SOBRE LA SEGURIDAD Y EL RIESGO

Desde hace ya dos temporadas el Barça no es intratable, es mortal. Se le puede hacer sufrir, dañarlo. Arriesgar ante los azulgranas ya no es un suicidio, pero tiene a Messi. Y esta coletilla que muchas veces sirve como explicación a un resultado, hoy bien podría servir para analizar el planteamiento de Unai Emery. 

El ex del Valencia salió con un 4-4-1-1 que quería defender arriba. No demasiado agresivo en la presión pero si con voluntad de que el juego se situase lejos de su portero para estar más cerca de la contra. Vilanova, por su parte, sorprendía renunciando a una de sus máximas: la presencia de dos extremos abiertos. Con Tello fuera de la convocatoria, y Villa y Deulofeu en el banquillo, el técnico juntaba en el once a Xavi, Cesc e Iniesta. Andrés partió como falso extremo, pero si en el interior lo acompaña Cesc, sufre menos cuando juega en banda. Si Iniesta se acerca a la media, Cesc es profundo, si el manchego se cierra sobre la mediapunta, el catalán se escora al costado…
En la derecha Pedro y Messi de falso nueve. Era de esperar que al Barça le costara tener una presencia constante en el área, a poco que el Spartak fuese compacto y acompañara las aproximaciones de Messi al mediocampo. Pero si te enfrentas a Leo, eso tampoco es garantía de nada y Emery optó por ajustar sobre el argentino con una vigilancia de Kallstrom que en muchísimas ocasiones dibujaba una línea de cinco atrás. La defensa debía ser valiente pero Unai temía a Messi, y cuando no sabes a que barco subirte, lo más fácil es que caigas al agua.
El Barça encontraba una superioridad más que notable en la medular, con Kallstrom saliendo detrás de Messi e Iniesta entrando desde el extremo. Y el achique, con línea de cinco atrás, inferioridad en mediocampo y ante Xavi, Cesc, Iniesta y compañía no presupone nada bueno. Los de Vilanova controlaron el ritmo del encuentro, con unos Xavi y Cesc, turnándose a los mandos, que pasaron más minutos por delante de Busquets que en paralelo al de Badía.
Si en ataque el partido se había puesto de cara para los visitantes, lo cierto es que también en defensa el equipo encontró ventajas. El Barça defendió más arriba de lo que viene siendo habitual. Tras el pitido inicial, toda una declaración de intenciones con Cesc saliendo a presionar hasta el portero Dikan, secundado por tres compañeros tapando líneas de pase. Lo cierto es que la actitud del Barça fue la de presionar arriba aunque eso implicase riesgos atrás si el rival superaba la acometida. No obstante, señalar que el partido se prestaba a ello. Con el Spartak cerrando con cinco y el Barça acumulando hombres en la medular, las pérdidas se producían con muchos azulgranas cerca del esférico, algún jugador situado siempre inmediatamente detrás del balón y el Spartak en una situación difícil para hilar la contra.
Aún así, las encontró, y algunas de ellas claras. Hablamos más arriba del conflicto en el Spartak que supone atreverse con el Barça pero temer a Messi. Algo no muy distinto sucedió por el lado culé. El equipo salió a apretar arriba, agresivo y vertical, a recuperar lo más cerca posible del área de Dikan. Pero los centrales no acompañaron. Cuando te sientes inseguro lo más humano es buscar la seguridad cerca de tu portero, y eso hicieron Piqué y Mascherano. El Barça separó líneas y exigió a Busquets defender una zona excesiva cada vez que el rival superaba la presión. A veces, lo arriesgado es no arriesgar. Y el riesgo, lo más seguro.