciones más adelantadas, llegando a brillar con fuerza el segundo de ellos, que realizó un partido de lo más completo e interesante. En el global del encuentro, además de los citados Pina y Casadesús, el central Geromel, ex del Köln, opositó para formar junto a Nunes de central una vez este regrese al equipo. 
Dada la disposición del conjunto bermellón, Xavi, a diferencia del miércoles en Glasgow, retrasó su posición hasta la medular, alejado de la frontal. Ello garantizó no solo un notable control del balón sino que mejoró la calidad de la pérdida y, por tanto, los tan conocidos problemas en transición defensiva del Barça. El Mallorca no podía salir y tan solo creó peligro vía cabezazo de Hemed a la salida de un córner en el minuto 20. Valdés estuvo muy fino salvando el posible 1-0. 
Con esta tónica de dominio blaugrana fruto de un juego posicional ordenado a pesar de no pocos errores en la frontal -de precisión técnica- y gracias a los tres goles, la segunda parte invitaba a dormir el partido bajo la batuta de Xavi, maestro en este tipo de ceremonias. Sin embargo, como ya ocurriese en días como Riazor, el Barça pareció sufrir tras el descanso una transformación. Si los primeros 45′ habíamos visto una versión serena, la del doctor Jekyll, en la reanudación entramos en la vorágine de Mr. Hyde.
Caparrós, intentando activar a su equipo más allá de la diferencia en el resultado, dejó en el vestuario a Hemed y en su lugar entró Alfaro. Tanto el recién ingresado como Casadesús salieron dispuestos a desordenar al Barça, mucho más espeso en los primeros minutos de la segunda mitad. Así, después de un error individual de Mascherano, nuevamente retratado en la foto de un gol en contra, Pereira recortaría diferencias. Parece que el argentino no termina de digerir aquél grave fallo en la vuelta de la Supercopa y desde luego que no está atravesando su mejor momento como azulgrana. 4 minutos más tarde, en medio de la incomprensión colectiva, Busquets comete un penalty claro con la mano. Víctor Casadesús aprieta aún más el marcador frente a un Valdés que roza la parada. 
El conjunto de Tito vive entonces su fase más dubitativa. Un retrato de lo que sufre el Barça cuando el partido se acelera. Algo que no es necesariamente malo en ataque, pero sí lo es en defensa, ya que a menor control y dominio, mayor exposición ante cualquier rival. Pero, como equipo grande que cuenta con importantes recursos ofensivos, un partido de ida y vuelta le permite gozar de más espacios a la contra. Y este Barcelona es capaz de aprovecharlos para sentenciar. Además, Messi vuelve a estar ahí, en el lugar adecuado, esperando el momento preciso para recibir una asistencia de Alexis. Resultado: red de Aouate agujereada y 2-4. Un Alexis que había entrado por Villa para seguir actuando entre centrales, una labor de desgaste y algo aislada del mecanismo posicional culé pero fundamental para desordenar rivales. Ahí el chileno incidió como en él es habitual cuando desempeña ese rol y participó siempre con sentido. 
A partir del cuarto gol culé, el partido bajó bastante de intensidad con un Mallorca asumiendo que tampoco era el día para derrotar al invicto líder de la Liga BBVA. Tito aprovechó para dar entrada a Bartra, que reemplazó a un desafortunado Mascherano y a Montoya -convocado por Vicente del Bosque para el amistoso frente a Panamá-, que sustituyó a Jordi Alba. 
Tras 11 jornadas, el Barça encabeza en solitario la clasificación con 31 puntos. Es decir, 10 victorias y tan solo un empate, contando todas sus visitas por triunfos. 36 GF y 14 GC, quizás esto último el lunar más reseñable en cuanto a cifras y que es indicativo, cuanto menos, que el equipo no está defendiendo demasiado bien. 
En lo individual destacar que Leo Messi ha batido la marca de goles de Pelé registrada en un año natural (76 vs 75) y que solo tiene al mítico ‘Torpedo’ Müller a 9 tantos. 
El Barça de Tito. En ocasiones Dr. Jekyll. Otras tantas Mr.Hyde. Puede que existan dudas a largo plazo sobre cómo estas variaciones en un mismo partido pueden costar especialmente en una competición tan dura  y cruel como la Champions, pero el equipo muestra el camino a seguir y ahí donde puede y debe ir mejorando. Cifras de récord que están algo por encima de las sensaciones, pero con la certeza que este equipo está dando y dará que hablar, partido tras partido.