¿JUGAR DIRECTO ES JUGAR?

Saque de puerta. El portero planta el balón en el área pequeña, mira a uno y otro lado. Allí están, muy abiertos, uno a cada lado, los centrales. Salimos en corto, piensa, y juega con uno de ellos. Al primer amago de presión rival, ese central se gira y toca hacia su portero para que este cambie la orientación de la jugada. Si no podemos salir por este lado, saldremos por el lado contrario. Un murmullo recorre la grada. Aunque tiene una confianza total en su portero, a nadie le gusta verlo con el balón en los pies demasiado cerca de la línea de gol, y menos si le presionan. Los accidentes, a veces, ocurren.
Mientras tanto el entrenador rival está tranquilo. Entre el balón y su portería tiene a todos sus jugadores, tres líneas de presión bien formadas. Se siente seguro.
Pero el portero no falla, está acostumbrado a este tipo de jugadas y el balón va al lado contrario, donde parece que hay algo más de espacio. Para cuando el otro central controla, su medio centro ya se ha ubicado entre centrales, formando una preciosa salida lavolpiana con los laterales bien arriba, como mandan los (nuevos) cánones. Tras varios pases horizontales, aparentemente infructuosos, que sirven para ganar unos pocos metros, toca arriesgar un poco. El central derecho la coge y sale en conducción, el balón pegado al pié, la cabeza bien alta. Otea el horizonte en busca de una grieta en la estructura rival. Pero la grieta no aparece, tiene que seguir conduciendo. En un momento determinado el balón se le va un poco largo, el rival se da cuenta y achica, la grada contiene el aliento.
El entrenador rival sonríe, sabe que si roba una de esas, tendrá muchos metros por delante para correr, muy pocos defensores enfrente para defenderlo y muchos números de llevarse el partido.
Pero no la roba, el central mete la puntera y salva la situación. Sin embargo, les están presionando bien, los interiores no tienen más remedio que devolver la pelota atrás y empezar de nuevo. El balón acaba por llegar al central zurdo con suficiente tiempo y espacio por delante. Tiene un gran rango de pase y decide batir línea. Balón raso y fuerte al media punta, que recibe de espaldas encimado por el pitbull de turno.
El entrenador rival está salivando, sabe que solo es cuestión de tiempo. Que interceptará o se anticipará a una de esas entregas y se encontrará el sistema defensivo rival abierto de par en par, y que ese será su momento.  
Pero el mediapunta es demasiado bueno. Utilizando su cuerpo, realiza una finta y evita la tragedia. Tiene el tiempo justo para abrir a banda, donde el extremo está donde toca, bien abierto, pisando la cal. Al extremo se le escapa un poco el control e intenta arreglarlo jugando hacia atrás con su lateral, que ha subido para apoyarle. Pero llega tarde y pierde el balón. No pasa nada, la hemos perdido bien, muy arriba. Nos ha costado mucho trabajo y unos cuantos sustos, pero lo hemos hecho bien. Ahora, a ver qué hacen ellos.
Y lo que hacen es simple: balón atrás al central. Este levanta la cabeza, otea el horizonte y sin más contemplaciones envía un balón largo a su delantero. El esférico vuela 40 o 50 metros ante la atenta mirada de dos líneas de presión que lo ven pasar por encima. Pero no va a parar a cualquier sitio, no; va a posarse con delicadeza en el pecho del 9 referencia, que la pone en el suelo como si tal cosa.
En la banda hay un entrenador que aprieta el puño, eufórico. Hemos salido. Solo hemos necesitado un pase, hemos tardado apenas un par de segundos, nos hemos saltado todas sus líneas de presión, no hemos corrido ni el más mínimo riesgo de perderla y que nos hagan una ocasión y ya estamos atacando.


NOTA DEL AUTOR: Vaya por delante que como aficionado disfruto mucho viendo a un equipo que juega a lo que vulgarmente se llama “tiki-taka”, que no rifa la pelota, que sale jugando y que trata de llevar la iniciativa y dominar a través del balón. Como entrenador, trato que mis equipos salgan jugando siempre que sea posible y no asuma un riesgo excesivo, y estoy harto de ver y enfrentarme a equipos que juegan al “patapúm p’arriba” y se pasan el partido rifando o directamente regalando el balón, fiándolo todo a la carrera de unos delanteros que están obligados a sacar petróleo de cualquier melón que les pase cerca.
Este artículo no trata de elogiar este tipo de juego. Despejar fuerte hacia adelante lo puede hacer cualquiera, pero mandar envíos largos precisos, tener un punta que domine este tipo de jugadas, conseguir una disposición que te permita disputar las segundas jugadas o sacar ventajas de los balones que el delantero consigue bajar, etc., todo esto requiere trabajo y calidad aunque últimamente los medios de comunicación (y los medios) tachen esta opción de fea, defensiva, aburrida, cobarde…

Cuando veo que el Borussia Dortmund hace dos goles en el Bernabéu a través de dos envíos largos a la cabeza de Lewandowski no puedo dejar de admirarme. Es una propuesta diferente, pero es una propuesta válida que también tiene sus pros… y sus contras.