Nunca he sido muy aficionado a los videojuegos. Sobre todo me gustó el GT para jugar yo sólo y los Pro y Unreal para compartir con amigos. También algunos tipo manager; o el gran Metal Gear Solid y poco más. Ya hace tiempo de esto. Entiendo al que le gustan, pero a mi no me enganchan. También hay a quién le aburre la liga ¿no?


Lo que no entiendo son esas batallas de los juegos de rol por turnos. ¿Qué emoción tienen? Ahí está tu personaje, o equipo de ellos, plantados como CR a punto de lanzar una falta. Frente a éstos, a una distancia variable, nunca muy vasta hasta donde yo conozco, el enemigo. En similar actitud. 

Con las mejores “cartas” y una estrategia adecuada ganarás siempre o casi siempre. Pura probabilidad. Unas categorías puntuadas en relación a alguna escala y cierta dosis de azar decidirán el resultado final. Pero por superior que sea un equipo, al pegarse por turnos, nadie se libra de algún sopapo. Nunca. Así es el Barça de Tito. Se salta al terreno de batalla sabiendo que ahí va a haber para todos. 
Esto no es el mítico Street Fighter y aquí no escucharás “you win…perfect!” A ese jugaba Pep.
Antes de la batalla puedes intuir lo que te espera. Conoces, más menos el potencial de tu rival, la contundencia de sus golpes, su capacidad de resistencia… Te puede sorprender, sí. Pero tienes la carta Busi para defenderte si intuyes peligro, aun antes de que te ataquen. En todo caso lo que te hagan importa poco. Tienes al mejor del juego, el jugador-trampa, la mejor carta, el caballo ganador, el 100 puntos, la magia que puede a todo… 
El rival lo sabe. Nadie conoce a todos los personajes, ni el más friki. Pero al mejor sí. Algunos creen que debería prohibirse en torneos oficiales en los que se juega sin trucos. Se conocen sus habilidades, sus magias… pero no hay antídoto o defensa posible. Desvirtúa la batalla.
“Cuando quieras empezamos a golpearnos” piensas. Ordenadamente, eso sí, esto es un juego de rol “a ver cuanto me puedes dañar”. De la acumulación de maná ya se encarga el hechicero de Fuentealbilla. Y cuando selecciones “atacar con Messi” todo acabará, mientras podéis abofetearos por turnos. Ahora tú, ahora él. Tú juegas, el juega. Tú ganas. 
Messi wins.