Rafa Benítez es ya el nuevo entrenador del Chelsea, esto es un hecho. La noticia ha hecho especial ilusión en la península. Mucha más de la que generó, por ejemplo, cuando el madrileño firmó por el Inter de Milán hace ya tanto tiempo.

Esta oleada de ilusión (es importante puntualizar que me refiero a España, en Londres la cosa es un poco diferente) no se ha generado porque Rafa sea uno de los mejores estrategas mundiales ni porque tengamos ganas de volver a verlo en acción. Mayoritariamente se ha generado porque Benítez ha fichado por el Chelsea, porque en el Chelsea juega Fernando Torres y sobretodo, porque Benítez y Torres tienen una bonita historia en común.
Las crifras son claras, Fernando Torres en Inglaterra con Benítez en el banquillo: 72 goles en 116 partidos, goles de leyenda, exhibiciones portentosas, uno de los mejores delanteros del mundo, el jugador español más caro de la historia. El “mismo” Fernando Torres en Inglaterra, sin Benítez: 28 goles en 119 partidos, la comparación es demoledora.
No es solo que su producción goleadora se haya reducido a la mitad, tras separar sus caminos. El ariete ha alternado momentos malos con momentos peores, en su equipo acabó perdiendo la titularidad y casi se puede decir que le costó el puesto a André Villas-Boas, que planificó un equipo en el que Torres tenia que ser el 9. Con la selección jugó un muy mal Mundial en 2010 (llegó renqueante de una lesión importante) y una discreta Eurocopa 2012, donde consiguió que España jugara “sin delantero”. Por el camino consiguió incluso quedarse fuera de alguna convocatoria y dar esperanzas a un Soldado que apretaba fuerte…
También ha habido eso que se denominan “brotes verdes”: con Villas-Boas emitió alguna (pocas) señal positiva, con Di Matteo hizo aquel intrascendente pero simbólico gol que los clasificaba para la final de la Champions, e la pasada Eurocopa consiguió el honor de ser el máximo goleador más intrascendente y poco decisivo que se ha visto nunca en un torneo así… Personalmente creo que poco o nada queda ya de aquel jugador que batió todos los registros de la Premier League en su primera temporada: su físico ha cambiado, su mente parece que también. Está en la peligrosa zona de los ex-cracks que parecen ex-futbolistas.
Por eso apetece que Benítez se vuelva a encargar de el, que le dé confianza, que lo ponga en forma, que lo motive y vuelva a hacer de él un delantero de 60 millones de euros. De hecho, es probable que ésta sea una de las razones que hayan hecho a Roman Abramovich decantarse por Benítez. Si el entrenador español consigue recuperar a un activo potencialmente tan valioso, la temporada puede acabar valiendo la pena para los blues.
Y en éstas está Benítez. Él sabe mejor que nadie lo que puede darle Torres, sabe que lo que se espera es que trabaje para recuperar a aquel delantero dominante que jugaba de rojo y estoy seguro de que acepta el cargo con la esperanza de poder conseguirlo. También para Fernando debe ser esperanzador mirar hacia el banquillo y ver a Rafa, aunque solo sea por los recuerdos que le puedan venir a la memoria…
Y sin embargo, Fernando puede ser una condena para Benítez, puede ser el que provoque que el preparador madrileño no renueve su corto contrato y el Chelsea se lance a por alguien que pueda liderar un nuevo proyecto. Si Fernando sigue rindiendo a un nivel tan bajo como el de los últimos años (¿alguien recuerda cuando fue la última vez que hizo dos buenos partidos seguidos?) Torres será una losa demasiado pesada. Tanto a nivel deportivo (Torres es el único 9 de la plantilla, error grave de planificación), como a nivel personal (debido a su anterior periplo a orillas del merseyside), Benítez está obligado a jugárselo todo a una sola carta, una carta que lleva, mínimo, tres años sin ganar una partida. Una carta que es, probablemente, la gran esperanza del técnico madrileño, pero no debemos olvidar que esa carta también puede ser, fácilmente, una condena.