Érase una vez un hombre a una barbilla pegado, uno de los personajes protagonistas de una película de bajo presupuesto que logró el Óscar. Ésta no es una historia de héroes, de gente sobrenatural capaz de marcar más de ochenta goles en un año natural. Ésta es la historia de un grupo de personas, prácticamente desahuciadas, lideradas por un sargento de mano de hierro que terminó la campaña ascendiendo a capitán general.

“Buscaremos el ascenso con todas nuestras fuerzas, pero lo fundamental es encontrar la filosofía, el camino que nos devuelva a Primera División”. En verano de 2011, aquellas palabras sonaban vacías. Tras la debacle en el Martínez Valero de Elche, donde el Real Valladolid dejó escapar un sueño para toparse con la pétrea realidad, todo lo que dijese un recién llegado cualquiera sonaba hueco después de haber perdido una ilusión que tiñó el José Zorrilla de violeta en aquellos fatídicos playoff. Pero aquella persona no era un cualquiera, era Miroslav Djukic, y aquella promesa típicamente electoral, y por raro que suene en los tiempos que corren, terminó por ser cumplida.
Un año después, alunizaba en Primera el Club de los desahuciados: Un Jaime que siempre fue el eterno meta segundón, un centrocampista minúsculo reconvertido a central mayúsculo llamado Jesús Rueda, Óscar, que tuvo que regresar a su tierra para recuperar el lustre perdido, o un Víctor Pérez que pasó de ser suplente en el Huesca para ser titular indiscutible de un ascendido. Los Valiente, Balenziaga, Álvaro Rubio de turno y los recién llegados como Rukavina, Omar o Patrick Ebert también encajarían a la perfección en el enorme puzzle blanquivioleta. Y qué decir de Manucho o Alberto Bueno, transferibles y apartados en verano y hoy piezas clave.
Tras una aciaga pretemporada en la que no se cosechó ninguna victoria, el Real Valladolid se estrenó en Liga dejando muy buenas sensaciones. Los hombres de Miroslav Djukic volvían a plasmar sobre el terreno de juego el estilo forjado la campaña anterior, transiciones ofensivas rápidas y alegres dirigidas por el descomunal Óscar González, proyecciones regulares de dos laterales muy incisivos y una salida de balón excelsa desde el liviano pivote Álvaro Rubio – Víctor Pérez cimentada ya desde la seguridad de Jesús Rueda y Marc Valiente.
Sin embargo, en uno de los baches del camino, Djukic se topó con la fórmula de la Coca Cola. Ante el Rayo, alineó a Manucho, dejando en el banco al hasta entonces irrebatible Javi Guerra y la prueba salió tan bien que el Rayo se marchó del Zorrilla con seis goles en el debe. Lo que pareció una mera anécdota, se repetiría unas semanas después frente al Málaga, de nuevo con el angoleño en el once titular. El ‘palanca negra’, desde su superioridad física y pese a la derrota final, se merendaría a dos de los mejores centrales en el juego aéreo de la Liga, Demichelis y Weligton. A partir de La Rosaleda, lo que hasta entonces había sido un medio infraexplotado, se convirtió en uno de los principales recursos del Real Valladolid.
Entonces el abanico de posibilidades del conjunto vallisoletano se abrió de tal forma que se convirtió en algo difícilmente defendible, principal motivo de la buena marcha del Pucela en Liga. La banda diestra, copada por el ofensivo Rukavina y el explosivo Patrick Ebert, la siniestra con el técnico Omar y el seguro Balenziaga y en el centro, la columna vertebral y eje del Real Valladolid, la parte mejor engrasada y más importante: El cuadrado Rueda-Valiente-Rubio-Pérez, los apoyos de Óscar y las descargas de Manucho.
El sábado contra el Barça no estará Ebert, tampoco Rueda. Les suplirán, si todo marcha bien, Alberto Bueno y Henrique Sereno. El último sustituto es el que más se ajusta a las condiciones de su sustituido, mientras que Bueno hace que varíe levemente el esquema, cambiando a Omar a la diestra y asentándose en la banda zurda, a pie cambiado. Desde allí arranca con diagonales fuera dentro para, además de permitir las incorporaciones del lateral -Balenziaga-, encontrarse con Óscar y desde esa asociación establecer posesiones bastantes largas en campo rival.
Frente al F.C. Barcelona se producirá un choque entre el previsible 4-3-3 de Tito y el 4-2-3-1 asentado del Real Valladolid. “Buscaremos el ascenso con todas nuestras fuerzas, pero lo fundamental es encontrar la filosofía, el camino que nos devuelva a Primera División” dijo Djukic y yo me repito. La filosofía es ésta. Y como ya dejó claro, Miroslav y el club de los desahuciados morirán con ella.