El 21 de abril de este mismo año el Real Madrid asaltó el Camp Nou en un triunfo que prácticamente sentenciaba la Liga para los blancos. No es que nos apetezca recordar malos momentos que tampoco vienen demasiado al caso, pero ese día pasó algo peculiar e increíble en el feudo blaugrana: la afición, lejos de afligirse, empezó a entonar el himno, demostrando su grandeza y el cariño hacia un equipo al que había que agradecerle todo.


Algunos dirán: sí, pero es que aún estaban vivos en la Champions League de la que eran los máximos favoritos. Es cierto, pero ese partido de vuelta en Barcelona también se cerró con tristeza y la gent blaugrana volvió a entonar el himno como había hecho 3 días antes. Desde entonces es muy necesario escuchar a una afición que ha crecido en personalidad y no ha dudado en mostrar su opinión y sensibilidad hacia ciertos temas. Mas que nunca se convirtió en la voz del club.

Hoy no fue una excepción. Minutos antes del inicio del Clásico (sí, este partido también merece tal categoría) contra el Atlético de Madrid llegaban buenas noticias por medio de Albin lo que restaba tensión al partido que se iba a disputar en Barcelona así como lo llenaba de alegría e ilusión. Y la gente que poblaba el Estadi lo sabía y entonó el himno mas henchido y largo que pudo, algo de lo que la propia retrasmisión del partido se dio cuenta. Era día grande.
En el Bernabeu había pinchado el Real Madrid, pero no el máximo perseguidor del Barça. Este estaba en el Camp Nou para enfrentarse a los culés: líder contra aspirante, para decidir o apretar las cosas. Un partido que por historia y presente debía estar lleno de matices, de tensión, de fútbol y de incógnitas. Quizá la mayor duda que había al respecto antes del inicio del partido era donde se plantaría el Atlético de Madrid y como defendería, la cual quedó resuelta muy pronto, desde el minuto 0: repliegue bajo y renuncia a la presión. Vamos, lo que ya habíamos visto en el único precedente de Simeone contra el Barça. Esta vez no fue tan intensivo, tan aculados en su área, pero la idea era la misma. Con una disposición en 4-4-2 muy corto (con muy poca separación entre sus líneas) y muy estrecho (cerrando por dentro y liberando las bandas), pero atentos a la basculación lateral y a ir retrocediendo metros las pocas veces que fuera necesario. La idea era clara: cerrar el juego interior del Barça, preparar una tela de araña por dentro para desactivar las triangulaciones y permutas culés, y matar a la contra.
Es probable que Simeone tuviera alguna duda en el planteamiento del partido sobre la conveniencia de alejar tanto a su equipo del área de Valdés. Algo que quedó demostrado con el palo de Falcao antes de los 10 minutos de juego y que enseñaba que los colchoneros cerca de la portería contraria harían mucho daño. Sin embargo, el estar tan lejos no supuso el problema que fue para ellos este planteamiento en el Bernabeu por dos motivos y una solución nueva añadida por el Cholo. Por un lado plantarse en el área de este Barça no es misión imposible, probablemente porque Tito lo quiera así, pero esta es la realidad. Por otro lado, el Atlético de Madrid es un equipo lento, no es de transición vertiginosa y por lo tanto cuando sale no puede hacerlo desde muchos metros porque siente que no va a dar llegado. Esto se personifica en Radamel Falcao, que es tan veloz ejecutando como lento corriendo. Sin embargo hoy tampoco se notó demasiado porque el Tigre es más rápido que Piqué y al menos igual que (este) Puyol. Además, Simeone planteó una solución creativa: cuando el equipo saliera a la contra, principalmente por el centro, lo haría con varios jugadores muy juntos y lanzándose entre ellos. Así, las contras se ejecutaban con Falcao, Arda, Koke y Diego Costa muy juntos y con más de un pase atrás para poder activarlos a todos, siempre a un toque. Si no corremos por piernas lo haremos por circulación de balón, debieron pensar.
