JUEGO POR LAS BANDAS, ARGUMENTO GANADOR

En los últimos partidos del Barcelona pudimos observar una constante que se confirmó en el pasado encuentro ante el Celta de Vigo, en el Camp Nou. Una de las principales diferencias en el juego respecto a los años anteriores es que el Barça vuelca el juego sobre su banda izquierda. No es casualidad. En ello, juegan dos factores: primero, la incorporación de Jordi Alba. El catalán, a diferencia de Abidal, es un lateral de largo recorrido, abarca mucho terreno y es especialista desdoblando al extremo, ya sea bien por fuera o incluso por dentro. La otra variable es el estado de forma paupérrimo de Dani Alves. El brasileño, que sale de una lesión muscular, está a años luz de su mejor cara. Mucho tendrá que hacer el ex del Sevilla para que Montoya no le gane el puesto.

En este sentido, el fichaje de Jordi Alba ha beneficiado a la plantilla, sobre todo a David Villa. El asturiano se ha recuperado bien de la lesión que sufrió en la tibia y a nivel de juego atraviesa un momento de forma muy bueno. Con Guardiola, la presencia de Abidal le obligaba a fijar en amplitud y eso le provocaba una serie de problemas: si abría la banda, no podía tirar la diagonal; si buscaba portería, los espacios por dentro se reducían y, sobre todo Iniesta, sufría porque no encontraba pasillos interiores en los que asociarse. Este factor hizo disminuir la confianza en sí mismo a Villa, que acabó siendo una caricatura antes de sufrir la lesión.
En la Final de la Champions de 2011, Guardiola efectuó un cambio de piezas que a la postre acabó siendo muy positivo, tanto para Villa como para el colectivo. Pedro, buen conocedor del oficio de extremo, se colocó en la izquierda; el asturiano, en la derecha. La presencia de Alves en ese costado le liberaba de fijar a su par y su batalla estaba en el carril central, con Ferdinand y Vidic. Esto, sumado a que el Manchester United quiso presionar arriba y adelantar las líneas, le hizo tener un papel destacado del que no había gozado en toda la temporada. Sin embargo, el hecho de jugar en su banda natural le restaba opciones de remate a la hora de tirar la diagonal.
En esta línea, el fichaje de Jordi Alba le ha liberado. Y de él han surgido sinergias muy positivas. La sociedad Alba-Iniesta-Villa es ya reconocible, y el Barça está sacando ventajas de ahí. Aún está en un punto de arranque, es decir, el Barcelona no le está sacando el máximo provecho a falta de que se jueguen más partidos. Pero de momento, es interesante observar la asociación que está creciendo desde esa banda, hasta el punto de que se está convirtiendo en el principal foco de fútbol del equipo.
Más allá de eso, el hecho de cambiar de banda tiene sus consecuencias. Una de ellas es el cambio de comportamiento en el juego de Messi. A falta de ver cómo se adapta a este nuevo mecanismo, lo que vimos fue un argentino menos vinculado en la elaboración para destacar en el juego sin balón; más concretamente, la ruptura. Hasta ahora, era un terreno inexplorado por Leo, ya que el equipo no le pedía eso, pero al no encontrarse (relativamente) cómodo en su banda natural– ya que su salida principal es el regate hacia fuera, buscando línea de fondo–, su juego ha tendido más hacia la ruptura en diagonal. Ya ante el Celta, vimos un par de ocasiones generadas por este movimiento, previa asistencia de Iniesta. No obstante, el Barcelona tiene ante sí un reto muy interesante que asumir. Si bien ya ha demostrado que en la izquierda se ha formado una sociedad que permite erigirse como el principal foco de fútbol del equipo, en la derecha cabe recuperar lo que fue antaño, aunque cambiando ligeramente las piezas. Ya sea con Xavi o con Cesc, Pedro o Alexis, Alves o Montoya; bien haría el Barça en convertir la banda derecha en otro punto desde el que generar juego. ¿El objetivo? Ser más imprevisibles, añadir nuevos registros al inmenso catálogo de fútbol que se atesora. Ser igual de punzante en un lado como en otro aportaría mucha variabilidad, y el equipo sería muy difícil de batir.
Todo esto, cabe recordar, está en su fase incial. Tito está experimentando, jugando con lo que tiene, planteando nuevas cosas y corrigiendo a medida que van pasando los partidos. Si bien el Barça está siendo reformateado hacia una versión más vertical, la esencia del juego no ha cambiado: jugar de un lado a otro para desequilibrar al rival, hasta encontrar el hueco para percutir. Que el juego se vuelque en una banda para luego terminar a la otra, utilizando una u otra en función del planteamiento del adversario y demás circunstancias, otorgará al Barça una imprevisibilidad que le hará aún más fuerte en una aventura que, como mínimo, nos está dejando muchos y muy buenos contenidos futbolísticos.