EN LA SALA DE ESPERA DE CELTIC PARK

El Celtic de Glasgow y el Fútbol Club Barcelona protagonizaron un partido que hizo honor a lo que se esperaba de ambos conjuntos. Tan esperable que el conjunto catalán tuvo la sensación de ser Bill Murray volviendo a vivir todo de nuevo una vez más: posesión, dominador, palos, portero rival estrella y gol por cada tiro encajado. Ese es el resumen, que como si de una plantilla para ver los resultados de un test se tratase, puede usarse para prácticamente todas las derrotas del Barça desde que es el dominador de su tiempo, y eso es un problema cuanto menos molesto.

Hoy en Celtic Park volvimos a ver más de lo mismo. Y la verdad es que esa es la única mala noticia, el volver a estar viendo algo que es de sobra conocido. Porque el partido en sí no es una mala noticia, sino que no pasa de ser una anécdota molesta. Un accidente circunstancial que no vale ni para la tan manida frase de “esta derrota no s hará crecer en el futuro”, porque se volvió a hacer todo bien y, como casi nunca, se perdió. Lo malo es esa derrota, que se produce cada tanto tiempo, pero que suele costar disgustos.
El Celtic planteó el partido como si una sala de espera se tratase. Salimos con calma, mirando hacia delante pero conscientes de lo que tenemos detrás, planteando un repliegue medio de 4+5 e ir retrocediendo metros según empujan los visitantes, dejar que pase el tiempo, rezando que para eso somos católicos, para que aparezca la ocasión propicia a poder ser a balón parado aprovechando la superioridad física, o con una transición veloz de pocos hombres lanzada casi siempre por la izquierda.
El Barça, consciente de esto y a pesar de lo que se podía pensar al ver a Xavi titular y a Cesc suplente, salió a toda máquina. El objetivo era evitar caer en el ritmo anodino que se vivió en el Camp Nou dos semanas antes y poder situarse en la frontal rival con varios efectivos y ocupando el área para tener varias opciones de hacer gol. Para esto, Tito hizo algún ajuste, que cada vez son más la tónica una vez superada la etapa de la temporada encaminada al orden para volver a recuperar al equipo. El más significativo fue que Alexis se situó de 9 donde realizó un buen partido. Asociativo de espaldas a portería asentando la jugada y dando tiempo arriba, ocupando área, incisivo hacia puerta y de dulce en lo técnico. Además este movimiento tuvo otros efectos en cadena, siendo el más significativo que en ataque Alba fuera a todos los efectos extremo izquierdo, por lo que en la derecha Alves también quedaba más comedido.
El otro factor fue Xavi, que jugó desatado. El doble pivote rígido en salida ya hace tiempo que tocó a su fin, y hoy quedó expedido su certificado de defunción. Song que se situaba en la izquierda solo nominalmente, casi siempre estuvo escalonado con Xavi, en un ejercicio de sumisión ante los movimientos del catalán. Y así Xavi fue un huracán que se comió el centro del campo, asentando la salida desde la base para después irse hacia arriba, a la zona de mediapuntas donde, como ya sabemos, es hoy por hoy donde mas año hace. Ahí se encontró con un Iniesta más móvil que brillante y con un Messi algo mas retrasado en otra consecuencia del movimiento Alexis.
El Barça con estos preceptos dominó el partido apoyado en una excelencia técnica siempre necesaria para que el conjunto alcance el grado sumo del juego de posición y posesión. Llegaba con facilidad a la frontal, ocupaba el ancho y el largo del campo y las asociaciones en triángulos pequeños fluían. Sin embargo llegó la mala suerte, primero con el palo de Messi, segundo con el gol de córner del Celtic, donde su autor Wanyamá le gritó a Alba que aún tiene que cocinar sus conceptos defensivos, y después con otro palo de Alexis que hizo brotar los recuerdos negativos, que ya no se irían de todo el choque.
A partir de ahí el FCB aún se soltó mas, con Alves también ocupando la banda derecha como extremo y Pedro centrando más la posición, pero ya quedaría todo para el segundo tiempo.
Tras la reanudación el Celtic volvió a presentar un repliegue pero situándose a la altura del centro del campo, intentando tapar al Barça desde la creación y retrocediendo líneas según el Barcelona ganaba metros hasta acabar en el manido repliegue intensivo que tanto se le atraganta a los catalanes. El objetivo era seguir esperando y recordando su condición de católicos en busca de un milagro que el crono seguía acercando. 
Pero Tito Vilanova no estaba para esperar y volvió a agitar el equipo. La primera decisión fue desplazar a Messi a la derecha y con la idea que tenía antes de que Guardiola lo convirtiera en el mejor jugador de la historia del Club. De este modo se olvidó de la creación de jugadas con el objetivo claro de coger el balón en la banda para tirar diagonal con él hacia el área y allí tirar la pared, el tiro, o la asistencia de gol. La contraprestación fue que Pedro si situó de delantero centro con Villa (que entró por Alexis) por detrás. No contento con esto, realizó dos cambios mas, con Piqué entrando por un nervioso Bartra y Cesc por un Song que de cualquier manera no iba a acabar el partido en el campo. Sin embargo este cambio fue una pequeña complicación para Xavi que quedó de 5 y dejó de ocupar la frontal. Era el peaje que había que pagar para mantener la armonía y sentar a Song, pero atar a Xavi fue una pequeña faena.
Esto todo no cambió el plan ya que por aquel entonces el Celtic ya estaba en un repliegue bajísimo y estrechísimo, el Barça dominante y viviendo en la frontal (e incluso en el área) y con Forster, el portero, convirtiéndose en leyenda de un club tan longevo como este. Además, la defensa escocesa estaba tan intensa que conseguía rapiñar todo balón que se separase mínimamente de la bota de un culé, bien fuera para un pase o en conducción.
Un despeje de una de estas jugadas de ataque terminó de obrar el milagro y además fue demasiado dolorosa. Xavi en su posición de 5 se ve obligado a salir en la foto al medir mal, y Mascherano, que ya había pecado de indeciso instantes antes, se ve superado por Watt. 2-0 y final del partido a pesar de que Messi tuviera tiempo de dar emoción y dedicarle el gol a su hijo.
El partido finalizó, pero con él no se fueron las ilusiones del Celtic. Lejos de esto se ha ganado el derecho a seguir compitiendo y a soñar con octavos de final. El Barça por su parte tiene otro partido más para estudiar para cuando estos enfrentamientos sean dramáticos. Celtic por dos veces, o Spartak de Moscú son demasiadas recordatorios de lo que fue el Chelsea para la altura tan baja de la temporada en la que nos encontramos ahora mismo. Tito debe seguir dando con la tecla para poder derribar estas defensas zonales de 4+5 si quiere conseguir que su equipo llegue vivo a mayo en todas las competiciones. Pero eso será dentro de muchos meses, de momento toca seguir en la sala de espera para acceder a la siguiente ronda de la Champions League.