El Barça por su parte no sorprendió ni en planteamiento ni en salida. Alexis por Cesc, Iniesta a la mediapunta y a jugar. Salida en balón en 2-4-4 ya que el Atletico no presionaba arriba y así no hacía falta salida Lavolpiana y a partir de ahí construir los ataques, con Busquets y Xavi acercándose entre ellos y los centrales según como considerasen oportuno. Lo que pasa es que el partido se inició con la misma intensidad con la que unos ímidos adolescentes que se gustan se encuentran en una discoteca: mirándose, tanteándose, pero sin dar ninguno el primer paso. Esto quiere decir que pasaban pocas cosas, como le interesaba al Cholo. Además esta fase inicial se rompió con el palo de Falcao, por lo tanto se rompió para que dominase el Atlético de Madrid.
El Barça tenía el balón, pero no el dominio ni el peligro. No encontraba donde situarse por dentro para hacer su juego por lo que tenía que irse a la banda (siendo la izquierda casi siempre la escogida), donde Simeone quería y donde a Tito no le importaba, pero el problema era que lo hacían demasiado lentos. Sin velocidad, con los triángulos desactivados y sin líneas de pase delante del poseedor del balón los blaugrana no se encontraban, al contrario que los del Manzanares, cuyo plan les salía perfecto y además era reforzado por el propio Barça quien llevaba el 2-4-4 a las máximas consecuencias situando siempre a los laterales en campo contrario. El Atleti recuperaba y contragolpeaba, siempre con peligro, hasta que Falcao rompió el cántaro de camino a la fuente: segunda pérdida dolorosa de Messi en su carrera, Busquets no entiende la jugada, y Puyol no llega (Adriano no se menciona porque como estamos diciendo, se encontraba en campo contrario). 0-1, golazo, merecido y partido cuesta arriba.
El gol no hizo más que ejemplificar el partido perfectamente, con un Atlético dominante y confiado y con un Barça atado y sin profundidad, mas allá de las subidas de Jordi Alba, tanto por dentro como por fuera. Además, Xavi no se podía descolgar hasta la frontal, haciéndolo solo una vez cuando Messi bajó por detrás de él a por el balón. Los dos echaban mucho de menos a Cesc. Sin embargo, en una ironía del destino el Fútbol Club Barcelona consiguió empatar con un gol de Adriano, lateral, en una arrancada que partió desde la banda, tras un cambio de orientación de Andrés, uno de los muchos que hizo para intentar girar 90º a su estrecho contrincante. Un gol muy importante porque a partir de ahí se cambió la inercia, apareciendo un Barça mas fluido, mas confiado, que llegaría a marcar el 2-1 antes del descanso. El equipo de Simeone había tenido un mejor planteamiento, pero el de Tito tiene mejores jugadores, y el fútbol, al fin y al cabo, es de ellos y así se cerró una primera parte espectacular en cuanto a juego por parte de los dos equipos, los dos primeros del campeonato y no solo en la clasificación: a día de hoy son los dos mejores de la Liga española.
La segunda parte ya no fue una disputa entre dos grandes equipos sino que fue una simple exhibición del líder de la Liga, recordando los Barça-Atleti mas recientes. Es de suponer que el gol de Busquets hizo daño y también la lesión de Filipe Luis que les cortó vuelo estructural y limitó al equipo para salir desde atrás a un único costado. Aquí hay que destacar que al contrario que en el derby madrileño, donde el Atlético tuvo el mismo problema, esta vez buscaron la salida por la banda izquierda, situando ahí a Juanfran dejando al Cata Díaz el lateral derecho, lo que deja claro también por donde atacaban continuamente los culés. Sea como fuere el Barça creció y sentenció aumentando por el camino el record de Messi. Simeone, que veía la que se le venía encima tras el primero de la Pulga y el tercero de su equipo intentó ganar profundidad con una solución individual, Adrián, pero era demasiado tarde.
Con el partido, y quien sabe si la Liga sentenciados, es importante destacar dos hechos en la segunda mitad. El primero fue Busquets, que de haber marcado su gol en los instantes finales diríamos que sirvió para redondear un gran partido personal, un colosal partido de un jugador que sigue manteniendo su crecimiento exponencial apuntado desde el año pasado. El otro fue el Camp Nou, que le apeteció volver a hacerse oír tras el desahogo del marcador: petición y ovación de Villa, el himno, o acordarse del entrenador del eterno rival fueron algunos de los cánticos escuchados. Lo dicho, este campo sabe mucho de que va esto.